El martillo de la migraña golpea a ocho millones de españoles
Dos afectadas por la forma crónica de la dolencia relatan su calvario y cómo afecta a sus vidas Un novedoso tratamiento con anticuerpos monoclonales puede suponer un gran alivio
La migraña es más común de lo que creemos. El señor del martillo --así llama una paciente a esta dolencia-visita habitualmente a más de ocho millones de españoles. Es decir, el 18% de la población, el porcentaje que los neurólogos estiman que padece de forma recurrente este tipo de dolor de cabeza. Pero hay un 2% --casi 170.000 personas en España-- que sufre el tipo crónico de la enfermedad: el martillo les golpea --y también incapacita-- al menos 15 días al mes.
«Cuando llega la migraña tengo que tumbarme, me dan mareos y me arde la cabeza. Tengo que estar a oscuras, nadie puede hablarme y me cuesta hablar. Es como si tuvieras la resaca de tu vida», explica Ana, una pontevedresa que ha llegado a padecer 26 migrañas al mes. No quiere salir con foto y ha accedido a explicar su historia bajo nombre ficticio, ya que cree que si tuviera que cambiar de empleo --en su actual trabajo son comprensivos-- no la contratarían si su empleador buscase en Google y se enterase de sus problemas médicos.
Gracias a los anticuerpos monoclonales, disponibles en la sanidad pública desde 2020, Ana pasó de tener 26 episodios de migraña al mes a 10 ó 15, y también le hace más efecto el medicamento que toma para que le pase la migraña. Los anticuerpos monoclonales constituyen el arma más puntera del arsenal médico existente, pero para acceder a ella hay que cumplir determinados requisitos.
DESESPERACIÓN «Estoy desesperada sabiendo que hay tratamientos que funcionan», señala Marta Vega, coruñesa de 45 años que padece migraña crónica desde julio del pasado año y que no ha tenido acceso a los anticuerpos monoclonales. «Si no tienes acceso a una consulta de neurología en la pública, tampoco puedo plantearle al neurólogo esa posibilidad, estoy desatendida», asegura Vega.
Su migraña, que se presenta más de 20 veces al mes, incluye fobia a los olores, al sonido y a la luz, por lo que tiene que llevar unas gafas especiales para atenuarla. También sufre náuseas, una especie de relámpagos en la vista y desmayos. Desde el pasado 4 de junio
ha acudido cuatro veces a urgencias para que le pincharan medicación, y desde el pasado 30 de junio se encuentra de baja. «Mi doctora de cabecera es muy comprensiva, sabe que es una enfermedad incapacitante --explica--. Mi vida es estar en casa. Vivo sola con mi perrita, a la que no le puedo dar paseos largos, solo puedo bajarla tres veces al día durante 20 minutos. Y no puedo salir a la calle sin gafas de sol y tapones para los oídos. Cines, cafeterías y restaurantes los tengo prohibidos», subraya.
En el Hospital de A Coruña (CHUAC) le proporcionan analgésicos, antiinflamatorios, triptanes --fármacos exclusivos para la migraña-- y toxina botulímica. El famoso bótox no solo tiene aplicaciones estéticas, también se utiliza desde hace más de una década para mitigar las migrañas. «En noviembre de 2021 me vio un neurólogo y me derivó a una neuróloga del CHUAC que pincha bótox. No he vuelto a saber nada de la Seguridad Social», relata.
Marta podría pincharse anticuerpos monoclonales en la sanidad privada, pero dice que no puede pagar las inyecciones, que supondrían un elevado coste de entre 300 y 500 euros al mes.
Para acceder a los anticuerpos monoclonales es necesario demostrar que los otros tratamientos no han funcionado, por eso le ha pedido un informe a una neuróloga privada: «Dada la nula respuesta o mala tolerancia a los tratamientos preventivos previos, considero que la paciente podía ser candidata a los anticuerpos monoclonales», afirma la especialista en el documento.
MUJERES EN SU MAYORÍA Que las dos protagonistas de este reportaje sean mujeres no es casualidad. Se estima que el 80% de los afectados de migraña son de sexo femenino. Hay factores hormonales implicados. También es muy frecuente (hasta el 96% de los casos) que los pacientes identifiquen algún factor precipitante de sus crisis. En el caso de Ana fue un golpe en la cabeza en el trabajo que le provocó un coágulo, un dolor muy agudo y falta de visión en el ojo derecho. «Me mareé un día y me llevaron al hospital --cuenta--. Sufría cuatro o cinco migrañas al mes, y últimamente 26 al mes». Marta, por su parte, cree que el desencadenante de sus migrañas fue un cambio de trabajo hace cinco años que le provocó mucho estrés.