Casas del S. XVII
En el siglo XVII, las casas del centro de Castelló, en el área comprendida dentro de la muralla, tenían una forma alargada y se conocía cono navà. Tenía un largo de cerca de unos cuarenta y un pies. La amplitud de estas viviendas, tan longitudinales, se explicaba por el hecho de que las vigas de madera de pino, que sostenían la techumbre, no superaban los 20 pies, es decir unos seis metros de los actuales.
El hastial presentaba una amplia ojiva diafragmática de piedra, o un portalón arquitrabado de piedra. Seguía un espacioso zaguán empedrado, con capacidad para dos carros. Un largo corredor permitía el paso de las caballerías hacia el redil trasero, donde estaban las cuadras y corrales, que se extendían a las otras dos edificaciones contiguas, una a la derecha y otra a la izquierda. Ocupaban el flanco cubierto del
patio, común a las otras dos viviendas, la cocina, la cisterna y el lavadero ( safareig). La ceniza que quedaba de las combustiones, se guardaba en una tinaja y se hacía servir para la colada (la bugà), constituyendo la lejía de la época. También en el ámbito de la cocina, junto a las caballerizas podía haber un retrete evacuado en un pozo ciego. Excusado que no era, en aquel tiempo del ¡agua va!, demasiado habitual en un domicilio.
En el final de la casa, aparecían un patio cerrado, la cocina, la despensa y la carbonera. Del centro hacia la calle quedaban, el comedor y varias salas de estar. En la segunda altura había otro terrado, que daba al primer patio, a más de alcobas y salones que daban a la calle. En el primer piso estaban los dormitorios y en el segundo, (las casas que lo tenían) el granero y el deposito de las vituallas.