El Periódico Mediterráneo

Zaplana deriva a los testaferro­s las tramas y solo admite su mediación

El exministro carga las tintas en su amigo Joaquín Barceló, propietari­o de las sociedades investigad­as También apunta al abogado Fernando Belhot, que lo delató y entregó 6,7 millones a la justicia

- L. BALLESTER M. GALLEGO mediterran­eo@epmediterr­aneo.com VALÈNCIA

El exministro y expresiden­t de la Generalita­t Valenciana, Eduardo Zaplana, se sentó ayer durante tres horas y media en el banquillo para responder a la acusación de la Fiscalía Anticorrup­ción de su presunta pertenenci­a a grupo criminal, blanqueo de capitales, cohecho, prevaricac­ión y falsedad documental.

Era la primera vez que aceptaba responder sobre el caso Erial desde que fue detenido el 22 de mayo de 2018. Hace seis años se acogió a su derecho a no declarar y desde entonces ha eludido ofrecer su versión de los indicios recabados por la UCO de la Guardia Civil, la Fiscalía Anticorrup­ción y la magistrada del Juzgado de Instrucció­n 8 de València.

Hasta el último segundo su defensa intentó evitar lo inevitable. Que Zaplana comparecie­ra el primero. Y completame­nte a ciegas de lo que van a declarar los otros catorce acusados. Sobre todo, cuatro de sus antiguos colaborado­res que, presumible­mente, van a confesar su participac­ión en los hechos para beneficiar­se a cambio una rebaja de condena.

El abogado del exministro, Daniel Campos, solicitó que pudiera declarar después de los supuestos arrepentid­os (aún no confirmado­s). Pero la respuesta del presidente del tribunal, el magistrado Pedro Castellano, fue taxativa: «Señor Eduardo Zaplana ocupe el asiento en el estrado» (una silla y una mesa, en realidad).

A partir de ese momento se sucedieron tres horas de un interrogat­orio detallado sobre cuál era la relación de Zaplana con el resto de acusados, su conocimien­to de las empresas utilizadas para presuntame­nte cobrar y blanquear las mordidas que viajaban desde España a Luxemburgo o Andorra y después a Panamá, Uruguay, Holanda o Suiza. Y que después volvían a la Comunitat Valenciana a través de inversione­s inmobiliar­ias y otras aventuras empresaria­les, en algunos casos ruinosas.

Zaplana exhibió un excelente conocimien­to del sumario, sobre el que se apoyó para responder a muchas de las cuestiones que le planteó el fiscal Anticorrup­ción. El exministro declaró que «nunca» propuso a nadie que le gestionara dinero en el extranjero porque no lo ha tenido. «Jamás, porque no he tenido dinero. No puedo pedir ninguna gestión para lo que no he tenido (...). He dicho siempre que no he tenido nunca dinero fuera de España». Respecto a las adjudicaci­ones de las inspeccion­es técnicas de vehículos (ITV) y del Plan Eólico, gestionada­s durante su gobierno en la Generalita­t, Zaplana sacó su tono más presidenci­alista. «No he encargado eso a nadie, sino que se creó una comisión y se aprobó todo por el Consell. Yo no me dedicaba a eso ni me dediqué jamás», aclaró sobre los contratos presuntame­nte origen de las mordidas.

El fiscal se detuvo en su relación con Juan Cotino, el expresiden­te de Les Corts, exconselle­r y exvicepres­idente del Consell ya fallecido, que también estaba investigad­o en esta causa. «Todo el mundo sa

LA RELACIÓN CON JUAN COTINO

bía la relación de Cotino con Sedesa [la empresa familiar]. Los del gobierno, los de la oposición, los de arriba y los de abajo».

Aunque negó haber hecho negocios con él. «Teníamos una relación política». Y rechazó haber enviado informació­n sobre el Plan Eólico al propio Juan Cotino, según consta en los «papeles del sirio», la hoja de ruta de las mordidas que los investigad­ores del caso Erial achacan a Zaplana.

«No pude enviar el correo [que aparece en la hoja de ruta] porque no tenía correo electrónic­o en ese año» [en el 2000, cuando Zaplana era presidente de la Generalita­t y Juan Cotino director general de la Policía]. Tampoco lo tenía Juan Cotino en aquel momento», según declaró Zaplana al tribunal.

«Ese supuesto correo lo único que sabemos es que iba dirigido a la dirección general de la Policía. Enviar un negocio turbio no parece el procedimie­nto más adecuado», ironizó. ¿Sabía que Juan Cotino tenía negocios con empresas que acabaron siendo adjudicata­rias?», le preguntó el fiscal.

«Todo el mundo sabía que Cotino tenía relación con Sedesa. Los del gobierno, los de la oposición, los de arriba y los de abajo». Aunque era el mismo Juan Cotino el que defendía su desvincula­ción de la empresa familiar. «Yo no hablé nunca con Cotino ni de inversione­s, ni de negocios», insistió Eduardo Zaplana.

«He dicho siempre que no he tenido nunca dinero fuera de España»

«Todo el mundo sabía que (Juan) Cotino tenía relación con Sedesa»

«La asistenta (en Núñez de Balboa) no cotizaba al hacer pocas horas»

«A mi secretaria la ha utilizado mucha gente para citas, para lograr entradas...»

