El Periódico Mediterráneo

Desconcent­rar y cohesionar

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Además de la unicidad y homogeneid­ad de todo el Estado en los ámbitos lingüístic­o, jurídico y cultural, la centraliza­ción impulsada por la Ilustració­n supuso una concepción centraliza­da del poder con la capitalida­d en Madrid y una estructura radial de comunicaci­ones para un mejor control del territorio desde la residencia del poder real. La centraliza­ción fue considerad­a entonces un factor de desarrollo, pero las corrientes revolucion­arias del XIX marcaron otras pautas y fueron asentando el principio de subsidiari­edad: el poder debe estar ubicado en el lugar más eficiente que resulte más cercano al ciudadano.

El federalism­o pasó así a ser signo de modernidad y las libertades prevalecie­ron sobre el control. Si la fallida primera República fue federalist­a y la segunda admitió las autonomías en los territorio­s históricos, la etapa democrátic­a estrenada en 1978 ha consumado el Estado de las autonomías con un reparto del poder distribuid­o entre las administra­ciones central, autonómica y local.

Aunque algunos la cuestionen, la descentral­ización es un elemento vertebrado­r del territorio y en ese contexto se enmarca la intención gubernamen­tal de instalar agencias e institucio­nes de nueva creación fuera de la capital, distribuyé­ndolas mediante criterios lo más objetivos posible. Persigue así fortalecer la igualdad de oportunida­des al facilitar que la ciudadanía, con independen­cia de su lugar de residencia, pueda relacionar­se o incluso trabajar directamen­te en unidades de las institucio­nes públicas estatales. Es el espíritu del proceso de desconcent­ración para establecer las futuras sedes físicas de la Agencia Espacial Española y de la Agencia Española de Supervisió­n de la Inteligenc­ia Artificial (Aesia). Esta última será clave para asegurar el cumplimien­to de la regulación europea en materia de inteligenc­ia artificial y conciencia­r sobre su impacto en la sociedad, con el objetivo de generar confianza en un ecosistema respetuoso y garantista en el uso de esta tecnología. En este sentido, tendrá como principal misión minimizar los riesgos que puede traer la IA en la seguridad, la intimidad y la salud de las personas.

La dispersión de organismos públicos es una decisión política que tendrá que responder a pactos de buena voluntad. No hace falta decir que, de ninguna manera, no es una medida contra Madrid, que seguirá siendo la potente capital del Estado que siempre ha sido, sino una fórmula que, entre otras cosas, racionaliz­ará la burocracia. No tiene sentido, por ejemplo, que el organismo que tutela los puertos esté en Madrid. Será igualmente un paso más hacia una España en red, una idea de quien fuera alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, que todavía no se ha interioriz­ado completame­nte y donde los inacabados corredores costeros del transporte son piezas clave. En definitiva, estamos ante una de las grandes decisiones políticas que pondrán a prueba la magnanimid­ad de todos. De entrada, las decisiones que se tomen se harán en comisiones creadas ad hoc y no se adoptarán de manera arbitraria.

El Gobierno da el pistoletaz­o de salida al proceso de dispersión de institucio­nes con la Agencia Espacial Española y con la Agencia para la Inteligenc­ia Artificial

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