Los códigos éticos son tan solo papel mojado
Dado que la ética se ocupa de estudiar el comportamiento humano en relación al bien y el mal así como los valores, o no, que se derivan, vale la pena reflexionar sobre esta frase del sociólogo alemán Max Weber (18641920): «El político debe tener amor apasionado por su causa, ética por su responsabilidad y medida en sus actuaciones». No descubro nada al afirmar que la clase -es un decir- política en general, con demasiada frecuencia hace referencia a supuestos códigos éticos que en teoría deberían regular sus comportamientos; no hay programa electoral ni mitin en los que no se hable de forma explícita. Digamos que, de cara al electorado, es un tema que queda bien.
Otra cosa es cuando este tipo de reglamento conductual debe aplicarse a casos concretos. ¡Aquí sí que se presenta un problema! En cualquier caso, en la práctica la cuestión resulta ser tan simplista como: si el código afecta al adversario, debe exigirse su cumplimiento. Si el código afecta al propio partido, es necesario buscar cualquier trapicheo para evitar su cumplimiento. Como decía La Trinca: «No passa res, no passa res...». ¡Y así va el país!
Ante hechos constatados me pregunto dónde queda la ética y lo que a efectos prácticos es aún más importante: la credibilidad. Como valor institucionalizado, la desvergüenza está servida, porque en el ecosistema político los códigos éticos son solo papel mojado.