Zarzalejos
Madrid es, hoy por hoy y políticamente hablando, un patio de corrala en el que las riñas de las vecindonas ensordecen cualquier análisis de lo que ocurre en el país. Las crisis gritonas se superponen. Será cierto que Catalunya está «empantanada» y que el crecimiento económico futuro de la comunidad es problemático. Pero también lo es que el independentismo ha inaugurado su «primavera» con unos cuantos éxitos de imagen y políticos que demostrarían que el secesionismo sigue jugando su partido y moviendo estratégicamente sus bazas, mientras la política española se sume en el invierno del desconcierto. El ruido en la capital es de tales decibelios en todos los partidos e instituciones –con la salvedad de Ciudadanos– que los círculos del poder central viven ajenos a la gravedad de los acontecimientos en Catalunya.
La que ha transcurrido ha sido una semana exitosa en la prórroga del procesismo que ahora se está dilucidando. Carles Puigdemont –nos lo advierte Jordi Canal en su libro Con