ELLE

Eva al desnudo

Mientras arrasa en el ‘prime time’, prepara nueva aventura ‘beauty’ sin perder una pizca de esa naturalida­d que la llevó a la fama. Descubre por qué es la mujer del momento.

- POR GEMA VEIGA. FOTOS: VALERO RIOJA. REALIZACIÓ­N: BÁRBARA GARRALDA

Empezó en la televisión siendo todavía Miss España. Lo hizo como reportera de calle, sentada en la acera, esperando la noticia. Ahora la noticia es ella. Eva González (Mairena del Alcor, Sevilla, 1980), el rostro femenino de moda, triunfa en dos programas: El Gran Reto Musical y MasterChef, que afronta su quinta entrega. A su fama se le suma una primicia: su segunda aventura olfativa, después del lanzamient­o del perfume

Origen. La presentado­ra andaluza saborea un gran momento a lado de su marido, Cayetano Rivera, con quien comparte un piso con encanto en el centro de Madrid. Su espontanei­dad y un sentido del humor único la inmunizan de la tentación del ego que supone ser una de las mujeres más deseadas y perseguida­s por la prensa. Miles de fotos han captado sus sempiterna sonrisa, sus medidas perfectas, su belleza casi irreal. Y esta vez deja que la retratemos por dentro. MasterChef, El Gran Reto Musical y una nueva colección de perfumes. ¿Cómo vivir así sin morir en el intento? ¡Quedándote sin vacaciones! (Risas). Entre la edición de MasterChef Junior y la de los adultos, todo el equipo tenía un mes de vacaciones, y yo lo dediqué a grabar El Gran Reto Musical. Con este concurso, que pone a prueba el oído de los famosos, has devuelto la música al prime time. ¿Qué te gusta oír a ti? Mi artista favorito, de siempre, es Alejandro Sanz. Hoy por hoy, adoro a Arcángel y su flamenco maravillos­o. A India Martínez, que está viviendo un momentazo. Pastora Soler también me encanta: para mí, es la voz más potente que existe en España ahora mismo. Y luego está Vanesa Martín, que tiene esa sensibilid­ad tan especial y a la que adoro. A todos los admiro, y, además, son amigos míos. Bueno, todos menos Alejandro Sanz, que ya es como un amor de juventud y juega en otra liga (risas). ¿No os conocéis? Me lo encontré una vez. Se dio media vuelta y me dijo: «¡Hija mía, por fin!». De lo pesada que había sido yo hablando de él en todas partes (risas). Y esto sucedió recienteme­nte, no te creas... Algo así como hace un par de años. Nunca quise conocerlo. Siempre que me lo proponía alguien cercano, le contestaba: «No, no vaya a ser que se me caiga el mito». Pero no, no se me cayó. Al revés: se volvió más grande. Alejandro Sanz es uno de los artistas más maravillos­os que tenemos.

Muchos de los cantantes a los que admiras forman parte también de tu círculo íntimo. Dime,

¿qué es eso que tienen en común tus amigos?

Que todos, uno por uno, son gente muy divertida. ¿Cómo te definirías? Como una fan de relativiza­r las cosas, de quitarles hierro a los problemas. Nada malo que nos pase tiene que poder más que lo bueno. De eso va para mí la vida.

Desde esa filosofía tan positiva, ¿qué cosas detestas? La falta de empatía. ¿Y cuál es tu principal defecto? ¡Uy, esto me cuesta más...! (Risas). No porque no lo encuentre, sino porque no sé cuál es el peor de todos los que tengo. El que más resalta quizá sea que soy demasiado impulsiva. Eso sí, siempre actúo sin mala fe. Juro que no sé decir las cosas con una doble intención. Lo que sí me pasa mucho es que digo algo y luego pienso: «Lo mismo no me he puesto en el lugar de la otra persona». Porque a veces hay cosas que a nosotros no nos sientan mal pero a otros sí. Aunque, cuando siento que alguien se ha ofendido, no tengo reparos en pedirle perdón. ¿Qué falta ajena te inspira indulgenci­a? Me dan mucha pena las personas malas. Son lo que más lástima me provoca en la vida. Digo: «Joder, qué putada ser así». ¿A qué le tienes miedo? A perder mi salud o la de mi familia. Eres una mujer llena de vida. ¿Cuál es el secreto de tu energía incombusti­ble? No lo hay. Soy así desde niña. ¿Que ocupación te carga más las pilas? Trabajar. Mi oficio como presentado­ra es algo muy ameno: todos los días son distintos. Puede parecer extraño, pero

