L
a casa Santa María está situada, junto a la iglesia de su mismo nombre, al fnal de trescientos cuarenta escalones que conectan el centro histórico de Ragusa con la parte más elevada de la ciudad, la cual fue reconstruida después del terremoto de 1693. Sus calles, de un estrechismo medieval, y edifcios, de un barroco tardío, han aparecido en diferentes películas. Allí se encuentra esta vivienda del siglo XVIII, residencia privada y, en parte, alojamiento turístico. Con 200 m2 posee dos entradas, una al sur con escaleras y la otra al este, en una angosta callejuela. A lo largo de los años su apariencia externa ha ido cambiando, los edifcios se superponían y los límites de las propiedades eran difusos. Uno de los retos que se plantearon los propietarios fue unir espacios y crear una continuidad práctica y agradable a la vista. Valentina Giampiccolo y Giuseppe Minaldi, arquitectos, fueron los encargados del proyecto, una intervención conservadora que abogaba por el respeto al pasado y la pureza de materiales. Quisieron exaltar las peculiaridades de la estructura original, manteniendo su historia y el encanto intrínseco de las cosas antiguas, crear un “vestido de cuento” para una forma de vida íntima y sencilla. Además, propusieron adaptarla a la actualidad incrementando su funcionalidad y confort. Durante la reforma restauraron los suelos, las puertas y elementos arquitectónicos como arcos o nichos, de forma que todo volviera a su aspecto original. Se intentó conservar la pátina en óleos y metales, al igual que las irregularidades propias del paso del tiempo. Hoy, sus tres plantas albergan espacios muy heterogéneos, la primera, cavada en la roca y con techos abovedados, mantiene el suelo original, aquí se ubican los dos dormitorios para huéspedes, una mezzanine conduce a la segunda por una escalera de piedra, donde están el salón, la cocina, el dormitorio principal y una íntima salita y la tercera, acoge un pequeño ático con acceso a la terraza con vistas espectaculares. Todas comparten la gran estructura de metal, fjada a las dos cubiertas, parece estar suspendida ya que está separada del techo y del suelo. Actúa visualmente como una lente que recoge la luz natural y la transporta desde la parte superior a los tres niveles durante el día, mientras que por la noche ilumina el espacio interior a través de una serie de lámparas. La decoración es un concurrido punto de encuentro, allí una butaca de terciopelo verde de los 60, un reloj de cocina de los 50, maletas de piel de los 40 o las pinturas contemporáneas de Sergio Fiorentino que conviven y se mezclan como los ingredientes de un buen
placentero.• capuccino, siendo el resultado, altamente
La gran estructura de hierro es un diseño de Studio GUM, al igual que la iluminación. El jarrón a rayas es Bosa en Korè Ragusa, a la izquierda sofá mostaza de Denstore, sillón verde y lámpara, ambos de los 60. Las fotografías, Memoriaeloci, son de Emanuela Minaldi. Los suelos de piedra y la puerta, restaurada, son los originales de la casa.