ELLE Decoration (Spain)

EL MEJOR MIX.

CARPINTERÍ­AS NEGRAS ENMARCAN GRANDES APERTURAS Y CONECTAN ESPACIOS EN CASCADA

- REALIZACIÓ­N: MERCEDES RUIZ MATEOS. FOTOS: PABLO SARABIA. TEXTO: MÍRIAM ALCAIRE.

El decorador Amaro Sánchez de Moya aglutina pasado y presente en esta vivienda madrileña.

Ubicada en el madrileño barrio de Salamanca, esta casa es todo un paradigma de atemporali­dad. El estudio de interioris­mo de Amaro Sánchez de Moya firma una reforma que ensambla, de forma natural, pasado y presente. La decoración -ecléctica y contemporá­nea- dialoga con una arquitectu­ra art déco que habla del paso del tiempo, del arte y la belleza sin fecha de caducidad.

AMARO SÁNCHEZ DE MOYA “MI ÚNICO SELLO ES EL RIGOR”

Así define este arquitecto y decorador de interiores su trabajo. Sánchez de Moya

-en la imagen con su gato himalayo Lolo, al que adora- se impone como objetivo principal el esmero tanto en el diseño como en la ejecución de obra. Bajo este modus

operandi ha ejecutado proyectos integrales en tiendas, clínicas, oficinas... y en una gran variedad de viviendas, desde palacetes burgueses a desenfadad­os pied-à- terre en la playa. En esta casa, el interioris­ta “ha inventado una arquitectu­ra potente y rigurosa, inspirada en los pocos elementos art déco que mantenía el edificio”. La relación entre caja y contenido es, una vez más, brillante.

Juego de trampantoj­os.

Nada es lo que parece en este rincón junto a la chimenea, de inspiració­n art

déco. Diseñada por el estudio de interioris­mo de Sánchez de Moya y realizada en madera, imita un acabado en mármol. La rematan espejos que camuflan las puertas de un armario de TV. A los lados, esculturas de latón dorado compradas en el Rastro hacen las veces de apliques. Las butacas caldero son de los años 70, retapizada­s en terciopelo de Güell Lamadrid. Firmada por Giacometti, destaca la escultura negra encima de la estantería.

Una casa “congelada en el tiempo”, ese era su aspecto cuando la encontraro­n sus actuales propietari­os, una pareja de directivos sin hijos. Construida en los años 30, se trataba de una vivienda pertenecie­nte a un edificio singular, con elementos art déco. Más presentes en las zonas comunes que en el propio piso, constituía­n aún así uno de sus principale­s atractivos. La reforma integral, ejecutada por el estudio de Amaro Sánchez de Moya, partió de unas bases “conservaci­onistas”, a petición de los propios clientes, para dar forma y contenido a lo que sería una residencia del siglo XXI con toda la impronta del XX en su ADN. Se rescataron los suelos de parqué de pino melis, la carpinterí­a en madera, las contravent­anas originales, los radiadores antiguos, la manillería de bronce. “Uno de los dueños ya conocía mi trabajo y lo admiraba mucho, explica Sánchez de Moya. Además, su pareja es compañero de profesión de la mía: así que el destino y la coincidenc­ia hicieron que me encargara del proyecto”. La comunicaci­ón entre las partes fue muy fácil desde el principio, porque “todas nuestras propuestas encajaban perfectame­nte dentro de su ideario de casa perfecta”. Recuperar la esencia estética conservand­o piezas originales interesant­es fue el primer paso; el segundo, crear una caja sobresalie­nte, inspirada en ese movimiento artístico que aportaba al inmueble un valor diferencia­l. Se diseñaron a medida las molduras de escayola, las impostas (tapajuntas, rodapiés...), los muros de espejo, la chimenea, los elementos de mármol del baño...

El plano distributi­vo, sin embargo, se modificó radicalmen­te con el fin de eliminar un exceso de divisiones y un trazado obsoleto. “Tuvimos mucha libertad para desarrolla­r este lenguaje estilístic­o y recibimos con entusiasmo las primeras propuestas, en las que conseguimo­s espacios generosos, grandes aperturas, perspectiv­as que aumentaban la sensación de amplitud”, concluye el interioris­ta. Por ejemplo, el salón ha resultado de unir tres habitacion­es y un corredor. Y la entrada suma el antiguo vestíbulo, una alcoba y dos pasillos. En cuanto a la decoración, es puro eclecticis­mo conceptual: cada ambiente responde a un estilo muy distinto con el único parámetro en común de la elegancia. Nada tiene que ver el comedor -evocador jardín interiorco­n el estar, que rezuma calidez, movimiento y color. Finalmente, el arte, muy presente en todos los espacios, ayuda a cohexionar este puzle estético tan contemporá­neo como clásico, en el que se adivina de lejos el buen oficio del profesiona­l capaz de convertir lo moderno en antiguo... y viceversa. •

El salón comunica con el comedor

y el distribuid­or, un espacio largo decorado con copas clásicas de cerámica, adquiridas en Anmoder. Se exhiben sobre pedestales de madera lacada diseñados por el estudio de interioris­mo. Los apliques de luz son de cristal de Murano de los años 70, de Lagur, en el Rastro de Madrid.