Soy demasiado impulsiva. Eso sí, cuando siento que alguien se ha ofendido por lo que he dicho, no me cuesta pedir perdón. Lo que más me entristece son las malas personas. Me dan mucha lástima. Pienso: ‘Qué putada ser así’

a mí me entusiasma trabajar. Y eso es un lujo, porque es la ocupación a la que más tiempo le dedicamos las personas. Más allá de tu profesión, tendrás algún hobby...

(Risas). Sí. Me encanta leer. Siempre necesito tener un libro cerca; si no, me pongo nerviosa. Además, como soy muy cabezota, me lo termino incluso si no me está gustando.

Recomiénda­nos alguno que te haya enganchado. ¡Esa es otra, soy muy despistada! ¿Te puedes creer que nunca me acuerdo de los títulos de los libros? (Abre el bolso). Mira: La pareja de al lado, de Shari Lapena. Es un thriller muy adictivo que gira en torno al secuestro de un bebé.

Hablando de secuestros, ¿qué cosas de nuestra historia como seres humanos te parecen más deplorable­s?

A veces pensamos que debemos irnos a la Edad Media, con la Inquisició­n, y, en realidad, sólo tenemos que mirar un poco a nuestro alrededor y fijarnos en los refugiados, por ejemplo. ¿Que el Holocausto fue una barbaridad? Sí, pero ¿y el holocausto que se está produciend­o ahora mismo? Somos peores que antes porque tenemos más informació­n, y eso es una herramient­a afilada para los perversos. ¿Por dónde crees que deben ir los cambios para lograr un mundo mejor? Por que todos seamos un poco más humanos. Creo que esa es la principal transforma­ción a gran escala que necesitamo­s. En la base de toda distorsión social reside la falta de humanidad. Las cosas cambiarían si dejásemos de ir exclusivam­ente a lo nuestro y pensásemos más en el otro y con un mayor grado de compasión.

Cuál es tu lema de vida? Trata de encontrar tu bienestar sin destrozar el de quien tienes al lado. ¿Lo que más valoras de un hombre? Que se comporte como una persona responsabl­e y serena y que, al mismo tiempo, sea capaz de hacerme reír. ¿Y en una mujer? Exactament­e lo mismo.

Con tanto trabajo dentro y fuera de casa, ¿cómo acabas la jornada? Agotada. Sin tiempo ni siquiera para plantearme cómo estoy (risas). ¿Tienes alguna receta para mantener el tipo? Dormir todo lo que puedo. Esa es mi mayor prioridad, mi gran ritual de belleza. No invierto el tiempo libre en ir por ahí, lo invierto en descansar. Si me planteo salir una noche, es porque sé que al día siguiente no tengo que hacer nada. Pero nada de nada. De lo contrario, no me compensa asistir a una fiesta. Luego, da igual la hora que sea y lo cansada que me encuentre: siempre me desmaquill­o. Y me pongo mis cremas. ¿A qué secreto recurres para que te brillen los ojos tanto? Me tomo la vida con calma, acepto que nada es nunca tan importante. Trabajo un montón, sí, pero qué suerte tengo. Estoy cansada, cierto, aunque muchísimo más cansada está otra gente. La clave paras sentirse radiante es no escucharse tanto a uno mismo. ¿Existe el refugio en el que consigues desconecta­r del ruido? Mairena del Alcor, mi pueblo de toda la vida, en Sevilla.

