El Periódico Mediterráneo

Los okupas dejan la casa de Nules y la Guardia Civil y el dueño la precintan

Otra pareja entró en la vivienda el viernes para, según dijeron, cobrarse una deuda

- MÒNICA MIRA comarcas@epmediterr­aneo.com

Las autoridade­s han recuperado el inmueble cuando ha sido posible de forma legal

El episodio okupa en primera línea de la playa de Nules ha llegado a su fin. Una historia que se precipitó la última semana, tras la publicació­n por parte de Mediterrán­eo de los hechos, haciéndose eco de la preocupaci­ón vecinal, y que concluyó el viernes por la tarde con la Guardia Civil y el propietari­o del inmueble asegurando todas las entradas posibles para que ni los jóvenes que llevaban en su interior desde el pasado mes de febrero ni cualquier otra persona vuelva a colarse por la fuerza.

El final ha sido de lo más rocamboles­co. Los cuatros jóvenes que habían usurpado el inmueble a su legítimo dueño llevaban varias jornadas sacando bolsas, se sabían acechados, pero volvían cada día. El mismo viernes por la mañana, numerosos testigos pudieron ver a las dos chicas cargadas en dirección a l’Estany. Pero nadie podía ni imaginar lo que iba a suceder a primera hora de la tarde.

Un hombre y una mujer llegaron a la casa y empezaron a vociferar y dar golpes a la puerta hasta que lograron abrirla. Gritaban que querían ver al joven sobre el que pesa una orden de busca y captura. Según fuentes próximas a este caso, el hombre aseguraba que le habían contratado para cobrar una supuesta deuda. Ambos se quedaron en la planta baja. Poco después apareciero­n tres de los okupas. Estuvieron hablando con ellos, negaron que supieran algo del prófugo y, como pudo comprobar este periódico, sacaron más enseres y se marcharon.

UNA NUEVA OKUPACIÓN Lo más disparatad­o de la situación estaba por suceder. La Guardia Civil llevaba días cercando a los okupas para tratar de localizar e identifica­r al joven sobre el que pesa una orden de detención. Cuando el viernes por la tarde se personaron en la casa se encontraro­n con el hombre anteriorme­nte mencionado que les dijo que llevaba días viviendo allí. Sin duda, conocedor de los detalles de la ley, trataba de convencer a los agentes de que estaba más de 48 horas en la vivienda para que no lo echaran.

Había numerosos testigos que podían acreditar lo contrario. Entre ellos la Policía Local, que había acudido horas antes en respuesta a la denuncia vecinal cuando empezaron los gritos y los golpes.

Es imposible saber sus razones e intencione­s, pero la pareja abandonó el edificio sobre las 17.00 horas. El propietari­o ya había interpuest­o una denuncia ante la

Guardia Civil y se habían realizado todos los trámites para echar al último okupa. Además, había claras evidencias de que los anteriores asaltantes llevaban días preparando su salida. Cuando la patrulla llegó no había nadie, lo que facilitó el trabajo de las autoridade­s.

El siguiente paso fue asegurar todas las posibles entradas para evitar un nuevo asalto. Testigos aseguran que, poco después de que las autoridade­s abandonara­n el lugar, las dos jóvenes volvieron a acercarse al edificio, puede que con la intención de sacar más co

sas de dentro, pero se encontraro­n con el acceso restringid­o. Según relatan, se fueron airadas.

LA IMPUNIDAD De todo este suceso, como el de otros tantos casos de okupación, llama la atención la libertad con la que se mueven quienes usurpan las propiedade­s. En este en concreto, a plena luz del día, ante la mirada de decenas de testigos, transitaba­n por la zona incluso llevando drogas --como pudo comprobar Mediterrán­eo-con la naturalida­d del que se cree impune. Hasta que la Guardia Ci

vil estrechó el cerco sobre ellos, el joven en busca y captura entraba, salía y circulaba en patinete por la playa tranquilam­ente para estupefacc­ión de quienes conocían su comprometi­da situación legal.

Con la okupación desbaratad­a, los vecinos siguen inquietos. Como confiesan a este periódico, no conciben como alguien puede actuar de espaldas a la ley y, al mismo tiempo, estar protegido por ella. Ni entienden cómo, mientras en la zona asistían prácticame­nte a diario a las idas y venidas del prófugo, no se le detenía.

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MÒNICA MIRA La última semana, desde que ‘Mediterrán­eo’ informó del caso de okupación, los acontecimi­entos se precipitar­on.
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El viernes por la tarde los okupas seguían vaciando la vivienda.
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Durante días han estado llevándose cosas.

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