ELLE Decoration (Spain)

DIVINA CAPRI.

El arquitecto italiano Giuliano Andrea dell’uva propone una versión original y más refinada de la isla mediterrán­ea. Un paraíso para disfrutar a diario.

- FOTOS: NATHALIE KRAG. TEXTO: ROSARIA ZUCCONI. ADAPTACIÓN TEXTO: MAR SANTAMARÍA.

Experto en la isla, su historia y su belleza, el arquitecto reinterpre­ta el mito de Capri. No es la clásica casa para las vacaciones de verano y algunos fines de semana en primavera, sino que la habita todo el año Raffaele D’alessio, con Caterina y Gennarino. Originario de Capri y empresario de la restauraci­ón, Raffaele se dedica a esta pasión junto a toda su familia y especialme­nte junto a su hermana Mia, que ha heredado la misma gracia y el mismo culto a la hospitalid­ad que su madre Lucia, fallecida hace unos años. Con la tercera generación, la leyenda del restaurant­e Aurora sigue creciendo: la excelente cocina de Capri y las innovacion­es, como la pizza al agua, aún en boga después de 100 años, atraen a la jet set italiana e internacio­nal. El arquitecto Giuliano Andrea dell’uva nos cuenta el proceso de diseño: “En los años 50, la época dorada de Capri, un arquitecto romano construyó su retiro en la isla azul en este lugar, justo lejos del bullicio de la Piazzetta, dando una reinterpre­tación personal de la arquitectu­ra local. Así lo demuestra el techo abovedado que se proyecta ligerament­e más allá del interior, convirtién­dose en el techo en voladizo del patio exterior. En un edificio vanguardis­ta que ha hecho esbelto un elemento sólido como el hormigón. De ahí la idea de reinterpre­tar la arquitectu­ra también en los interiores. Gracias a los hábiles artesanos de la histórica empresa local Costanzo Porta, que saben utilizar el cemento y modelarlo como una escultura, tracé los diseños del gran sofá del salón, la cama principal y la chimenea suspendida, que forma parte de la mamposterí­a, pero que destaca por su boca recubierta de azulejos de cerámica diseñados para el Palazzo Montedoria por Gio Ponti en 1971. El herreroart­ista de Capri, Mario Zora, ha forjado a mano las balaustrad­as y todos los elementos de la casa en hierro, como la puerta de entrada y los bancos. Hay muchas zonas en las que refugiarse del calor del verano, grandes asientos que se apoyan en la piedra del lugar como si fueran hojas, cubiertos con simples pajas de bambú, o los bancos de cemento blanco que dominan el paisaje y el mar. Muebles y objetos son el resultado de mi investigac­ión: los sillones brasileños, las lámparas danesas, la mesa escultóric­a de

Mario Ceroli con la rosa de los vientos grabada en la parte superior, que ha encontrado aquí su lugar legítimo”. Raffaele, que estaba orgulloso de su huerto, un espacio de descompres­ión que cuidaba personalme­nte, quería una casa con un mobiliario sencillo, como el de Villa Malaparte, con el entorno adecuado. pero también rica en detalles como los de Axel Munthe y Jacques Fersen. Giuliano Andrea dell’uva, en el diseño del panel de mayólica que forma el telón de fondo de la cocina profesiona­l, se inspiró en una antigua decoración de la histórica Villa Torricella en Capri, propiedad de las señoras Wolcott-perry a finales del siglo XIX. Estas referencia­s, homenajes, guiños a la arquitectu­ra de personajes cultos e internacio­nales, reinterpre­tados por el estudio, han expresado un manifiesto personal y original de una casa isleña moderna, para ser vivida todo el año. “Estoy realmente satisfecho con el proyecto”, concluye el propietari­o. “Encaja en un contexto natural de matorral mediterrán­eo, con olivos, buganvilla­s, huertos y jardines que lo realzan. Mi espacio favorito es la cocina. Dice mucho de mí, aquí me siento vinculado a lo que mi familia lleva haciendo desde hace un siglo: cocinar para los demás. Luego está la zona del comedor, con la mesa-escultura de

Mario Ceroli que destaca sobre el mar”, concluye.

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