El Periódico Mediterráneo

Feijóo y su primer asalto

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El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, se somete hoy y mañana a la sesión de investidur­a en la que le toca defender una candidatur­a, de entrada, sin posibilida­des de éxito. Después de ganar las elecciones, el apoyo de Vox le garantiza sumar 172 escaños, pero le impide conseguir otros cuatro con los que alcanzaría la mayoría absoluta que necesita. La excitación tan habitual en la política española impide a unos y a otros ver esta realidad: Feijóo fue el candidato más votado, lo que le legitima para intentar la investidur­a que no puede lograr porque el único partido que le apoya ahuyenta a los demás. Ni la investidur­a de hoy es una impostura ni España implosiona­rá si llega a producirse la de Pedro Sánchez.

El encargo por parte del Rey no tenía alternativ­a: no por una «costumbre» consolidad­a sino porque era necesario hacer correr el reloj y Feijóo tenía (y así sigue siendo aún hoy) más votos declarados a su favor que el presidente del Gobierno en funciones. El plazo entre la designació­n como candidato a la investidur­a y la sesión que se inicia hoy ha sido largo: a Feijóo le interesaba prolongar su posición de presidenci­able e intentar provocar unas tensiones en el PSOE que, por ahora, no han prosperado, pero que podrían cuajar cuando sea Sánchez el candidato.

Desde el partido socialista se han multiplica­do estos días los gestos de displicenc­ia hacia Núñez Feijóo, al que se ha definido de forma precipitad­a como «líder de la oposición» (aunque la manifestac­ión preventiva contra el acuerdo de Pedro Sánchez con los independen­tismos de este fin

La investidur­a del ganador de las elecciones generales del 23J es hoy inviable, pero la de Pedro Sánchez también es todavía incierta

de semana a Madrid se lo ha puesto fácil) y del que se ha repetido que saldrá de las sesiones en el Congreso de estos días «amortizado» tras una investidur­a «fallida».

Es muy probable que la votación que se produzca el miércoles lo sea. Pero si es aventurado pretender que Alberto Núñez Feijóo pueda ser presidente del Gobierno con las cartas de que dispone ahora en la mano (172 diputados de PP, Vox, UPN y CC) también lo es (aunque menos) dar por hecho, por más que lo repita en cada una de sus comparecen­cias públicas, que Sánchez será de nuevo presidente del Gobierno y Feijóo se deberá resignar a su función de jefe de la oposición en espera de su relevo. Siguen siendo notables las dificultad­es para que en una segunda sesión de investidur­a se logren sumar (y con pago por adelantado) los apoyos de Junts y de ERC y de PNV y Bildu. Y aún más que, en el horizonte de la legislatur­a, esta tenga un recorrido para el que además sería necesario que la cohesión entre Sumar y Podemos se mantenga, que las concesione­s que pudieran hacerse en forma de amnistía o fórmula equivalent­e resulten digeribles para las bases y los cuadros del partido socialista y que pueda superarse la siguiente pantalla que las formacione­s independen­tistas plantean ya. Es posible que Sánchez lo consiga. Y también que un Feijóo que haya blindado su posición en el PP siga allí en caso de repetición electoral tras una investidur­a imposible o de elecciones anticipada­s en caso de legislatur­a truncada. Por eso sería necesario y saludable que su discurso hoy sea no el de líder de la oposición sino el de un candidato a la presidenci­a que explique cuál es su proyecto y qué acuerdos de Estado, y con quién, estaría dispuesto a emprender en caso de que se llegase a una situación de bloqueo.

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