La sombra de un «otoño caliente» aviva el miedo en Alemania
La desbocada inflación tensa las costuras sociales
Hay temor a las revueltas sociales y la inestabilidad política
Una expresión se repite en medios y círculos políticos en Alemania desde hace semanas: «otoño caliente». Con ella, periodismo y política pretenden resumir a lo que podría enfrentarse el país si se materializan los peores escenarios; es decir, revueltas sociales e inestabilidad política si la inflación sigue aumentando, si la crisis energética se endurece, si la recesión acaba llegando, y si, en el peor de los casos, la falta de energía genera un colapso industrial, al menos parcial, que podría desembocar en mayor desempleo y en desabastecimiento de determinados productos.
Las voces del Gobierno federal son contradictorias. Mientras la ministra de Exteriores, la verde Annalena Baerbock, no tuvo reparos en reconocer este verano que las autoridades alemanas podrían enfrentarse efectivamente a una oleada de protestas en otoño e invierno, el canciller socialdemócrata Olaf Scholz viene repitiendo que el país mantendrá la concordia y se impondrá la cohesión social, a pesar de que la mayoría de la población ya ha perdido un sustancial poder adquisitivo.
«La población está bastante afectada por las crisis. Nos encontramos ante una superposición de crisis que llevan a la gente a estar insegura y preocupada, en la que los estratos económicos más bajos tienen verdaderas preocupaciones existenciales y entre las clases medias hay también verdaderos temores a la perder estatus social. El estado de ánimo es claramente inestable y también está marcado por el miedo», asegura Jana Faus, cofundadora de la agencia de análisis demoscópico Pollytix.
Esa inseguridad ya se comienza a proyectar en las encuestas de intención de voto. La ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), por ejemplo, lleva semanas repuntando. Algunas proyecciones ya colocan al partido ultra por encima del 13%. AfD, carcomida por las peleas internas, llevaba varios años languideciendo en torno al 10% de intención de voto. La actual coyuntura, plagada de incertidumbres y agravada por una política de comunicación del Gobierno bastante mejorable, se presenta así como una oportunidad de
oro para la ultraderecha alemana.
Un análisis de Pollytix advierte de otro peligro con el que Alemania ya tiene décadas de experiencia: la disposición a usar la violencia entre los militantes de los grupos extremistas, concretamente, de la ultraderecha y el neonazismo militante.
Otro partido opositor que se suma a la dialéctica del «otoño caliente» es La Izquierda, coalición de poscomunistas germanoorientales y exsocialdemócratas del Alemania occidental. La formación, que estuvo a punto de quedarse fuera del Bundestag en las últimas elecciones federales de septiembre, intenta ganar perfil político y remontar en intención de voto con un discurso social que exige una mayor cobertura para las clases trabajadoras, los jubilados y los desempleados. La Izquierda y AfD coinciden en el uso de determinadas expresiones respecto a la crisis que enfrenta Alemania, aunque desde posiciones política opuestas.
En un país con un miedo histórico al aumento de los precios, la inflación se acercó en septiembre al 11%, la cifra más alta en varias décadas. «Estamos ante una estanflación, es decir, la combinación de una economía estancada o incluso en declive y una inflación alta», asegura Clemens Fuest, presidente del Ifo.
La inseguridad ya se comienza a proyectar en las encuestas de intención de voto