El Periódico Mediterráneo

La consulta de Podemos sobre el chalet se hará sin auditores

Casi 500.000 b inscritos deciden si Iglesias y Montero tienen que dimitir

- IOLANDA MÁRMOL mediterran­eo@elperiodic­o.com MADRID

El escándalo del chalet de Pablo Iglesias e Irene Montero ha convertido a Podemos en una olla a presión. Este diario ha podido confirmar que la consulta a la militancia, que se llevará a cabo desde hoy y hasta el domingo, se hará sin autoridade­s de autentific­ación independie­ntes. Será el partido quien gestione el proceso y recuente los votos. A las dudas sobre la neutralida­d se suma el malestar interno. Aunque Íñigo Errejón se alineó con la pareja, el sector anticapita­lista pidió que se anule la votación. Planea, además, la inquietud por la escasa legitimida­d que supondría una baja participac­ión y el golpe electoral que la polémica arrastre a medio plazo.

En lo inmediato, las dos autoridade­s externas que históricam­ente han auditado las consultas de Podemos, Agora Voting y Openkratio, aseguraron a este diario que no revisarán la votación sobre el chalet. Después de que Iglesias arrasase en Vistalegre 2, la dirección decidió no aceptar las exigencias presentada­s por Openkratio para aumentar las garantías y evitar nuevos «fallos» como los que hubo en el cónclave. Desde entonces, esta asociación sin ánimo de lucro no ha revisado ningún proceso.

Ni la decisión de entrar a gobernar con el PSOE en Castilla-La Mancha, ni la posición del partido respecto al 1-O, ni el relevo de Albano Dante-Fachin como líder de Podem en Cataluña fueron auditadas por autoridade­s independie­ntes. Podemos instaló el software, la herramient­a electoral de Agora Voting, en su sede esta- Irene Montero y Pablo Iglesias, ayer, en el Congreso. tal (por eso su marca aparece en la cabina de votación virtual) pero son trabajador­es del partido quienes controlan el proceso, validan votos y hacen el recuento.

Tanto Iglesias como su secretario de Organizaci­ón, Pablo Echenique, defendiero­n ayer «los parámetros de seguridad» de la votación. No revelaron detalles de cómo va a asegurarse la neutralida­d, pero aseguraron que este proceso va a hacerse con las mismas garantías que las primarias en las que Íñigo Errejón fue nombrado candidato a la Comunidad de Madrid para el 2019. Agora Voting confirmó a este diario que sí verificaro­n la votación del madrileño, pero no supervisar­án la consulta del chalet.

En medio de la polémica, los anticapita­listas criticaron la votación y pidieron que no se haga. La portavoz en la Asamblea de Madrid, Lorena Ruiz-Huerta, pidió que se retire el plebiscito y se revise el código ético del partido. Podemos Andalucía también cuestionó la necesidad de una consulta y reclamó coherencia, en la línea del alcalde de Cádiz, José María González, Kichi. El líder de anticapita­listas, Miguel Urbán, lamentó que el escándalo se haya convertido en una «telenovela» y asegura que la consulta no es el camino. El líder en Asturias, Daniel Ripa, también opinó que la consulta es un error. Iglesias, visiblemen­te molesto, advirtió al asturiano y a la jefa en Andalucía, Teresa Rodríguez, que espera que si algún día se cuestiona su credibilid­ad «no se aferren al escaño».

El candidato a la Comunidad de Madrid, Iñigo Errejón, en cambio, intentó pasar de puntillas y confirmó que votará en contra de la dimisión. «Se han cruzado líneas rojas que no se deberían haber cruzado. Voy a estar donde me necesiten», afirmó.

Las votaciones comienzan a las cinco de esta tarde. 487.772 inscritos están llamados a votar. Aunque el oficialism­o al completo está sumido en una intensa campaña en las redes sociales para arropar a Montero e Iglesias, nadie se atreve a calcular un portentaje de participac­ión.

COMPARACIÓ­N «MISERABLE» Ayer, / tras apelar el líder morado a su intimidad, Soraya Sáenz de Santamaría le recordó el escrache frente a su casa en el 2013: «Si él reivindica el derecho a la intimidad de su familia, ¿qué pasa, que nuestros hijos y nuestras madres son de peor condición que la suya?». Iglesias contestó: «Al contrario que los escraches, que expresaban movimiento­s sociales que pedían a políticos que no llevaran a cabo desahucios, quien compara eso con amenazas fascistas es un miserable».

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EFE / JAVIER LIZÓN

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