MONICA DAMONTE Y VICTORIA LACARRIEU
BUENOS GENES
En sus 25 años de carrera, la interiorista Monica Damonte ha firmado hoteles y residencias privadas en todo el mundo y entre sus clientes se encuentra el director Francis Ford Coppola. En 2016 fundó junto a su hija, la diseñadora y fotógrafa Victoria Lacarrieu, el estudio Damonte&lacarrieu, con oficinas en Italia y Francia y una conceptstore en Saint Tropez.
En el norte de Italia, entre el curso de los ríos Tanaro y Bormida, encontramos las Langhe, una de las zonas más bonitas del Piamonte. La espectacularidad de este paisaje de colinas cinceladas durante siglos por el cultivo de viñedos, valles y pueblos fortifcados coronando los cerros le valieron en 2014 ser nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que esta región haya permanecido en la retina de una joven pareja de emprendedores que lo eligieron como lugar para asentarse con sus dos hijos después de vivir durante muchos años en el extranjero. Decidieron apostar por una granja abandonada en la cima de una de las colinas, con vistas de los pueblos vecinos, Verduno La Morra y Barolo, y una panorámica de 360 grados de la naturaleza que la rodea, para crear la que sería la casa de sus sueños. La arquitectura de Haus 13, como llamaron a esta nueva villa, es el fruto de revisar la construcción del edifcio agrícola anterior desde el punto de vista del Movimiento Moderno estadounidense de los años 50. Planteada en un único nivel de grandes dimensiones con una gran área común de 400 metros cuadrados como centro, la casa deja parte de su estructura a la vista, como las vigas de hierro y los pilares de hormigón armado, a las que las paredes de cristal y tragaluces aportan una sensación de ligereza, dando como resultado una caja de cristal con un armazón de un marcado estilo industrial. En la lista de requisitos que debía cumplir su nuevo hogar, los propietarios escribieron que el paisaje fuese una parte más de la casa. Para lograrlo, jugaron al despiste con las fronteras, alternando las estancias cerradas por ventanales de suelo a techo con patios pavimentados con madera y delimitados con estructuras en voladizo, logrando difuminar los márgenes entre el interior de la propiedad y el exterior y dejando que la luz campara a sus anchas por todos los rincones.