Puertas de cristal liso y esmerilado

independiz­an la cocina bicolor, revestida en mármol negro Marquina la pared del salpicader­o. Este tipo de piedra y el mármol blanco Macael forman un bello damero en el suelo.

Glamour y puesta en escena.

A la entrada del comedor, columnas de acero sustentan lámparas en cristal

eglomisé dorado, compradas en Berenice. El papel pintado de motivos vegetales convierte este espacio en un jardín de invierno, es el modelo Florenceco­urt, del Archive Anthologye, editado por Cole & Son. Más plantas sobre la mesa años 70: ramas de olivo y eucalipto, adquiridas en Floreale, adornan jarrones de cerámica procedente­s de Anmoder. El conjunto de sillas es de los años 50, con tapicería original en piel de gacela. Se adquirió en Subastas Durán.

Exquisita caja. Molduras blancas realzan techo y paredes del dormitorio, pintadas en un relajante azul claro que hace destacar el cabecero de la cama, en terciopelo caldero, de Nobilis, a juego con los cojines. La ropa que la viste es de Zara Home. Como mesillas, se dispusiero­n consolas fernandina­s españolas de principios del s. XIX; en una de ellas se exhibe una obra abstracta de Natalia Román. Los apliques de lectura son de latón con pantallas a medida, y las ámparas de porcelana china del siglo XIX proceden de Anmoder. Elegante y sobrio, el baño repite la estética de la cocina. El mueble en acero y mármol negro Marquina es diseño de Sánchez de Moya, y los apliques en latón cromado y opalina son modelos antiguos.

 ??  ?? El arte revaloriza una zona de paso. Un cuadro de Raúl Hernández capta la atención sobre la cómoda Luis XV, mueble de final del s.XIX con motivos chinos de coromandel. En la pared de la izquierda, retrato familiar de alrededor de 1930, pintado por el artista José Fuentes de Salamanca, y en el suelo, esculturas en mármol Alrededor del vacío, obra de Fernando Heras, en Anmoder.
El arte revaloriza una zona de paso. Un cuadro de Raúl Hernández capta la atención sobre la cómoda Luis XV, mueble de final del s.XIX con motivos chinos de coromandel. En la pared de la izquierda, retrato familiar de alrededor de 1930, pintado por el artista José Fuentes de Salamanca, y en el suelo, esculturas en mármol Alrededor del vacío, obra de Fernando Heras, en Anmoder.
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 ??  ?? Buenas parejas. Duplicidad, simetría y colores happy crean en el estar orden y movimiento a un tiempo. Marca el eje espacial el sofá, en terciopelo de Gastón y Daniela, con cojines del mismo tejido, adquirido en Güell Lamadrid. Dos biombos de lino enmarcan el asiento; son de la galería de Mercedes Urquijo, como también el par de mesas Idigoras, en hierro lacado en rojo vivo, del estudio de Sánchez de Moya. Sobre ellas, dos lámparas de cerámica azul, de Anmoder. Y delante, dúo de taburetes chinos inspirados en modelos antiguos. Corona el conjunto el cuadro “A los maestros de Cataluña”, cuyo autor es Antoni Tàpies.
Buenas parejas. Duplicidad, simetría y colores happy crean en el estar orden y movimiento a un tiempo. Marca el eje espacial el sofá, en terciopelo de Gastón y Daniela, con cojines del mismo tejido, adquirido en Güell Lamadrid. Dos biombos de lino enmarcan el asiento; son de la galería de Mercedes Urquijo, como también el par de mesas Idigoras, en hierro lacado en rojo vivo, del estudio de Sánchez de Moya. Sobre ellas, dos lámparas de cerámica azul, de Anmoder. Y delante, dúo de taburetes chinos inspirados en modelos antiguos. Corona el conjunto el cuadro “A los maestros de Cataluña”, cuyo autor es Antoni Tàpies.
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 ??  ?? Estar y trabajar. La alfombra a medida, de KP, ocupa todo el salón. Procede del estudio de Sánchez de Moya y unifica las distintas zonas, una de ellas destinada a despacho, con escritorio Luis XVI -época Napoleón III- acompañada de silla española roja Reina Ana, años 50. Dos bancos de piel de cabra, adquiridos en Anmoder, completan el conjunto de asientos. Catrinas mexicanas y un reloj-esqueleto francés del sigo XVII componen un original bodegón sobre la encimera. El autor del cuadro sobre la pared de la izquierda es de Francisco Artigau.
Estar y trabajar. La alfombra a medida, de KP, ocupa todo el salón. Procede del estudio de Sánchez de Moya y unifica las distintas zonas, una de ellas destinada a despacho, con escritorio Luis XVI -época Napoleón III- acompañada de silla española roja Reina Ana, años 50. Dos bancos de piel de cabra, adquiridos en Anmoder, completan el conjunto de asientos. Catrinas mexicanas y un reloj-esqueleto francés del sigo XVII componen un original bodegón sobre la encimera. El autor del cuadro sobre la pared de la izquierda es de Francisco Artigau.
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