LOS HERMANOS ALESSANDRO Y ELISABETTA BIANCHI
GUARDIANES DE UN TESORO
Durante su infancia, los florentinos Alessandro y Elisabetta Bianchi fueron testigos de la pasión y la energía que su padre, Bianco Bianchi, puso en los años 40 y 50, para recuperar una refinada técnica decorativa desaparecida, la de la scagliola (escayola), pero que había tenido su auge en las regiones italianas de Emilia-Romaña, en el s. XVII, y en la Toscana, en el s. XVIII. Bianco había descubierto piezas antiguas decoradas con ella en el monasterio de Vallombrosa, y quedó enamorado de su acabado perfecto, vivo y colorista. Investigó y experimentó hasta encontrar los materiales y procedimientos apropiados para revivirla, y abrió un taller en Florencia, único en el mundo, que producía objetos decorados con esta técnica artesana y restauraba otros antiguos. También se convirtió en un coleccionista de estos objetos y muebles, rastreándolos sin descanso en subastas y anticuarios. Ganó prestigio y comenzó a recibir encargos desde diversos países. Uno de sus clientes más célebres fue el diseñador Gianni Versace, quien le encargó una mesa con la mitológica figura de Medusa para su mansión en Miami. Desde niños, Elisabetta y Alessandro le echaban una mano en la preparación de colores y en los dibujos, y de adultos aprendieron a dominar esta artesanía que requiere de una laboriosa técnica manual y se ejecuta en varias fases siempre con gran
paciencia y virtuosismo. Tras la muerte de su padre en 2006, los hermanos se convirtieron en los depositarios de este legado. “Yo me ocupo del aspecto operacional y de la restauración, y Elisabetta de la técnica decorativa y los dibujos”, nos cuenta Alessandro. Y añade: “El estilo clásico está en nuestra historia, pero el diseño contemporáneo nos atrae”. En su taller de Pontassieve, a unos 30 minutos de Florencia, se realizan mesas, paneles, cajas, bandejas, asientos cuadros, chimeneas, columnas, suelos, y se trabaja en encargos a medida... Y en su galería en Florencia, cerca del Ponte Vecchio, se exhiben sus creaciones. Ahora la tercera generación entra en escena, el hijo de Alessandro, Leonardo, de 24 años, trabaja con ellos. Este año empieza bien, con algunas de las piezas de sus colecciones en exhibición en una muestra en el Palazzo Davanzati, en Florencia, hasta el 13 de abril.