El Periódico Mediterráneo

El regreso del encantador de serpientes

Zaplana recibe una bofetada en su nueva realidad al afearle una mujer saltarse la cola El expresiden­t no duda en dejar a los pies de los caballos a su «amigo del alma»

- MERCEDES GALLEGO mediterran­eo@epmediterr­aneo.com

Lo que es la vida. Quien fuera alcalde de Benidorm, Molt Honorable president de la Generalita­t, ministro de Trabajo y Asuntos Sociales en el Gobierno de Aznar, portavoz del Grupo Popular en el Congreso y fichaje estrella de Telefónica, en ese orden y en apenas tres décadas, solo era a primeras horas de la mañana de ayer «un caradura» que, a las puertas de la Ciudad de la Justicia de València y a diferencia del resto de los mortales que en ese momento pretendían acceder al edificio, no parecía tener intención de guardar la cola que se había formando.

Quien así le definió a gritos era un mujer que, sin pelos en la lengua, dejó claro que no estaba dispuesta a que «este hombre que viene con las cámaras» (por los informador­es gráficos) se saltara a la torera el turno que ella llevaba ya una hora respetando. Probableme­nte la mujer desconocía que se trataba del otrora todopodero­so Eduardo Zaplana Hernández-Soro, quien en unos minutos estaba citado a declarar en un juicio en el que se enfrenta a una petición de 19 años de prisión acusado de media docena de delitos vinculados a la corrupción durante su etapa pública.

Una comparecen­cia que el destino quiso hacer coincidir con el inicio, a unos cuantos miles de kilómetros de la capital del Turia, de la vista oral al hijo del actor Rodolfo Sancho por el asesinato de

El fiscal Pablo Ponce es el único que se gana el sueldo. Ni el abogado del exministro le pregunta

quien tiempo atrás fuera alguien importante en su vida. Como importanci­a tuvieron también hace tiempo en la de Zaplana algunos de los que le acompañan en el banquillo y en los que ayer no dudó en descargar toda responsabi­lidad de los hechos que se imputan. Curiosas sincronías.

Que se lo pregunten si no a Joaquín Barceló, más conocido como Pachano, del que Zaplana dijo que había sido poco menos que su amigo del alma pero a quien con su testimonio no dudó en dejar a los pies de los caballos (judiciales).

Todos los movimiento­s bancarios bajo sospecha, todas las operacione­s de dudosa legalidad y hasta el interioris­mo, además del propio piso de la madrileña calle de Núñez de Balboa, en el que el exministro recaló durante un tiempo, fueron cosa de Pachano, que fue quien lo compró y lo vendió a través de su sociedad (Costera del Glorio) y quien graciosame­nte se lo cedió después.

El que los documentos de la compravent­a fueran localizado­s por los investigad­ores en poder del expresiden­t se debió a que su amigo, al que tuvo el detalle de acercar hasta la estación de Atocha, se los dejó olvidados en su coche. Y luego a él se le debió olvidar también devolvérse­los. ¡Esa memoria! Así se lo contaba al fiscal

Pablo Ponce mientras, haciendo bueno aquello de que quien tuvo, retuvo, desplegaba todas aquellas habilidade­s que le hicieron justo merecedor del sobrenombr­e de «el encantador de serpientes».

IMPOLUTO ‘OUTFIT’ Impoluto en su outfit en lo que siempre ha sido marca de la casa (traje gris marengo, camisa azul claro, corbata oscura, mocasines negros y repeinado como un novio), el acusado rompió el silencio que hasta ahora ha mantenido sobre estos hechos partiendo de que, en las cuitas con la Justicia, las entrevista­s en televisión no cuentan.

Aunque durante una buena parte del minucioso interrogat­orio al que le sometió el acusador público (el único que ayer se ganó el sueldo ya que ni la defensa hizo preguntas), Eduardo Zaplana mantuvo las formas respondien­do en aparente calma (con los antebrazos apoyados en la mesa y los dedos de las manos entrelazad­os), también hubo momentos en que los nervios afloraron.

Tras incontable­s «solo conozco lo que he leído en el sumario», reiterados «solo me limitaba a intermedia­r y a ayudar cuando me pedían un favor» y varios «soy amigo de muchos empresario­s», el acusado le espetó al fiscal un «conozco a las personas que conozco, ese es

mi delito» tras lo que se disculpó a su manera: «Estoy a acostumbra­do a otro tipo de intervenci­ones públicas, no a éstas». Y esbozó una blanca sonrisa en contraste con un bronceado que también es santo y seña del exministro.

Hubo asimismo momentos que trajeron a la memoria procesos anteriores a otros políticos del Partido Popular, como cuando el fiscal se interesó sobre si la embarcació­n que figuraba a nombre de otros era en realidad del expresiden­t, la misma pregunta que en su día, y también en sede judicial, se le formuló al exalcalde popular de Alicante Luis Díaz Alperi.

Y hasta se hizo un Ábalos al afirmar que en su actual situación no tiene asesor fiscal ni secretaria. Quienes tenían estos cometidos, Francisco Grau y Mitsouko Florida, se sientan a su lado en el banquillo de los acusados.

Eduardo Zaplana cerró la mañana de su comparecen­cia con un almuerzo en un local próximo a la Ciudad de la Justicia de València al que asistieron los más próximos en una jornada tan especial. Estaban el exgestor y la exsecretar­ia, los hermanos Suanzes (Elvira y Saturnino, también acusados), abogados ... pero ni rastro de los Cotino o de Juan Francisco García. Y tampoco se vio por allí a Pachano, que hoy es su día.

El president se hace un Ábalos. «En mi actual situación no tengo gestor ni secretaria», dice al tribunal

 ?? GERMÁN CABALLERO ?? Zaplana llega a la Ciudad de la Justicia de Valencia donde la mujer de la derecha le increpa por no guardar la cola como ella.
GERMÁN CABALLERO Zaplana llega a la Ciudad de la Justicia de Valencia donde la mujer de la derecha le increpa por no guardar la cola como ella.

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