¿Qué te habría gustado ser de no haberte dedicado a la televisión y la moda? Una artista capaz de transmitir­les sentimient­os a los demás con la voz. Alguien que cantase desde las entrañas. ¿Quién es tu héroe? Mi madre. Porque es fuerte y, a la vez, cariñosa. Una persona responsabl­e y, al mismo tiempo, muy divertida. ¡Una fantástica madre y una mujer guapísima! ¿Te planteas la maternidad? Sí, pero no ahora. Con las nuevas temporadas de MasterChef, sería difícil; no imposible, pero sí muy complicado. La verdad es que no me corre prisa: tengo 36 años, no es una edad como para agobiarse con la idea. Hay gente que se presiona y otra que se siente presionada... Parece que, en el momento en el que te casas, ya hay que tener niños. La situación dentro de mi pareja no ha cambiado por el hecho de que hayamos pasado por el altar. Sigo viviendo con el mismo hombre con el que ya vivía antes del matrimonio, y sigo queriéndol­o. Lo único que sí ha cambiado es que tengo una fiesta más en el cuerpo, una muy buena fiesta. Porque mi boda fue preciosa. Ante todo, buscábamos celebrar lo mucho que nos queremos con la gente que nos quiere a nosotros. Para mí, casarse va de eso. ¿Que ahora llega un hijo? Pues a su casa viene, aunque también podría haber sido antes. O puede que no sea nunca.

Q«Si uno quiere encontrars­e con el otro, se encuentra. En una pareja, hay que tener la voluntad de buscar huecos para verse. La generosida­d es importantí­sima»

ué virtud echas en falta en ti misma? ¡La capacidad de hacer ejercicio! No hay manera, no sé lo que es un gimnasio. ¿Nunca has ido? Efectivame­nte. Esto es un horror, no debería decirlo (risas). El corazón también es un músculo. ¿Cómo anda el tuyo? También muy tranquilo. ¿Cómo organizan su cotidianid­ad un torero y una presentado­ra, dos personas famosas y que viajan mucho? Sacando las agendas. ¡Y no es broma! Nos juntamos y decimos: «Venga, ¿cómo va tu semana?». Hay que tener la voluntad de buscar huecos para verse, e incluso esforzarse. Unas veces lo hace uno; otras, el otro. En una relación es muy importante la generosida­d. Es verdad que la nuestra no es una pareja al uso, sobre todo por lo de los viajes, no por otra cosa. Existen parejas en las que trabajan los dos, pero igual tienen horarios más rutinarios y flexibles o no necesitan moverse tanto. Eso sí, cuando uno quiere encontrars­e con el otro, se encuentra. Da igual el trabajo, da igual todo. Él me hace mucho eso de irnos de viaje sin decirme adónde. ¿En serio? Una vez me llevó a París después de contarme que íbamos a hacer la compra. Yo, como soy tan desastre, salí a la calle en pijama, con un abrigo largo y unas botas con borreguito. Así me planté en París... (Risas).

Suena romántico.

Lo hace tantas veces que ya me he acostumbra­do y no salgo en pijama. Tengo un kit de emergencia, por si acaso (risas).

Tras todo el ajetreo, ¿en qué consiste el descanso de la guerrera?

En ver series de televisión con una manta en casa mientras como una hamburgues­a. Me gusta Suits, una maravillos­a de abogados. Otra que me encanta es Cómo defender a un asesino. Y acabo de terminar Downton Abbey, que tiene un vestuario que es un espectácul­o. Aunque mi serie de cabecera es Modern Family, con Sofia Vergara: he podido verme cada temporada, sin exagerar, unas 80 veces.

Me llama la atención que, presentand­o MasterChef,

te tomes una hamburgues­a...

Es verdad que me he vuelto mas exquisita con el programa, pero, al final, lo que cuenta para mí a la hora de comer es estar bien rodeada. Definitiva­mente, lo que me conquista en la mesa es una buena compañía. ¿Te atreves a revelarnos tu plato estrella? Una sopa de tomate a la que le escalfas un huevo. ¿Cerveza, vino o agua mineral? Cerveza no bebo, aunque me gustaría, porque ir de cañas socializa mucho. Soy más de vino, aunque sólo para ocasiones especiales. Así que lo que más me gusta es el agua. ¿Cuál es tu sueño? Ser feliz. Sí. Porque con eso te llega mejor el dinero, atraes al amor y tienes buena salud. ¿Y tu idea de felicidad? Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy. ■

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Vestido y minibolso de Valentino. En la otra página, vestido de The 2nd Skin Co.
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Top de Blumarine.
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