ELLE Decoration (Spain)

Se llama Villa Roccia, está situada en Lugano, es obra de Mario Campi de finales de los sesenta y, en dos palabras, es ¡inmensamen­te bella!

A fnales de los 60, Mario Campi creó una villa de arquitectu­ra revolucion­aria junto al lago de Lugano. Tras un período oscuro, hoy Villa Roccia recupera su espíritu rompedor.

- REALIZACIÓ­N: CHIARA DAL CANTO. FOTOS: HELENIO BARBETTA/ LIVING INSIDE. TEXTO: MAR SANTAMARÍA.

Solo era cuestión de tiempo que esta joya escondida volviese a brillar en todo su esplendor. Se trata de Villa Roccia, una vivienda singular, en la zona de Lugano, que se mimetiza con la roca, trepando en tres alturas y exhibiendo su soberbia arquitectu­ra de cemento y cristal. Piedra, agua y vegetación para circundar un edifcio tan intemporal como moderno en su época. Cuando el arquitecto Mario Campi lo construyó a fnales de los años 60 fue toda una revolución para una zona de arquitectu­ra más conservado­ra. Campi, uno de los arquitecto­s más representa­tivos de la llamada Scuola Ticinese (que incluía nombres como Livio Vacchini, Luigi Snozzi, Aurelio Galfetti y, el más famoso de todos ellos, Mario Botta), nació en Zurich, pero gran parte de su trabajo lo desarrolló en el área de Lugano. Recibió el encargo del pintor Felice Filippini, quien quería establecer­se en la región y buscaba la mejor luz para pintar en un estudio orientado al norte. El resultado fue una villa integrada en el paisaje cuya estructura juega magistralm­ente con la simetría, los volúmenes y la armonía. El siguiente inquilino, el músico Alexis Weissember­g (“uno de los mejores pianistas de nuestro tiempo”, según Von Karajan), no tenía la misma sensibilid­ad para la arquitectu­ra y sus reformas no fueron particular­mente amables con la singularid­ad de la vivienda. Pero los actuales propietari­os, el empresario hotelero François Droulers y la diseñadora de joyas Chiara Costacurta, supieron ver más allá de la cobertura y adivinaron paredes de maderas exquisitas y magistrale­s techos de cemento articulado­s en bloques geométrico­s. La restauraci­ón que emprendier­on sacó a la luz los tesoros que habían permanecid­o ocultos. “Trabajamos juntos con un equipo extremadam­ente competente”, nos cuenta François Droulers, “los herederos del Estudio Campi, que conservan los diseños originales, para la parte arquitectó­nica; el Droulers Studio, es decir, mis hermanas Nathalie y Virginie, para el diseño de interiores; Sophie Ambroise para el jardín; y Marco Pollice para el proyecto de iluminació­n.” Y así Villa Roccia, donde François y Chiara viven con sus cuatro hijos, recuperó su mejor cara para brillar escoltada por la pared rocosa. “Al principio, la proximidad de la roca puede parecer amenazador­a”, apunta Chiara Costacurta, “pero, en realidad, la casa solo comunica energías positivas y una gran sensación de bienestar.”

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