Retorno a la esencia del cruyffismo
De pronto, y zarandeado por la herida que jamás se curará de la caída en Roma, el Barça de Valverde emprendió un viaje a los orígenes del cruyffismo. Fue, en todo momento un equipo ordenado con balón, capaz de aplastar al Sevilla con una racional ocupación de los espacios, donde los actores secundarios dibujaron un rol perfecto para que las estrellas aparecieran. Tuvo la venenosa presión que parecía patrimonio exclusivo del Barça de Guardiola y tuvo, además, el control y la jerarquía que necesitaba a través de una cuidadosa selección del balón.
Así, y sin que nadie pudiera imaginarla, el Barça gobernó de manera dictatorial la final. Andrés tocaba, Leo rompía, Suárez iba al espacio, Busquets tenía el mapa del partido, mientras Rakitic dejaba otra lección táctica. Pero el equipo de Valverde se reencontró con el manual original del viejo (y gran) Barça. Un homenaje a Johan con el balón en los pies.