El Periódico Mediterráneo

La crisis energética y una enorme deuda, los retos urgentes de Italia

El nuevo Gobierno deberá presentar y enviar a Bruselas su ley de presupuest­os

- IRENE SAVIO

El país irá a las urnas mañana afectado por las maltrechas finanzas

Parecía que iban por buen camino. Se había producido lo nunca visto: ecologista­s, obreros, incluso el alcalde ultraderec­hista, estaban de acuerdo. La central de carbón Torrevalda­liga Nord, considerad­a la que más CO2 emite en toda Italia, ubicada en Civitavecc­hia –a una hora de camino hacia el norte de Roma–, no solamente debía cerrar. También todo el pueblo se había unido en su negativa a la reconversi­ón de la planta en una para la generación de la electricid­ad a través del gas. Mejor opción, de

cían, era la energía eólica. Y la presión había llegado hasta la cúspide de las institucio­nes.

Así se veía el panorama hasta la guerra de Ucrania y el estallido de la crisis energética. «Pero todo fue borrado de un plumazo. La central ha vuelto a funcionar a pleno ritmo, y el proyecto de energía eólica es hoy papel mojado», dice Ricardo Petrarolo, del comité ciudadano No Fósiles.

Poco después de pisar Palazzo Chigi (la sede del Gobierno italiano), aquellos que asuman la tarea de gobernar Italia deberán encargarse de atender algunos dosieres urgentes. El propio Mario Draghi, el primer ministro saliente, ya ha avisado. Para Italia, «los retos son muchos y no de fácil solución», dijo en una intervenci­ón en agosto, en la que citó a la crisis energética como uno de estos desafíos. El economista Mario La Torre, académico de la Universida­d Sapienza de Roma, también lo ve cómo una obviedad. «Con el país tiritando por su alta dependenci­a del gas y petróleo importados, la crisis energética será sin duda un tema prioritari­o», afirma.

El problema es que incluso las maniobras de Draghi, que en tiempo récord redujo este año la dependenci­a italiana del gas ruso del 40% al 18%, no han impedido que se dispararan los precios en el país, incluyendo los de los alimentos básicos. La campaña electoral para las elecciones de mañana también lo ha hecho evidente. Las consecuenc­ias para los ciudadanos del estallido de los precios de la energía ha sido un asunto omnipresen­te en los mítines del bando de la extrema derecha de Giorgia Meloni y del centroizqu­ierda de Enrico Letta. Y las soluciones propuestas, según diversos analistas, no han sido muy alejadas entre sí (básicament­e, diversific­ar los proveedore­s e invertir en regasifica­dores).

Aun así, en el papel, también hay algunas diferencia­s. Letta ha insistido en una continuida­d con las políticas del Pacto Verde europeo, mientras que Meloni lo ha criticado («es fundamenta­lismo climático», ha asegurado), a la vez de que ha sugerido explorar los yacimiento­s de gas en el Adriático, como ya hace Croacia y desvinculá­ndose de la actual legislació­n italiana que tutela el ecosistema en ese mar. Es necesario contrastar «la voluntad europea» que apunta a que «al menos el 30% de las aguas territoria­les» estén protegidas, ha llegado a decir Matteo Salvini, líder de la Liga y aliado de Meloni. Algo que, de ocurrir, anuncia una segura polémica con los ecologista­s y con gran parte de la comunidad científica.

LA ENERGÍA, CLAVE ELECTORAL

CRISIS En verdad, más allá de lo que se pueda cumplir, la realidad es que, pese a las reformas de Draghi, la crisis energética le llega a Italia cuando el país aún sufre por sus problemas estructura­les de siempre, entre los que destacan las maltrechas finanzas. En particular: un crecimient­o débil desde hace dos décadas y una deuda pública alta y en alza. En concreto, la deuda italiana se disparó del 134% al 155% del PIB entre 2019 y 2020, y bajó al 150% en 2021, con Draghi. Pero aún así su valor es muy elevado: 2,7 billones de euros, frente a un PIB de alrededor 1,7 billones de euros, según cifras del Banco de Italia y del centro nacional de estadístic­as Istat.

A ello se añade a que este año también ha caído la producción (1,4%, según el dato parcial de Istat), e incluso la rica agricultur­a italiana ha sido golpeada por la sequía y la gran ola de calor de este verano. En este panorama, el nuevo Gobierno deberá presentar y enviar a Bruselas en las próximas semanas su ley de presupuest­os.

Asunto aparte, aunque vinculado, es el tema de los fondos de recuperaci­ón europeos que han sido destinados a Italia: alrededor de 200.000 millones de euros entre préstamos y ayudas a fondo perdido. En la actualidad Italia ya ha recibido el primer desembolso del plan europeo, unos 21.000 millones, al haber alcanzado los 51 objetivos previstos en 2021, y en junio el Ejecutivo de Draghi también pidió la erogación del segundo pago (otros 21.000 millones), tras alcanzar otros 45 objetivos.

No obstante, según cálculos del diario económico Il Sole 24 Ore, Italia aún tiene otros 55 objetivos para cumplir en lo que queda del año. De ahí que se considere que será mínimo el margen de maniobra del Gobierno que salga de las urnas el domingo en lo que concierne las reformas ya pactadas (administra­ción pública, sistema fiscal, y justicia) con Bruselas.

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Giorgia Meloni, favorita en intención de voto.

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