DESIGNER.
Hablamos con Christophe Delcourt de su idea de la artesanía al servicio de la modernidad y la elegancia y de sus creaciones de muebles a medida.
En sus inicios aprendió de los ebanistas, talladores de piedra, orfebres, ceramistas... y nunca ha abandonado el enfoque exigente y meticuloso de los grandes artesanos. Concibe el diseño de mobiliario y la arquitectura de interiores como un trabajo de haute couture, exclusivo y a medida.
Le entrevistamos en Mallorca, donde viajó como estrella invitada por la firma Minotti para la inauguración de Villa Seahouse, el proyecto residencial de lujo realizado por esta compañía italiana y el estudio de interiorismo Terraza Balear. Como diseñador se sale de la norma: se graduó como actor en París y en diseño es autodidacta. Aprendió en los ateliers de artesanos franceses que trabajan la madera, la piedra, los metales, la cerámica... y fue pionero, hace más de 25 años, en defender y poner en valor la artesanía francesa de calidad. En 1996 abrió su propio estudio en el Marais. Lo suyo es lo handmade y el diseño a medida, siempre buscando la excelencia, y ha desarrollado una colección de piezas propias desde su propia marca, pero también crea muebles y objetos para firmas de lujo como Minotti y otras. Ha creado exclusivas piezas para el showroom de Cartier en Tokio, los hoteles Park Hyatt y Four Seasons de Nueva York, y para las oficinas de Louis Vuitton en Nueva York, Hong Kong y Barcelona. Y realiza proyectos de interiorismo para clientes privados. ¿Qué tan importante es la artesanía en su trabajo?
Es primordial. Si quieres dar vida a una idea, necesitas que ésta pase de ser un dibujo a ser un pieza real. Y la artesanía permite esto. Además, aprecio mucho el tiempo invertido en hacer una pieza a mano, la delicadeza de este trabajo, la precisión, la interacción entre la persona y el material.
“Mi favorito es la madera. Proviene de la naturaleza y se transforma en algo muy diferente a la materia inicial”
> ¿Por qué se formó en el mundo del teatro?
Durante cinco años estudié actuación en París en la escuela Cours Florent. Lo hice porque era muy tímido y quería encontrar la manera de ser más extrovertido y abrirme más a las personas. Parte de la formación incluía trabajar en la escenografía, lo que llamamos la mise-en-scène. Esto me ayudó a desarrollar la sensibilidad hacia los materiales, los colores, la iluminación... Además, tenía que arreglármelas para que en un pequeño espacio, se mostraran cosas, los actores pudieran moverse... Fue el “patio de juegos” donde descubrí mi interés por el diseño. ¿Cómo le ficharon los dueños de la firma Minotti? ¡Por Instagram! Renato y Roberto Minotti vieron las imágenes de mi trabajo que yo posteaba en mi cuenta. Me contactaron, nos reunimos y hubo una seducción mutua. Nos dimos cuenta de que teníamos una visión en común. ¿Qué tiene en común con ellos?
Sobre todo, el respeto por el cliente. Eso supone ser muy serios, entregar algo de alta calidad, bello y funcional. El punto no es solo diseñar una pieza y fabricarla, sino más bien crear soluciones para gente real, que vive en una casa real. Es un enfoque más humano.
¿Cuáles son sus cualidades y sus defectos?
Soy abierto, optimista, positivo y curioso. Pero soy también muy calmado, a veces tengo que parar, estar solo, tener momentos serenos y tranquilos para estimular mi
• imaginación. Es algo realmente necesario.
“Minotti no se enfoca en crear una sola pieza, sino un todo. Cada mueble u objeto coexistirá con otros para formar un ambiente”