La ley de la calle
Tras diez años como reina del ‘street style’, no hay quien la pille en un renuncio estilístico. La perfecta vecina de al lado de la moda 4.0 nos cuenta cómo sobrevivir al negocio más caníbal.
Todo el mundo debería hacer un esfuerzo por las mañanas y dedicar unos minutos a pensar en lo que va a ponerse para sentirse bien, ¿no crees? No hay duda de que es la mejor forma de empezar el día». Olivia Palermo comienza la entrevista haciendo toda una declaración de intenciones. Porque para esta mujer nacida en Connecticut hace 31 años la moda, además de ser su trabajo y su pasión, tiene propiedades terapéuticas. Y predica con el ejemplo... No hay más que verla llegar a la sesión de fotos arrastrando un jetlag considerable, tras haber aterrizado la noche anterior en Madrid procedente de Nueva York, pero sin rastro de su efecto devastador para el común de los mortales: «Good morning» a diestro y siniestro, amplia sonrisa, melena impecable, minifalda de cuero y unos ugly shoes que a ella le quedan genial, faltaría más. Si un jurado popular otorgara el Premio a la Celebrity Siempre Perfecta, Olivia sería la ganadora de manera únanime. Por ahora el galardón que sí tiene seguro es el de Icono de Estilo que ELLE le otorgó en sus últimos Style Awards 30º Aniversario, celebrados el pasado mes de octubre. «Fue un honor que ELLE pensara que lo merezco, pero sois vosotros los que tenéis que decir los motivos. ¡A mí me da apuro!», afirma ella con una desacostumbrada timidez. Pues ahí va uno: por de pronto, los más de cuatro millones y medio de seguidores que acumula en Instagram y los 430.000 de Twitter que no se pierden ninguno de sus admirados outfits, ni tampoco un evento en su trepidante estilo de vida. En 2012, esta palermomanía la llevó a crear su web (oliviapalermo.com), en la que ella misma muestra las tendencias y sus prendas favoritas de la temporada. «Va muy bien y disfruto haciéndola. Tengo un equipo estupendo con el que trabajo día a día para descubrir nuevas marcas, dar buenos consejos de moda, belleza y lifestyle, y compartir mis experiencias», explica. Aunque si hay una razón por encima de las demás, es su omnipresencia en el mundo digital: no hay blog, página o revista de moda que no la señale como referente de estilo. Y así ha sido durante los últimos años, sin altibajos ni sobresaltos. En un mundo que se alimenta de la novedad y que tiende a reemplazar unos iconos por otros sin que le tiemble el pulso, ahí está ella, incombustible. «Soy joven todavía, ¿no?», se pregunta entre risas. «El secreto es sentir pasión por lo que haces, y yo disfruto enormemente con mi trabajo y creando nuevos looks. En la última década, la industria de la moda ha cambiado muchísimo, y la gente tiene más acceso a ella porque la red ha alcanzado una relevancia extraordinaria. ¡Espero seguir dedicándome a esto mucho tiempo!».
En plena apoteosis del triunvirato Kardashian-JennerHadid, a Olivia no le molesta que la definan como una it girl. «Para nada, es agradable ser fuente de inspiración», dice, pero lo cierto es que ella es mucho más. En tiempo récord, la reina del front row se ha convertido en una marca muy rentable. Además de dirigir su web, hace ocasionalmente de modelo, colabora con infinidad de firmas e incluso se atreve a crear alguna colección cápsula. «No me limito a ceder mi nombre, trabajo codo a codo con los diseñadores», afirma con orgullo. La lista de sus partners es interminable: Tommy Hilfiger, Max & Co., Stuart Weitzman, Mango, Rochas, La Mer, Banana Republic... Hace un par de años, el colombiano Edgardo Osorio, director creativo de la marca de zapatos made in Italy Aquazzura, no dudó en elegirla para diseñar una línea de seis modelos (Aquazzura x Olivia Palermo) seducido por su «extraordinaria fuerza». Que sea ella quien vista tus creaciones por la calle, y no una actriz en la alfombra roja, «dispara el deseo de otras mujeres», según el diseñador.
