Una casa de campo en Extremadura con el sello exquisito de Isabel López- Quesada.
Rodeada de robles y con vistas a su rosaleda, esta casa de campo en Extremadura lleva el sello exquisito de Isabel López-quesada. La luz natural, los tonos del paisaje y la mezcla de muebles, arte antiguo y fotografía, cierran el círculo de un interiorismo de alto nivel.
na casa de campo joven”, así defne Isabel López- Quesada uno de sus últimos proyectos residenciales. La edifcación, levantada hace unos 20 años en una fnca de Extremadura, está rodeada por un bosque de robles “que en primavera y otoño se tiñen de colores para componer un paisaje maravilloso”, comenta la decoradora, una de las más destacadas del interiorismo fuera y dentro de España -que ha trabajado en todo el mundo, de Estados Unidos a Francia, Japón y República Dominicana-, y toda una especialista en reconstruir grandes fincas en plena naturaleza. De ella disfrutan sus propietarios, casas de amantes de caminar por senderos, pasear en bicicleta, montar sus propios caballos por el entorno natural que rodea la casa, cuidar los frutales o mimar la rosaleda, la pasión de la dueña que cuenta con ejemplares del famoso horticultor británico David Austin. López- Quesada siempre intenta hacer los espacios más bellos, un objetivo que comparte con los dueños, “personas muy cercanas, con las que mantengo una buenísima relación y que depositaron en mí toda la confianza”, explica. Debido a la antigüedad de la construcción, la rehabilitación ha sido integral, como Isabel indica: “Se ha reformado por completo, hubo que rehacer toda la distribución para hacerla más franca y más amplia. Hemos eliminado pasillos, recovecos y espacios pequeños, para conseguir un movimiento más natural. Un buen ejemplo es la cocina que se ha adosado al comedor de forma que ambos espacios parecen fundirse”, añade.
La interiorista, aprovechando la forma longitudinal de la planta, ha trazado una línea imaginaria que va del salón al comedor y estéticamente crea una simetría gracias a la existencia de dos chimeneas equidistantes. “He creado un enflade -expresión francesa-, de modo que la biblioteca se ideó como un espacio de paso, situado entre el salón y el comedor, y la cocina se colocó a continuación”, explica. Las afciones de los propietarios “que son muy camperos” han marcado el estilo decorativo que oscila entre el shabbychic inglés y el encanto provenzal francés. La forma de tratar las texturas de las paredes, forradas con tablones o en linos antiguos y el acabado natural de la madera “en seco” se unen a “un elemento común, el suelo de madera antigua de nogal y roble recuperado del siglo XVIII, tratado de igual forma con la intención de que todo sea armónico y esté muy conectado”, concluye.