ELLE Decoration (Spain)

El palacio en Palermo de Dario Longo presume de unos impresiona­ntes frescos del s. XVI.

La aparición de frescos del siglo XVI bajo el cemento completa la restauraci­ón, dirigida por su propietari­o, el abogado milanés Dario Longo, de este precioso palacio muy deseado, y por fn encontrado, en su Palermo natal.

- FOTOS: ALESSANDRA IANNIELLO/ LIVING INSIDE. TEXTO: SARA DAL ZOTTO/MÍRIAM NÚÑEZ DEL BOSQUE.

En Palermo, donde la arquitectu­ra sigue el rastro del pasado y la historia se extiende por todas partes, una casa muy, muy especial, largamente deseada por su dueño, nos recuerda la belleza del pasado. Dario Longo, un prestigios­o abogado milanés, adquirió su segunda casa aquí: “Durante mucho tiempo busqué un lugar como éste, quería hacer las paces con esta hermosa pero agitada ciudad, que es donde nací, y con sus tesoros escondidos”, explica. Su bella vivienda en el barrio de Kalsa se desarrolla en dos niveles, desde el segundo piso de un palacio histórico cuyos orígenes se remontan a fnales del siglo XVI y principios del XVII, hasta un tercer piso ganado a los áticos y terrazas originales. El primer piso alberga un peculiar museo mayólico privado “Stanze al Genio”. “Compré esta casa en 2013, un edifcio con historia, y bastante vestigio original en comparació­n con otros lugares que visitaba, todos extremadam­ente restaurado­s. Al contemplar­lo supe que era justo lo que quería, pero la autenticid­ad viene, siempre, con un precio a pagar”, continúa Dario, “estaba destartala­do y caótico, lleno de pleitos que solucionar”. Esto no le asustó y se lanzó a la aventura de restaurarl­o. La monumental casa de 500 m2 todavía posee la estructura original, “cuatro grandes salones de baile, que se suceden, y una pequeña zona privada con un dormitorio y un baño, al que hemos añadido otros dos”, explica. Mientras que el trabajo estructura­l es obra del arquitecto Mario Vigneri, Dario se ha encargado del resto con la ayuda del restaurado­r Davide Sansone: “En un punto de este siglo, tal vez en los 50, en un intento de modernizar la propiedad, el antiguo dueño cubrió todos los frescos y zócalos con yeso y pintura, a excepción de un techo abovedado en una de las habitacion­es principale­s, no imaginaba que tras las capas iba a encontrar cientos de metros cuadrados de frescos originales, muchos de ellos imitaban sedas y fores orientales, algo muy típico en los palacios palermitan­os del XVIII”. También dejaron la pared del comedor sin restaurar, la pintaron de azul, como recuerdo de lo fácil que es esconder la belleza del pasado y lo difícil que es recuperarl­a. “He querido mezclar piezas modernas con antigüedad­es sicilianas, como el pequeño sofá del siglo XVIII, tapizado con una tela que compré en Milán, y la mesa de la cocina, que me traje de una pequeña herrería”. Su gusto por el rigor se refeja en el resultado fnal, tan bonito, • tan italiano, tan exquisitam­ente decadente.

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