ELLE Decoration (Spain)

Escapada a la Formentera de Ramón Esteve.

Lugares con atmósfera mediterrán­ea y dosis altas de encanto payés convierten a la isla más pequeña de Las Baleares en el destino perfecto para este creador valenciano.

- FOTOS: PABLO SARABIA. TEXTO: BEATRIZ FABIÁN.

Llegar en barco a la isla, caminar descalzo de sol a sol, degustar la cocina vernácula, bucear en aguas cristalina­s o ver pasar las horas desde una cala solitaria. A Ramón Esteve le emocionan todos estos planes que fomentan la creativida­d y recargan las pilas cuando nos habla de Formentera como destino “para dejar la mente en blanco, encontrar el verdadero descanso y volver renovado”. Para lograrlo nos propone acompañarl­e en esta ruta tan apetecible que pasa por playas salvajes, faros, chiringuit­os o atardecere­s escuchando música en directo.

UN BUEN MIX DE ESTILOS Como arquitecto, además de quedar cautivado por el encanto genuino payés, valora mucho que “al estar protegida por las leyes, la isla se haya conservado casi virgen y lo último que se ha construido sea de un nivel aceptable”, comenta. “Un buen ejemplo es el Hotel Gecko (geckobeach­club.com)”, añade. También agrega a la lista otro alojamient­o en esa línea, el Hotel Es Marés (hotelesmar­es.com).

Para Ramón, los bares y locales transmiten infuencias de los numerosos italianos en la isla que “han sabido refejar el buen gusto y, por eso, lo veo como una colonizaci­ón positiva”. Y, prosigue, “para mí, se ha producido una buena mezcla entre esa atmósfera y elegancia tan italianas, que apenas se nota, y el encanto payés”, dice. “Uno de sus atractivos es que todo tiene una escala humana y es una maravilla pasear y disfrutar de las pequeñas cosas”, resume.

CONSEGUIR EL RELAX TOTAL “Descubrí la isla en bicicleta por primera vez cuando tenía dieciocho años y, desde entonces, vengo cada verano. Aquí encuentro el descanso real y es el mejor lugar para recargar energías”, indica. “Su gran valor es que no hay grandes edifcacion­es, como es difícil construir en la isla y el precio de hacerlo es elevado, no te llevas grandes alegrías pero tampoco sorpresas desagradab­les”, argumenta. El arquitecto llega siempre en velero y recomienda recorrer la isla con la tranquilid­ad que pronto contagian sus habitantes. Pero a Ramón le resulta difícil hablar de Formentera sin aludir a su gastronomí­a. “Me encantan los chiringuit­os, bares, restaurant­es... porque todos están muy cuidados y, además de tener una excelente cocina, tienen el plus de las actuacione­s de música en directo”, indica. Y entre sus preferidos cita un clásico, Blue Bar (bluebarfor­mentera.com).

“Refleja bien el espíritu de la isla y conserva ese aire hippie y desenfadad­o”, añade. Otros imprescind­ibles son: Beso Beach (besobeach.com) “por su buena comida mediterrán­ea y su decoración”; Can Carlitos (cancarlito­sformenter­a.com) “donde la calidad es muy buena y hasta el pollo a l’ast está impresiona­nte”; Ca Na Pepa (canapepa.com) “un italiano muy bonito, pegado a Sant Francesc; y, entre otros más, Can Toni (en el Pilar de La Mola) “el típico bar de tapas de pueblo, de la modelo Eugenia Silva, que es como una tasquita, donde un día a la semana puedes ir a escuchar flamenco”, indica.

MÚSICA EN LA CALLE Y ARTESANÍA LOCAL Puntos neurálgico­s, como los faros de La Mola y Barbaria, Es Caló, Cala Saona o playas como Es Migjorn, forman su lista de sitios de visita obligada. Como la iglesia-fortaleza de Sant Francesc Xavier, y sus alrededore­s donde “puedes escuchar música o ir al mercadillo de artesanía local”. Y, para compras, propone Parfumerie Centrale (parfumerie­centrale.com), el reconocido taller-joyería de autor Majoral (majoral.com) o la tienda Balafia.

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 ??  ?? Hotel Es Marès. Arriba, dos ambientes de este alojamient­o, situado en el casco antiguo de Sant Francesc Xavier. Forma parte del club Rusticae y se llama así por la roca arenisca caracterís­tica del paisaje de la isla; se emplea desde hace siglos en la construcci­ón de iglesias y casas. Mercado de La Mola. Abajo, detalle de un puesto de cerámica en uno de los dos mercadillo­s de productos artesanale­s locales, junto con el mercado artístico de San Ferrán.
Hotel Es Marès. Arriba, dos ambientes de este alojamient­o, situado en el casco antiguo de Sant Francesc Xavier. Forma parte del club Rusticae y se llama así por la roca arenisca caracterís­tica del paisaje de la isla; se emplea desde hace siglos en la construcci­ón de iglesias y casas. Mercado de La Mola. Abajo, detalle de un puesto de cerámica en uno de los dos mercadillo­s de productos artesanale­s locales, junto con el mercado artístico de San Ferrán.
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 ??  ?? Belleza natural. Arriba a la izquierda y junto a estas líneas: paisaje y embarcader­o de Es Caló, de Sant Agustí, pueblo pesquero situado a los pies de La Mola, famoso por sus calas de aguas cristalina­s, ideales para bucear.Can Toni. Sobre estas líneas, el restaurant­e de la modelo Eugenia Silva en La Mola. “Me gusta porque es como el típico bar de tapas de pueblo”, dice.
Belleza natural. Arriba a la izquierda y junto a estas líneas: paisaje y embarcader­o de Es Caló, de Sant Agustí, pueblo pesquero situado a los pies de La Mola, famoso por sus calas de aguas cristalina­s, ideales para bucear.Can Toni. Sobre estas líneas, el restaurant­e de la modelo Eugenia Silva en La Mola. “Me gusta porque es como el típico bar de tapas de pueblo”, dice.
 ??  ?? Faro de La Mola. Domina el paisaje en lo alto de un acantilado, en el extremo más oriental, y se ha convertido en un elemento icónico de la isla. De compras. Derecha, la Parfumerie Centrale, en Sant Francesc Xavier, tiene una línea propia de perfumes y es de visita obligada.
Faro de La Mola. Domina el paisaje en lo alto de un acantilado, en el extremo más oriental, y se ha convertido en un elemento icónico de la isla. De compras. Derecha, la Parfumerie Centrale, en Sant Francesc Xavier, tiene una línea propia de perfumes y es de visita obligada.
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 ??  ?? Un chiringuit­o divertido. El Beso Beach es una de las recomendac­iones de Ramón Esteve, que disfruta mucho con “su cocina mediterrán­ea sofisticad­a y de muy buena calidad, y me gusta su distendido ambiente y sus DJ’S en vivo animan a la gente a bailar”, comenta.
Un chiringuit­o divertido. El Beso Beach es una de las recomendac­iones de Ramón Esteve, que disfruta mucho con “su cocina mediterrán­ea sofisticad­a y de muy buena calidad, y me gusta su distendido ambiente y sus DJ’S en vivo animan a la gente a bailar”, comenta.

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