‘El pisito’ de Sánchez
La vivienda, derecho constitucional, es la gran asignatura pendiente de nuestra democracia. Desde Adolfo Suárez a nuestros días todos los Gobiernos sacan suspenso en la materia. Rizando el rizo podríamos situar la política de vivienda de los gobiernos de Pedro Sánchez. Presentándose ante el respetable con la bandera del progresismo, no han puesto ni un solo ladrillo social y, sin embargo, han fomentado el anarquismo salvaje de los okupas, ahora reforzado con una nueva ley que no tendría desdoro en la manufactura del autarca Maduro.
La filigrana ilusionista de Sánchez Pérez vuelve a sus mejores momentos, primero dando gusto a los amiguetes que lo sostienen en la Moncloa garantizando un más grueso blindaje en beneficio de aquellos que invaden propiedades ajenas (okupas) y, seguidamente, exhibiendo la chistera en la que los pisos sustituyen a los conejos. Cada día el telepredicador que dirige el Ejecutivo va elevando el número de futuras construcciones públicas, en plan vocero de feria, pese a que las cifras resultan de auténtica risa para las expectativas reales de casi 50 millones de habitantes. Despropósito que nos retrotrae al neorrealismo del cine de los años 50, época dura para la economía de las familias que tiene su gran retranca en el El pisito, tragicomedia interpretada por Mary Carrillo y José Luis López Vázquez: 12 años de novios y sin poder pasar por el altar ante la imposibilidad de adquirir un piso.
Desde entonces hasta la Transición en España se construyeron cuatro millones de viviendas sociales, para atender las necesidades de una población de 34 millones. Tras cinco años gobernando, Sánchez anuncia 120.000 pisos públicos. Aunque no sabe cuándo ni cómo. Pero él vende.