Letiziamanía: la esperanza ‘real’
El periodista Martín Bianchi Tasso reflexiona en ‘Letizia en Vetusta’ sobre cómo la sociedad ha acogido la deriva de la Casa Real en las últimas dos décadas. La Reina «es la única de esa familia que, hasta los 30 años, pagaba su hipoteca, iba al supermerc
El 22 de mayo de 2004, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz contrajeron matrimonio en la catedral de la Almudena de Madrid. El evento, que reunió a 1.200 invitados entre los que se encontraban representantes de casas reales, jefes de estado, familiares y diferentes personalidades con mayor o menor vínculo con los contrayentes, ponía el broche feliz a un noviazgo que había estado a punto de frustrarse.
«Cuando Manuel Guedán, el editor, me pidió un libro para su colección de Episodios Nacionales, me comentó que podría estar bien hacer uno sobre la realeza. Le propuse hacerlo sobre Letizia. Coincidía además que se cumplían 20 años de la boda, así que me parecía un buen momento para echar la mirada atrás y escribir no tanto sobre la Reina, sino sobre España y cómo diferentes sectores sociales recibieron a Letizia», explica Martín Bianchi Tasso, periodista que acaba de publicar Letizia en Vetusta (Lengua de Trapo, 2024).
El libro repasa cómo fue recibido por la ciudadanía el compromiso de Felipe y Letizia y las consecuencias que la boda tuvo para la Reina y su familia. Todo ello narrado con la inteligencia que caracteriza a Bianchi. Del mismo modo que el periodista se debate entre la contradicción generada por el racionalismo republicano y el sentimentalismo monárquico, la Corona española se debate entre la incoherencia que supone operar en estructuras de poder contemporáneas con unos conceptos arcaicos y medievales. Una situación para la que ha sido clave la figura de Letizia.
«Existe una institución, la Jefatura del Estado, que no tiene que recabar ningún consenso porque es hereditaria y no está sometida a las urnas. La única persona de esa institución que no forma parte de ella originalmente, es Letizia que, además, es la única que, hasta los 30 años, pagaba su hipoteca, iba al supermercado... A día de hoy, todavía tiene esa conexión con la realidad, con esa sociedad que no llega a fin de mes, que tiene que hacer méritos para progresar en su vida profesional y es justamente por eso por lo que es una figura tan valiosa para ellos», explica Bianchi, que destaca cómo esa contradicción entre tradición y modernidad está aún más acentuada por el propio actuar despreocupado de los miembros de la Familia Real .
Un cambio a la normalidad
«Ahora hay una Familia Real que es la de Felipe, Letizia y sus hijas y otra , que es la de Juan Carlos, sus hijas y sus nietos. Esta parte, apoyada por los saudís y la familia real griega que más dinero tiene, sigue con esa vida juancarlista del jet privado, de residir en una isla en Abu Dabi, de trabajar en el extranjero, de mantener reuniones con gente indeseable y de no dar explicaciones», puntualiza.
Bianchi, además, resalta cómo el fenómeno Letizia también se ha dejado notar en aspectos más personales como, por ejemplo, las aficiones culturales de los nuevos monarcas, y su círculo social.