EDUCAR PARA SER FELIZ
La forma en la que te comunicas con tus hijos determina vuestra relación presente e influye en la futura. Estos consejos te ayudarán a mejorar la convivencia y a que disfrutéis de los momentos en familia.
Comprenderse, ponerse en el lugar del otro, compartir aficiones y secretos, pasar tiempo juntos… Toda relación debería incluir aspectos como estos. Y la que mantienes con tus hijos no puede ser menos. Sin embargo, también sabemos que las complicaciones propias de cada edad, el uso de los dispositivos móviles, el estrés, la falta de tiempo o la personalidad de cada uno a veces generan una mala comunicación, lo que provoca que las relaciones se deterioren. Para reconducir esta situación o, mejor aún, evitar que ocurra, te convendría aplicar una serie de pautas que IKEA ha recogido en su proyecto El hogar del cambio. Descubre cuáles son en esta entrevista con la psicóloga Ana Belén Medialdea, experta en adolescentes, adultos y familias.
¿Qué podemos hacer para cuidar y mejorar la comunicación con nuestros hijos?
Cuando te estén contando algo, es muy importante que dejes todo lo que estés haciendo y escuches de forma activa. Intenta parafrasear, asentir con la cabeza, mirarles a los ojos… porque este tipo de gestos forman parte del lenguaje no verbal y son necesarios para que conectéis. Debes activar tu empatía y evitar restarle importancia a lo que sienten o hacerles sentir mal por pensar así, o terminarán perdiendo el interés por compartir sus cosas contigo. Resérvales su tiempo en exclusiva cada día, aunque sea unos minutos, y refuérzales positivamente cuando expresen lo que sienten o cuando consigan algo positivo para ellos o la familia.
¿Cómo lograr fácilmente que las normas se cumplan?
Las normas y los límites son totalmente necesarios para construir adultos sanos emocionalmente y equilibrados.
Muchos adolescentes que acuden a consulta con conductas autolíticas (destructivas) y con problemas de depresión han tenido una educación sin límites. Esto les hace sentir que la vida les supera porque no toleran la frustración.
¿Cuál es la mejor manera de marcar esas normas o límites?
Establecer unas pautas claras de lo que esperas y unas consecuencias, mantener tu palabra y ser constante en el tiempo son algunos de los métodos que dan buenos resultados.
¿ Cómo hacer para que disfruten del tiempo con nosotros?
Intenta buscar qué es lo que les gusta hacer y pregúntate cuáles de esas actividades te apetecen también a ti. Puedes establecer una rutina semanal, por ejemplo: el día de las pelis o series, el de la cocina, el de la ruta por el campo… Este tipo de actividades genera vínculos y fomenta la comunicación.
¿Cómo evitar que el control que ejercemos sea excesivo?
Debes dar pequeños permisos y ‘libertades’ para fomentar la autonomía de tus hijos, pero también valorar qué ocurre cuando esto pasa. De este modo, se darán cuenta de que tienen un voto de confianza de su familia y será más fácil que entiendan que de ellos depende tener más libertad o no. Crear los espacios y momentos adecuados en casa para favorecer estas rutinas te ayudará a mejorar la comunicación y la relación con tus hijos. Y, sobre todo, nunca olvides predicar con el ejemplo. Esta es, sin duda, la mejor forma de educar.