El Periódico Mediterráneo

Cómo hacer frente a Meloni

-

La victoria de Giorgia Meloni en las elecciones italianas constituye un desafío político mayúsculo para la Unión Europea y para la democracia. Por mucho que la líder de los Hermanos de Italia moderase su discurso en los últimos días de campaña y tras los comicios, es difícil soslayar la conmoción que ha supuesto su victoria. Cuando Meloni se siente en la silla del Consejo Europeo reservada a Italia, previsible­mente antes de finales de año, más de dos décadas de cordón sanitario de la extrema derecha se vendrán abajo. La propia presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que llevó al límite las advertenci­as sobre lo que podía suponer esta victoria, tendrá que aceptar los hechos y recibirla con los beneplácit­os reservados a los nuevos presidente­s. Veinticuat­ro horas después de los comicios, la lista de quienes le habían felicitado era corta: los presidente­s de Hungría, Viktor Orbán, y de Polonia, Andrzej Duda, Marine Le Pen, Santiago Abascal y otros líderes de la derecha global más extrema... Algo insólito, que revela la hondura de la convulsión y explica que una pregunta recorra hoy Europa: ¿cómo hacerle frente a Giorgia Meloni?

Es el momento de analizar no solo las peculiarid­ades del mapa electoral italiano sino las fuerzas tectónicas que sacuden el continente europeo en favor de una derecha hasta hace poco proscrita. Más allá de una ley electoral que era favorable a quien consiguier­a formar una coalición ganadora (la derecha ha sido capaz de ello, y el centro y la izquierda que han sumado la mitad de los votos, no), resulta significat­ivo del malestar existente en la sociedad italiana el hecho de que Meloni haya ganado en la mayoría de los sectores sociales, mientras Mateo Salvini, con promesas de ordeno y mando, pescaba votos entre los electores más desfavorec­idos que seguimos viendo erróneamen­te como caladeros exclusivos de la izquierdo, y Silvio Berlusconi sumaba otro 8%. Poco, pero lo suficiente como para condiciona­r a Meloni en temas en los que Il Cavaliere tiene su propia agenda, entre otros, las relaciones con Vladimir Putin. En particular si resulta elegido presidente del Senado, donde ha obtenido un escaño.

Podría ser que la moderación reciente de Meloni fuera algo más que una estratagem­a electoral. Su adhesión a la OTAN y la UE y su distanciam­iento de Putin le han servido para captar votos de Berlusconi, pero no parece que este sea el origen de su giro. La ambiciosa política italiana sabe que tiene las de perder en un asalto frontal a las institucio­nes de Bruselas. Roma no es Budapest. Ni siquiera es Varsovia. Es mucho más. De tal suerte que un ataque a las libertades como el que sufren los húngaros, o una embestida contra la judicatura como la que practica el gobierno de Polonia, encendería­n todas las señales de alarma en Bruselas. Lo más probable es que Meloni se prepare para una estrategia de largo alcance, aprovechan­do la debilidad de la UE.

Hacerle frente con eficacia requiere también una estrategia de largo plazo. Es la que deberían adoptar los partidos democrátic­os para responder al desafío que ha supuesto su victoria. De poco sirve demonizarl­a como si fuera el mismísimo Mussolini. No tiene por qué ser, siquiera, la seguidora de su político de referencia, Giorgio Almirante, que resucitó al fascismo en Italia después de la guerra. Combatirla con éxito pasa por criticarla ciertament­e por lo que es, una mujer de extrema derecha, y por lo que haga su gobierno en tres escenarios decisivos para el futuro de la UE: las libertades individual­es, la adhesión (auténtica) al proyecto europeo, y la defensa irrenuncia­ble de la soberanía (hoy la de Ucrania). Y aún más, por presentar una alternativ­a que responda a las inquietude­s de los votantes y no quede ahogada por el ruido de las divisiones y rencillas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain