UN JARDÍN EN LA CIUDAD.
Los fundadores de la firma de joyería Iosselliani se han inspirado en el arquitecto Michele Peretto para idear su vivienda en Roma.
Enclavada en Roma, esta vivienda de espacios abiertos a la luz es la expresión de la creatividad de sus dueños, fundadores de la marca de joyería Iosselliani, para la que contaron con la inspiración del arquitecto Michele Peretto.
La vida de los propietarios de esta vivienda, fundadores de la marca Iosselliani, gira en torno al diseño de joyas, con piedras preciosas y semipreciosas, en las que muestran una impronta clásica, pero con ciertos toques atrevidos, rebeldes y algo descarados. Es una pareja de espíritu inquieto y gran creatividad cuyos diseños forman parte de esta casa, ubicada en el barrio de Pigneto, en la bella Roma, una ciudad que eligieron para vivir porque aquí están sus raíces familiares y que les permite respirar la realidad de la ciudad eterna donde vivían antes de conocerse. Desde hace unos años, el dúo ha querido dar un paso más en su profesión y se ha sumergido en el diseño de mobiliario que, por ahora, tiene en las lámparas y accesorios de decoración su punto de partida. Una nueva aventura que les ha colocado en una posición relevante en la creación de piezas de colección, con ediciones limitadas que, como en sus joyas, combinan clasicismo y modernidad, y que exponen en prestigiosas galerías como Art Basel, Nomad o The Salon Art+Design, donde se cita la élite del coleccionismo.
Construida hace algunos años, la casa es un edificio rodeado por jardines, que hasta hace no mucho eran habituales en esta zona, y que hoy prácticamente han desaparecido, pero ellos cuidan el suyo con mimo. Su arquitectura se articula sobre el eje de un volumen principal que acoge el salón principal, del que parte una escalera que da acceso a los dormitorios, de forma que todos dirigen su mirada hacia este espacio protagonista. Ésta es, sin duda, una de sus referencias, conseguir espacios fluidos y comunicados entre sí, con escaso número de puertas que frenen el paso, en favor de ventanas y grandes muros acristalados, que se abren hacia el jardín y que permiten que se filtre la luz en todos los rincones.
> “No podía imaginarme la casa donde vivo y el espacio en el que trabajo (que se diseñó con una estructura similar a la vivienda), en los que no pudiera moverme libremente y pasar sin problema del interior al exterior. Así es cómo percibo la creatividad, de forma natural y fluida, que es la base de mi dinámica emocional”, señala Roberta Paolucci. También el jardín es otro de sus ejes de referencia, sin el que la casa no tendría la vida que refleja. Viajeros emperdenidos, la pareja de joyeros ha visitado casi todos los rincones del mundo y son habituales en ciudades como México o Tokio, pero en cuanto regresan, “lo primero que hago es cuidar mi querido jardín. Un elemento estético, pero también decisivo, que llena de vida mi particular universo”, apunta la dueña. Esta vivienda muestra al mismo tiempo la pasión que sienten ambos propietarios por la arquitectura y la remodelación de espacios. Sus gustos tienden hacia interiores poco convencionales, pero sí estimulantes, con piezas vintage, recicladas y heredadas que contagian sensaciones y emociones. Una inquietud que les llevó a colaborar con el interiorista Michele Peretto, que ha sabido envolver sus objetos más preciados de un ambiente donde contrasta la sobriedad de los paramentos en gris con la calidez del suelo y los paneles de madera que visten las paredes del piso superior. En definitiva se trata de una casa que se contagia del espíritu del barrio romano de Pigneto, fuera del centro histórico y convertido ahora en un lugar altenativo. Un sitio alejado de la turística Roma en la que la vida local y las relaciones entre vecinos tienen sentido y donde los grandes directores del cine italiano, como Federico Fellini, Pier Paolo Pasolini o Nanni Moretti, dejaron grabada su huella con los rodajes de algunas de sus películas más famosas a nivel internacional. Una zona en la que Roberta Paolucci y Paolo Iacomelli viven relajadamente y donde es posible echar raíces, pero sin perder la afición por viajar, a la vez que rodearse de
• glamour y ser partícipes de una forma de vida sencilla.