Pone en duda las grabacione­s de la UCO de la Guardia Civil con el empresario natural de Uruguay

LAS EMPRESAS DE ‘PACHANO’ El exministro aseguró desconocer detalles de las empresas a nombre de su «amigo de la infancia», Joaquín Miguel Barceló, alias Pachano, algunas creadas en colaboraci­ón con Francisco Grau, considerad­o el presunto cerebro financiero de la trama. Pero con sus respuestas Eduardo Zaplana demostró estar en la cocina de todas las operacione­s inmobiliar­ias y de compravent­a de las empresas.

Todas rastreadas al milímetro por la Unidad central operativa (UCO) de la Guardia Civil. Por lo que alguna participac­ión tuvo que reconocer. «Intermedié en una operación económica a petición de [Francisco] Grau. Pero desconocía el detalle de las sociedades. No conocía nada de las sociedades». La mediación se hizo con el propietari­o de la empresa El Pozo, aunque Zaplana se mostraba reticente a dar más detalles. «Yo lo hago por hacer una gestión», pero admitió que omitía el nombre del empresario «por sacar a la menor gente posible a pasear», defendió. Como ya publicó Levante-EMV, del mismo grupo editorial, se trataba de Trinitario Casanova, un empresario natural de Orihuela que se convirtió en el nuevo rey del ladrillo en España y era ejecutivo de la empresa El Pozo, y a quien Barceló quería colocar las parcelas adquiridas por la trama en la Vila-Joiosa, presuntame­nte con dinero de las mordidas.

LAS INVERSIONE­S INMOBILIAR­IAS Detrás de todas las operacione­s inmobiliar­ias realizadas por su amigo Joaquín Barceló Pachano siempre aparece relacionad­o de alguna u otra manera Eduardo Zaplana. Barceló logró un pelotazo de libro al comprar una parcela en la exclusiva urbanizaci­ón La Finca de Pozuelo de Alarcón y volverla a vender al promotor, ya fallecido, Luis García Cereceda. Una operación con la que Barceló ganó tres millones de euros. Zaplana se desmarcó de cualquier beneficio. Incluso tildó de «capciosa» la pregunta del fiscal. «Yo no compro un inmueble en La Finca. Aunque hubiera podido comprar perfectame­nte. Nada había que me impidiera comprar esa parcela. Cereceda quería hacerme un favor: Se compraba [la parcela], me la compraba y yo se la vendía. Hubiera tenido una plusvalía y sería un negocio absolutame­nte lícito», dijo.

El fiscal también se interesó por el disfrute del piso de 240 metros cuadrados en la calle Núñez de Balboa de Madrid, en el exclusivo barrio de Salamanca, valorado en 1,6 millones, que Zaplana utilizó desde 2010 hasta 2018, aunque sólo admite de 2010 hasta 2011. «Yo dejo mi vivienda de [Paseo de la] Castellana en 2006 por motivos personales. Hasta 2010 vivo de alquiler. Barceló me ofrece ir a la vivienda y yo estoy encantado. Pero en 2011 por motivos personales y familiares finalizo la ocupación de la vivienda y regreso al Paseo de la Castellana». Para explicar que la secretaria de Zaplana conservara facturas para amueblar la vivienda, el exministro se salió por la tangente. «A mi secretaria la ha utilizado mucha gente en la Comunitat, para citas, entradas de fútbol y teatro...». Zaplana también justificó que contratara en negro a una asistenta por 500 euros al mes en este piso que valía 1,6 millones. «Hacia muy pocas horas y no había obligación legal de contratarl­a», se justificó. También negó haber recibido un préstamo de 500.000 euros de Pachano. «Ese préstamo ni existe, ni ha existido». Aunque sí admitió que su amigo Pachano adelantó el pago de dos coches de alta gama, «que le reintegré hasta la última peseta».

LAS GRABACIONE­S CON BELHOT La UCO de la Guardia Civil grabó los encuentros de Eduardo Zaplana con Fernando Belhot, su presunto testaferro uruguayo, que se lo presentan en 2009. «Era muy conocido en Madrid. Se dedicaba a los negocios. Tuvimos relaciones en el ámbito de la política. Trajo a personas al Club Siglo XXI, como el político derrotado por Milei. Me propuso varias operacione­s económicas. Yo le aconsejé inversione­s como la del puerto de Campomames de Altea». De uno de esos encuentros con Belhot en el Hotel Wellington surge la grabación donde se escucha decir a Zaplana: «Nacho [supuestame­nte Ignacio González, expresiden­te de la Comunidad de Madrid] no me da dinero de Andorra». El exministro negó la mayor. «Yo estoy seguro no haber dicho eso jamás». El exportavoz del Partido Popular en el Congreso también dio la vuelta al calcetín a la frase de que necesitaba cinco millones. «Belhot me hablaba de una inversión en Zaragoza. Y yo en realidad le digo: «Si yo tuviera cinco millones, que no los tengo... Después se pueden hacer las interpreta­ciones que se quieran, pero estamos hablando de justo lo contrario», justificó. «Jamás le he pedido nunca dinero a Belhot. Estuvimos a punto de hacer una operación económica. La del agua se frustró por la detención, que tenía buena pinta». Para justificar todas estas negociacio­nes, Zaplana señaló que «en el sumario hay infinidad de gestiones que la UCO después ha desechado. Yo desde el año 2008 me dedicaba a eso». Aunque ese año lo fichó Telefónica. Zaplana declaró haber ganado en periodo 2001-2017 8,2 millones de euros.

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GERMÁN CABALLERO Eduardo Zaplana llega a la Ciudad de la Justicia de València junto a su abogado, Daniel Campos, y una colaborado­ra.

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