Costa Rica, paraíso ‘slow’
En este edén ‘eco’ de filosofía cien por cien sostenible la vida se saborea en clave ‘slow’. Apúntate a su ritmo y déjate atrapar por paisajes en los que volcanes ESPECTACULARES conviven con playas tropicales de aguas cristalinas.
Disfrutar de un destino que no sólo sea exótico sino que, además, transforme por completo tu estilo de vida, es el ideal de unas vacaciones pluscuamperfectas. Y de Costa Rica volverás como nueva porque, mires donde mires, en este paraíso la biodiversidad se cuida, el día a día se desarrolla en clave slow a la sombra de los mangos y su lema, «sin ingredientes artificiales», no es sólo una frase hecha, sino una declaración de intenciones. Es pura vida.
A lo largo del recorrido te contagiarás de una filosofía eco plagada de gastronomía saludable, aire limpio y naturaleza color esmeralda. Sobre todo si, con idea de terminar tu viaje en Puerto Viejo, bañándote en las aguas turquesas del mar Caribe, partes de la capital, San José, rumbo al interior, explorando a fondo los valles centrales. En esta parte del país, las carreteras sinuosas atraviesan parques nacionales llenos de fauna autóctona y flora exótica tamaño XL, sin perder de vista las laderas repletas de cafetales y las siluetas de los volcanes en el horizonte. Los pequeños alojamientos (muchos de carácter familiar) que desarrollan el turismo sostenible conviven en esta zona con lodges que te ofrecen un abanico de actividades para que
puedas captar un pedacito del esplendor tico. Como, por ejemplo, el del volcán Poás, cuya belleza se despliega hasta los 2.708 metros. Allí te esperan el cráter activo más grande del mundo y la fascinante Laguna Botos, un remanso de agua azul cobalto formada al llenarse de lluvia un embalse de magma. Si montas tu campo base en el Poas Volcano Lodge (poasvolcanolodge.com), cuyos techos de cristal parecen envolverte en la naturaleza, estarás perfectamente situada
MÁS DE UN 5% DE LA BIODIVERSIDAD DE TODO EL PLANETA SE HALLA EN ESTE PÁIS
para deleitarte con las exuberantes faldas de la montaña. También para llegar, al día siguiente, hasta el área ecológica privada La Paz Waterfall Gardens (waterfallgardens.com), muy cercana a la catarata de La Paz y que te permite ver otras cinco cascadas, así como hacer una ruta de más de tres kilómetros por diversos senderos y plataformas de observación entre los saltos de agua.
En la siguiente etapa del viaje, en Bajos del Toro, camino del Volcán Viejo, el encanto nativo se multiplica con los ríos y las piscinas naturales. Aquí, además de las cataratas de Melodía, El Silencio y La Promesa, está un refugio eco deluxe,
El Silencio Logde (elsilenciolodge. com). Este es, en sí mismo, un minidestino. Las suites son villas situadas en una reserva forestal privada. A lo largo de la propiedad hay sendas acondicionadas para dar largos paseos; un spa inmerso en el bosque en el que puedes regalarte una sesión de yoga y un restaurante, Las Ventanas, que es la recompensa gourmet del viaje. Su cocina de kilómetro cero reinterpreta la tradición culinaria costarricense de alma tropical, a base de tamales, carnitas, gallo pinto y ceviche. Y, para que la inmersión foodie sea completa, puedes seleccionar los vegetales, los frutos y las finas hierbas en su huerto, recoger huevos de pastoreo o pescar una trucha para luego degustarla. Antes de abandonar Bajos del Toro y la provincia de Alajuela, no debes pasar por alto el pueblo de Sarchí, cuna de la artesanía del país, y en el cual puedes visitar los talleres en los que hoy se decora a mano todo tipo de orfebrería, aunque en su origen sólo se hiciera con carretas y yugos. Esta será la primera inmersión en
aldeas llenas de encanto indígena. Porque el itinerario hacia el mar te lleva a través de la provincia de Heredia, y allí, los pueblos de Barva, Santa Bárbara y el que da nombre a la región te dan la bienvenida con casas de adobe coloniales, centros históricos que reflejan las tradiciones de otras épocas y plazas con árboles inmensos alrededor de los cuales se desarrollan la
‘RAFTING’, ‘HIKING’, BARRANQUISMO Y ‘STAND UP PADDLE’. ESTÁS EN EL EDÉN DE LOS DEPORTES
vida diaria y el comercio local. Al llegar a esta zona, busca refugio en Finca Rosa Blanca Coffee Plantation Resort (fincarosablanca.com), un hotel top y también productor de café que te lo enseñará todo sobre su cultivo orgánico, la planta de procesamiento y la casa de tueste. Una exquisita degustación es el mejor modo de despedirse del interior y de abrirse camino hacia la costa y los arenales del litoral sur. Por el camino, unos paisajes más soleados y casi afrocaribeños, repletos de bananas y piñas, irán adelantándote la etapa más disfrutona y marinera del viaje. Entre playa y playa (preciosas medias lunas de arena blanca donde el verde va a fusionarse con las olas), tienes los pueblos más tentadores
del Caribe: Puerto Limón, una de las ciudades más antiguas del continente, con cierto aroma a Nueva Orleans; Cahuita, donde los impresionantes cocoteros ocultan un santuario del oso perezoso, y Puerto Viejo de Talamanca, meta obligada para amantes del surf, la aventura y los estilos de vida multiculturales. Todo aquí es relajado. Por el día, el plan pasa por tumbarte en una hamaca para darte baños de sol y gozar de las aguas cristalinas, o alquilar una bici para explorar preciosas calas escondidas entre palmeras. Cocles, Playa Negra, Manzanillo, Arrecife, Playa Chiquita y Punta Uva son auténticas joyas color turquesa. Por la noche, y a ritmo de reguetón, lo mejor es probar los enyucados y las empanadas típicos de la cocina caribeña en locales al aire libre con temperamento noctámbulo. Y, para desconectar del todo, reserva en el Hotel Namuwoki (namuwoki.com). Sus coquetos bungalows son una llamada al dolce far niente. Pero si tienes más ganas de aventura, pide que te organicen una excursión a los remotos territorios de los indígenas bribris y cabécar. El recorrido en barca por los ríos Telire y Yorkin, que separan Costa Rica de Panamá, te devolverá a los mágicos dominios de la naturaleza, que aquí reina en paz. ■