ELLE Decoration (Spain)

ESCULTURAS BAJO EL SOL

POR ANA DOMÍNGUEZ- SIEMENS.

-

No hace falta que uno se apellide Orsini, ni que haya nacido en el siglo XVI, ni que tenga acceso a arquitecto­s como Pirro Ligorio y Giacomo Vignola, para poder soñar con tener un bosque sagrado como el de Bomarzo. Claro que aquellos eran otros tiempos y que no todos nos sentimos subyugados por la idea de ser asaltados por las aparicione­s de aspecto terrible con las que uno se encuentra paseando por ese jardín. Pero qué duda cabe de que la naturaleza es un lugar perfecto para colocar allí esculturas monumental­es con las que establecer un diálogo.

Hace poco estuve en París en el museo del escultor Antoine Bourdelle y, además de llevarme la sorpresa de encontrars­e en un edificio maravillos­o de Christian de Portzampar­c, comprobé que tiene unos sombreados jardines interiores llenos de esculturas, uno de ellos con un gigantesco y majestuoso caballo de bronce que hace de perfecto eje de simetría para la arquitectu­ra. Bourdelle fue discípulo de Auguste Rodin, que también cuenta con un museo allí cerca, por supuesto, con un gran jardín donde a Rodin le gustaba colocar sus obras y donde se puede admirar, entre otras, al famoso Pensador, meditativo entre la maleza. También a Isamu Noguchi se le ocurrió la idea de hacer en Nueva York un museo con sus esculturas en el que el jardín es su punto fuerte, pero su verdadero logro -fabulosa unión de arte y naturaleza-, fue el jardín escultóric­o que realizó en Costa Mesa (California), un lugar extraordin­ario donde la tierra, la vegetación y el agua adquieren otra dimensión en las manos del escultor. Esta idea de instalar las esculturas al aire libre ha perdurado hasta hoy y son numerosas las ocasiones en que la escultura contemporá­nea salpica el verdor de los parques y campos.

De entre estas manifestac­iones hay una que se celebra anualmente en los jardines de Chatsworth -la residencia de los Duques de Devonshire-, y que es un verdadero hervidero del “chiquismo” (o sea, de lo más chic). El espectácul­o de ver allí instaladas piezas de Richard Serra, Joel Shapiro, Marc Quinn o Joana Vasconcelo­s en comunión con el paisaje es solo equiparabl­e al placer de comer en L’osteria Francescan­a del chef Massimo Bottura, algo difícilmen­te superable. Y además, el evento lo organiza Sotheby’s, así que se puede aprovechar para ir de compras, si uno tiene un jardín y cierta inquietud intelectua­l. Para alimentar esta última, uno puede pasearse también por el Storm King Art Center, a las afueras de Nueva York, donde se pueden admirar numerosas esculturas monumental­es de interesant­es artistas, como la inolvidabl­e pieza roja del gran Alexander Calder. De hecho, es un clásico de las series románticas en las que el chico quiere impresiona­r a la chica con su originalid­ad y sapiencia llevándola a hacer esta visita. Quién sabe, igual funciona en la vida real. Tomen nota.

Yen otro orden de cosas, más prosaico, más doméstico, tenemos a esas perlas del arte popular del jardín que son los conocidos enanitos (que el ingenioso Philippe Starck convertirí­a en taburetes). De los más antiguos, hechos en terracota, que llevó Sir Charles Isham de Alemania a Inglaterra en el s. XIX, solo queda uno y está asegurado en un millón de libras. ¡Vaya! No se pongan estupendos con las cosas populares que ya decía Charles Eames que todo el mundo tenía que ir a Disneyland­ia.

 ??  ?? Fruitcake Imagen de la obra de Joana Vasconcelo­s en la muestra de esculturas de exterior Sotheby’sbeyondlim­its, que se celebró en los jardines de Chatsworth en 2016.
Fruitcake Imagen de la obra de Joana Vasconcelo­s en la muestra de esculturas de exterior Sotheby’sbeyondlim­its, que se celebró en los jardines de Chatsworth en 2016.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain