En un edificio de finales del s. XIX, el apartamento de la diseñadora Trissia Stavropoulos.
En este oasis verde y luminoso de Amberes, la ciudad de los diamantes, vive la creadora de joyas belga de origen griego, Trissia Stavropoulos, que ha ideado espacios donde triunfa el mix & match.
Al igual que las joyas, los interiores nunca deberían ser simples o aburridos”, dice la diseñadora Trissia Stavropoulos al abrir la puerta de su casa inundada de luz natural. Fundadora, junto con sus dos hermanas, de la marca de joyería de diamantes Stavros Sisters (www.stavrossisters.com), vive junto con su compañero Guido Kell y su hija Kassandra, de cinco años, en una elegante casa cuya edificación está fechada alrededor del año 1890. “Se encuentra en un prometedor y exclusivo barrio situado al sur de la ciudad de Amberes. Y, -prosigue-, todavía es asequible y también está muy cerca de todas las tiendas y cafeterías céntricas”. Trissia tuvo suerte en el proceso de búsqueda de la casa perfecta y, comenta: “Fue amor a primera vista, su gran entrada me encantó desde el principio por el suelo de mosaico y por los rayos del sol que se cuelan hasta el pasillo a tra- vés del techo de cristal”. La abundancia de luz solar y el hecho de que tiene vistas a un verde jardín, produce la ilusión de encontrarse en una residencia de vacaciones, relajada y serena. De hecho, realmente, nunca pensarías que está en el corazón de Amberes.
Los trabajos de restyling fueron leves y no demasiado molestos para Trissia y su esposo: “el dueño anterior ya hizo alguna reforma, pero decidimos renovar cocina y jardín, y luego agregar un techo de cristal en la cocina para ganar luz natural. Finalmente, añadimos la librería en la sala de estar, que me encargué de diseñar personalmente”, comenta. Teniendo en cuenta que dispone de espacios amplios y diáfanos -la casa goza de unos 300 m2-, tiene todo lo que una familia puede necesitar. La bodega sirve como ofcina y cuarto de lavandería; cocina, sala de estar y de televisión se encuentran en la planta baja; mientras que el dormitorio principal, el cuarto de Kassandra y los cuartos de baño están en el primer piso.
Otra gran ventaja es la terraza al aire libre, diseñada por el forista belga Raf Verwimp, que le ha dado un toque exótico como de jungla. Sin duda, ésta no es una casa ordinaria: los colores, las inspiraciones, los detalles a modo de joyas están en casi todas partes, haciendo que sea preciosa y nada pretenciosa. “Aunque las paredes son blancas, excepto en los dormitorios, me gusta experimentar con los colores mediante cojines, alfombras y objetos, que cambio cada pocos meses. De este modo, puedo tener una casa renovada y una paleta de colores totalmente nueva, solo cambiando algunos objetos. Me encanta porque me da la libertad de expresarme. Ahora me gustan los beis, marrones y berenjena, pero el año pasado me decanté más por matices fuertes, como rojo brillante o verde. También trabajo mucho con mi querida amiga Paulette Van Hacht que es interiorista y tiene mucho gusto. Me gusta cómo me saca de mi zona de confort y me inspira a probar cosas nuevas”. Por eso, el mobiliario es un juego de mix&match que se autoequilibra y ni una sola pieza manda por encima de otra. “La verdad es que colecciono muebles desde que era estudiante. Algunas piezas son exclusivas, como la lámpara de Serge Mouille, y otras proceden de pequeñas tiendas vintage o las encontré en casa de mis abuelas. Me gusta asegurarme de que tiene un personalmood”, dice. La elección de un fondo completamente blanco da protagonismo a los muebles y, gracias a ese entorno sencillo, todo pasa a un primer plano. Por esta razón, Trissia quería que las paredes y los techos estuvieran desnudos y puros para que objetos, como el valioso escritorio de los Eames, la lámpara Serpente de Elio Martinelli o los antiguos estantes Tomado de los años 50, parecieran más como esculturas, captando tu atención de una forma muy espontánea.