EL PINTOR DEL SILENCIO
Es muy difícil llegar a lo simple. Pocos son los maestros que lo logran. Detrás de lo que los profanos vemos en una habitación casi desnuda, con materiales sin tratar y piezas colocadas aparentemente al azar, hay todo un trabajo de selección que parte de una intención: provocar una elegante emoción de desposeimiento. Revestimientos y proporción juegan aquí su baza, los primeros deben parecer "crudos" y la segunda lo es todo, de ella depende que nos trague el espacio o nos sintamos en paz. El artista danés Vilhelm Hammershøi (1864-1916) descrito con el poético apelativo de "pintor del silencio" lo cuenta de maravilla en sus cuadros y en él se ha inspirado la diseñadora Britt Sisseck para el proyecto de su propia vivienda que desvelamos en estas páginas. Hay que quitar, desplazar, quitar, colocar, quitar, probar, quitar... algunos lo logran a la primera, benditos sean. Aunque lo parezca, esta simplicidad no es cuestión de un estilo, se trata de un mensaje que es posible transmitir tanto en espacios, como el del cuarto de baño que traemos a la portada -cemento en bruto y cañerías a la vista, en ningún caso primitivo-, en elementos aislados, tal que la escalera volada ideada en una casa madrileña por el maestro interiorista Diego Rodriguez ¡no quiero pensar en lo que deben pesar esos peldaños que parecen flotar!, y hasta en todo un lodge a la orilla del río Zambeze. Detrás de cualquiera de ellos subyace una propuesta común: disfrutar de lo esencial. Y lograrlo tiene truco, la categoría de los elementos empleados ha de ser muy alta pero sin exhibición, ni de su valor ni del esfuerzo que ha costado, debe parecer que el largo
principios.• camino ha sido fácil. Hablamos de elegancia, al final siempre volvemos a los
Aunque lo parezca, esta simplicidad no es cuestión de un estilo, se trata de un mensaje”