Osorio está en lo cierto. El éxito del street style se basa en mujeres como ella, más cercana a una chica normal que a una estrella de Hollywood. Guapa pero sin llegar a intimidar (dicen que al estilo Audrey Hepburn), apenas pasa de 1,60 metros de estatura, y no tiene reparos en combinar marcas de lujo con ropa low cost. «¡Todo el mundo lo hace! Porque, cuando una prenda es estupenda, da igual lo que cueste. Yo adoro Zara, su equipo de diseño es increíblemente fresco», confiesa. Su personal guía de estilo incluye un guiño a los básicos: «Sobre todo para el día a día, un sastre hecho a medida, una americana impecable, un pitillo de cuero negro o un jersey de cachemir nunca fallan», aconseja. También adora los accesorios. «Tengo muchísimos. Un cinturón y algo de bisutería o de joyería son suficientes para darle una vuelta de tuerca a un look», subraya. Esta (aparente)
El verdadero secreto del éxito es sentir pasión por lo que haces, y yo disfruto enormemente con mi trabajo y creando nuevos ‘looks’. Espero hacerlo mucho más tiempo aún
simplicidad también rige su ritual de belleza. «En líneas generales, me gusta que mi piel esté bien hidratada y luminosa. He aprendido a maquillarme yo misma porque es algo fundamental. Suelo llevar una base ligera, las cejas bien perfiladas, los ojos ahumados y un tono de labios nude. Me lavo el pelo a diario y me hago el color, la manicura y la pedicura regularmente», cuenta. Aunque, sin duda, lo más envidiable de Olivia es su olfato para combinar prendas que, a priori, parecen condenadas a no entenderse. ¿Animal print con flores? ¿Pieles con transparencias? Ella se atreve y le funciona. Sólo al tratar de copiarla (y son legión las que lo intentan) se da una cuenta de la dificultad del reto. «El secreto está en mezclar texturas, estilos, colores, volúmenes... Es la única forma de crear looks únicos», revela. Porque Palermo es clásica pero siempre deja margen para incorporar las tendencias y nunca se la puede tachar de previsible. No hay más que analizar el arriesgado... ¿vestido? de boda que escogió para casarse con el modelo alemán Johannes Huebl en 2014, tras seis años de noviazgo. Firmado por Carolina Herrera, era un conjunto de shorts blancos con sobrefalda de tul, suéter de cachemir color crema y zapatos azules. Más una sencilla coleta y un discreto maquillaje. Y estaba increíble. Por cierto, tampoco desmerecía su ahora marido, que, con traje blanco y corbata oscura, sorteaba el desastre con sobresaliente.
Otra opción es fijarse en sus outfits de gala. Nada de palabras de honor, trajes de princesa o pasteles. Palermo está a medio camino entre Gwyneth Paltrow y Carrie Bradshaw, pero se resiste a hablar de iconos. «Las calles de Londres, París o Tokio están llenas de chicas realmente inspiradoras; cuando las veo pienso cómo me quedaría a mí lo que llevan. No hay que tener miedo a probar», dice. ¿Y nunca tiene la tentación de salir a la calle con lo primero que encuentra en el armario? «¡No! Prefiero seguir siendo yo misma», afirma entre risas.
De hecho, si se le quisiera buscar un defecto, ese sería quizá su excesiva búsqueda de la perfección. Pillarla en un renuncio es tarea imposible. Ni siquiera repasando The City, el reality show en el que se dio a conocer en 2008. Allí una aún anónima Olivia Palermo, que había estudiado Comunicación en The New School (Nueva York), trataba de hacerse un hueco en el mundo de la moda. Primero trabajando con la diseñadora Diane von Furstenberg y, después, en la edición estadounidense de ELLE. Para la segunda temporada, ya le había robado el protagonismo a su rival, Whitney Port, y empezaba a ser el objetivo de los fotógrafos en fiestas y front rows. El resto lo conocemos. «No digo que no vaya a repetir la experiencia televisiva, pero ahora estoy completamente volcada en la moda», afirma una Olivia a la que no le gusta mucho que le sigan recordando su paso por el programa.
Lo cierto es que ella tuvo claro su objetivo desde pequeña: conquistar el mundo de la moda. Tuvo para ello mucha influencia de su madre, «una decoradora con un gusto exquisito para mezclar telas», con la que solía recorrer mercadillos de antigüedades en busca de joyas y piezas de bisutería, algo que que aún ahora colecciona. Y conocer a Johannes en 2008, gracias a unos amigos comunes, ayudó a conseguirlo. Juntos han formado un tándem que recorre el mundo dando lecciones de estilo. Con él (y con su ya famoso perro, Mr. Butler) comparte una casa en Brooklyn y los sábados en el sofá viendo Homeland y House of Cards. Los domingos no perdonan hacer deporte (sobre todo, bikram yoga y ciclismo indoor), pasear o irse de brunch, como se encarga de mostrar él en su cuenta de Instagram (@johanneshuebl, 900.000 seguidores) bajo la etiqueta de Sundays. Una tradición mantenida desde hace cuatro años y reflejada en 200 imágenes que dejan claro que, además de ser una pareja de anuncio, están tan enamorados como el primer día. Posan en su casa y en las calles de Nueva York, pero también en lujosos aviones, en las playas de los Hamptons, en las fiestas de París, en las pistas de esquí... Y cuando les separan miles de kilómetros por motivos profesionales, alguna fotografía da siempre fe de sus conversaciones telefónicas. En plan Confidencias a medianoche. «Nos gusta trabajar juntos porque nos entendemos y nos compenetramos muy bien. Él, además de modelo, es fotógrafo y me retrata en algunas de mis campañas, y también para mi web. Entiende mucho de moda y dejo que haga sugerencias, pero yo soy la que decido lo que me pongo, ¿eh?», reivindica con un puntito de pundonor. No podíamos irnos sin pedirle un consejo infalible para triunfar a la it girl por excelencia: «Conocer muy bien tu cuerpo y tener siempre en cuenta tus proporciones y las de las prendas, de forma que te favorezcan. Y sobre todo, sentirte cómoda con lo que llevas». Palabra de Olivia. ■
Las calles de Londres, París o Tokio están llenas de chicas que me inspiran. Cuando las veo, pienso cómo me quedaría a mí lo que llevan. No hay que tener miedo a probar