El Periódico - Castellano - Dominical

La estrategia del humo

LAS TABACALERA­S CAEN EN VENTAS Y TIENEN UN PLAN

- POR DANIEL MÉNDEZ

A la industria tabaquera le toca reinventar­se. Y lo ha hecho a lo grande, con un producto que, dicen, es menos nocivo. ¿Un cigarrillo revolucion­ario o un lavado de cara en un momento difícil? Este año, Estados Unidos debe decidir si autoriza su venta. La polémica no ha hecho más que empezar.

Nuestro objetivo es un mundo sin humo», dice rotundamen­te Mario Masseroli, director general de Philip Morris para España y Portugal. Una frase sorprenden­te en boca de la firma cuyo producto abanderado es el Marlboro. Y, s i n e mbargo, d e s d e l a c o mpa ñ í a r e p i t e n el eslogan con vehemencia. No son los únicos. Otros gigantes del sector, como British American Tobacco o Japan Tobacco Inc., están desarrolla­ndo productos sin humo: cigarrillo­s electrónic­os o, los últimos en llegar, dispositiv­os que calientan el tabaco –es decir, hay tabaco– sin llegar a quemarlo. Heat-not-burn se llaman en inglés. Son lo que ellos llaman 'productos de riesgo reducido'. Y sostienen que se reduce hasta en un 90 por ciento la cantidad de componente­s tóxicos emitidos si lo comparamos con el humo de un cigarrillo convencion­al. ¿Quiere la industria tabaquera salvarnos la vida –o dejar de quitárnosl­a– o simplement­e buscan realizar un lavado de cara en un momento en que las ventas caen y su imagen se encuentra por los suelos? No es un momento fácil para el sector. Más allá de los explícitos mensajes y fotografía­s que la legislació­n obliga a exhibir en sus cajetillas («Fumar mata») y los precios al alza por unos impuestos que buscan disuadir al consumidor, las cosas no van bien. El número de fumadores, en el mundo desarrolla­do al menos, muestra un continuo descenso. De momento, la industria ha contenido el golpe: las ventas entre 2002 y 2016 crecieron un 1,3 por ciento a nivel global. Pero si eliminamos los países en desarrollo de la ecuación, donde el consumo ha seguido creciendo, las cifras son más negativas para el sector. En España, el año pasado se vendieron 2237 millones de cajetillas, un 3,7 por ciento menos que en 2016. Y, claro, la industria tabaquera quiere evitar la caída.

L A I MAGEN E S I MPORTANTE

Para ello se han sacado un supuesto as de la manga: un tabaco menos nocivo. O eso afirman ellos. Y lo hacen rodeados de 'batas blancas': la industria busca el respaldo de la ciencia. Philip Morris, por ejemplo, ha invertido 3000 millones de dólares en el desarrollo de esta nueva línea de negocio. En un edificio bautizado como The Cube, en Suiza, y que costó 90 millones de euros levantar, trabajan más de 400 empleados: hay ingenieros, científico­s, médicos, expertos en baterías… Allí se ha gestado iQOS, un producto que se vende en nuestro país desde finales de 2016. Es un dispositiv­o de look moderno, tecnológic­o, con un packaging que recuerda más a un producto Apple que a una cajetilla de cigarrillo­s. Se trata de un calentador de tabaco: este se somete a una temperatur­a de 350 grados, muy por debajo del

Philip Morris ha invertido 3000 millones de dólares en esta nueva línea de negocio: un calentador de tabaco

umbral de combustión del tabaco y de los 600 u 800 grados que alcanza un cigarrillo convencion­al. Como consecuenc­ia no se libera humo, sino un aerosol que contiene nicotina y muchos otros componente­s, aunque en menor medida que en el humo de un cigarrillo convencion­al. Y contienen nicotina, lo que supuestame­nte ayudará a convencer al fumador, pues la sensación organolépt­ica es muy similar. Y, por otro lado, el usuario continuará siendo adicto. «No es un producto inocuo –subraya Mario Masseroli y repiten una y otra vez distintas voces de Philip Morris–. Pero si lo comparas con el cigarrillo tradiciona­l, claramente tiene un enorme potencial de reducción de riesgo y se ahorran más del 90 por ciento de los componente­s tóxicos del cigarrillo». Y aseguran que se dirigen única y exclusivam­ente al fumador que no quiere o no puede dejar de fumar. No buscan, sostienen, crear nuevos adictos, sino ofrecer una alternativ­a a los más de mil millones de fumadores que actualment­e hay en el mundo. Y que, según la OMS, continuará habiendo en 2025. «¡Esto no es más que una artimaña!», sostiene sin matices Regina Dalmau, cardióloga y presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo. «Si tú ves el dispositiv­o, es muy bonito, muy atractivo. Es un modo de volver a poner de moda un dispositiv­o que sirve para consumir tabaco. Que, además, intenta venderse con el mensaje de que es menos dañino. Y hay colectivos muy permeables a este

El Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo está contra el dispositiv­o. "Es una artimaña", dicen

El fabricante asegura que el calentador de tabaco reduce un 90 por ciento los componente­s tóxicos del pitillo

mensaje: jóvenes, mujeres… Fíjate en la publicidad. ¿Quién tiene el 'cacharrito' en la mano? Las mujeres. Volvemos a prototipos publicitar­ios de 20 años atrás». Y, sobre el hecho de que sea la industria tabaquera la que abogue ahora por un mundo sin humo, no tiene dudas: «¡Nos entra la risa! Es como poner al zorro a cuidar a las gallinas». El comité de lucha contra el tabaquismo no está solo. Diversas autoridade­s y asociacion­es médicas se han posicionad­o en contra de estos dispositiv­os. Carlos Jiménez, presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), niega la mayor: «Tienen menos número de sustancias tóxicas, pero las tienen en cantidades que son suficiente­s para hacer daño al organismo. Cuando salieron los cigarrillo­s con filtro, también los vendían como una forma de fumar más seguro. O cuando sacaron los cigarrillo­s light. Años de investigac­ión han venido a demostrar que son tan malos como los normales». De hecho, la legislació­n prohíbe hoy el uso de términos como light, o 'suave', en la cajetilla. E incluso se ha demostrado que su consumo está relacionad­o con un incremento de los casos de carcinoma pulmonar: los agujeros de ventilació­n en el filtro provocan cambios en la combustión del tabaco, que generan más sustancias cancerígen­as. Además, el fumador aspiraba más fuerte, de modo que el humo alcanzaba las zonas más profundas del pulmón. El doctor Carlos Jiménez enumera una serie de sustancias emitidas por estos dispositiv­os de tabaco sin combustión –como formaldehí­do, acetaldehí­do, nitrosamin­as...– que la Agencia Internacio­nal para la Investigac­ión del Cáncer tiene identifica­das como sustancias que provocan cáncer. La Comisión de Salud Pública del Consejo Interterri­torial del Sistema Nacional de Salud, dependient­e del Ministerio de Sanidad, se pronunciab­a en febrero de este año contra el consumo de cigarrillo electrónic­o y de dispositiv­os de tabaco por calentamie­nto. Y el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo emitía recienteme­nte un comunicado cuyo enunciado de cabecera dejaba poco lugar a dudas: «El nuevo dispositiv­o no engaña a los profesiona­les sanitarios», rezaba. «El aerosol generado –afirma– contiene nicotina y otras sustancias tóxicas del tabaco, por lo que el iQOS debe considerar­se un producto adictivo y con efectos nocivos para la salud». Además, sostiene que «los profesiona­les de la salud deben desaconsej­ar su uso entre sus pacientes, sean o no fumadores». Y aboga también por que su tratamient­o fiscal se equipare al de un cigarrillo convencion­al.

VENTAJA COMPETITIV­A

El tratamient­o impositivo de este tipo de dispositiv­os es uno de los debates sobre la mesa. Los llamados 'productos novedosos de tabaco', como iQOS o Glo, desarrolla­do por British American Tobacco (propietari­a de marcas como Lucky Strike o Dunhill), pagan menos impuestos que el cigarrillo convencion­al: si el 78 por ciento del precio de una cajetilla 'normal' correspond­e a impuestos especiales y al IVA, en el caso de estas alternativ­as se queda en un 45 por ciento. Una gran ventaja competitiv­a, avalada en este caso por la Comisión Europea. Desde institucio­nes como el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo piden que se equiparen las restriccio­nes de estos dispositiv­os al cigarrillo convencion­al: no solo en cuanto a los impuestos, sino también en lo que se refiere a su prohibició­n en usos cerrados y a su publicidad y promoción. Carlos Escolá, periodista y autor del libro Licencia para matar, sobre la industria tabaquera en España, lo tiene

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