Un Brasil polarizado celebra sus elecciones más inciertas
Las incitaciones a cuestionar el veredicto evocan el ataque al Capitolio
Unos 156 millones de brasileños tienen hoy en sus manos la posibilidad de fulminar en las urnas la era de la ultraderecha en el Gobierno o darle la posibilidad a Jair Bolsonaro de mantener hasta la segunda vuelta (el último domingo de octubre) sus posibilidades para ser reelegido. Las últimas encuestas sitúan a Luiz Inacio Lula da Silva, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), muy cerca de proclamarse esta noche ganador de una contienda marcada por la polarización, las agresiones y un alud de fake news.
Nunca Brasil llegó a una cita electoral con tanta incertidumbre. Las razones de este desconcierto que se mezcla con la zozobra tienen que ver con la amenaza sin filtros de Bolsonaro de impugnar los resultados si no le son favorables. La agresividad del capitán retirado creció a medida que los sondeos le auguraban una derrota también en segunda vuelta. La última medición de
Datafolha, conocida el pasado jueves, estima que Lula le ganaría por 14 puntos.
Entre la realidad y las ambiciones desbocadas, Bolsonaro se inclina por lo segundo. Durante las exequias de Isabel II, y al mejor estilo de su admirado Trump, el capitán retirado aseguró que si no se impone en la primera vuelta con el 60% de los votos «algo anormal» habrá ocurrido en el Tribunal Superior Electoral (TSE).
Las incitaciones a cuestionar el veredicto evocan en Brasil las imágenes del ataque al Capitolio. Los ataques del bolsonarismo contra el TSE han orillado lo inverosímil. Su principal autoridad, y uno de los blancos de Bolsonaro, Alexandre de Moraes, se vio obligado a demostrar la inexistencia de una «sala secreta» en la que se manipularían los votos. «Es una sala abierta y clara», dijo tras visitar la instalación junto con el ministro de Defensa, con el presidente del oficialista Partido Liberal (PL), así como observadores nacionales e internacionales.