HERENCIA BRITISH
Cuando los colonos ingleses arribaron a las costas de Nueva Inglaterra, no sólo trajeron su té y sus desayunos contundentes. También transmitieron su costumbre de vestir las casas con hiedra, tal como se ve en esta del estado de Maine, cuya veleta exhibe una brillante langosta dorada como guiño al alimento más apreciado de esta zona.
El caso es que hay algo en esa superficie azul de agua inquieta que refleja el sol y retransmite su temblor, que ha fascinado a muchos artistas. Al que más a David Hockney, que las pinta obsesivamente como intentando desentrañar su misterio, pero también a Picasso que parece que en 1961 pintó el fondo de la de su amigo Antonio el Bailarín, en Villa El Martinete. Pero como sabemos, el arte hace mucho que dejó de circunscribirse a los pinceles, y en ese sentido, la piscina más sugerente es la que creó el artista Leandro Erlich en Kanazawa ( Japón). A través de una ilusión óptica, los visitantes pueden ver a otras personas que parecen estar sumergidas y andan tan campantes vestidos por el fondo de la piscina. Otra artista, Susanne Lorenz, ideó junto a los arquitectos canarios AMP el Badeschiff de Berlín a partir de un larguísimo casco de barco, esta vez con un resultado funcional ya que se usa como piscina en verano y como sauna en invierno. Otra piscina municipal que llama la atención es Les Bains des Docks, diseñada por Jean Nouvel en Le Havre, todo un complejo de volúmenes geométricos tan blanco como espectacular, que combina piscinas cubiertas y descubiertas que se conectan entre sí.
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