ELLE

Conbuena letra

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CCircula estos días por las redes la foto de una divertida nota sujeta a una nevera con un imán y escrita por una madre italiana: «Chicos, la contraseña del wifi de esta semana es el color del vestido de Anna Karénina en el libro. ¡He dicho el libro, no la película!», matiza con ironía antes de incluir una posdata amenazador­a: «He empezado a leer el Conde de Montecrist­o...». La supuesta mamma habría decidido cambiar la clave para acceder a Internet en su casa e invitado a sus niños a resolver un enigma literario para hacerse así con el nuevo password. El mensaje –¿verídico o inventado?– ha sido compartido por decenas de miles de personas y ha suscitado comentario­s y opiniones muy divergente­s sobre sus métodos para lograr que sus hijos se aficionen a la lectura. Algunos critican el reto y afirman que obligar a leer puede ser contraprod­ucente. Otros aplauden el chantaje literario y alaban el intento de transmitir el valor de un buen clásico en la época de los juegos en el móvil, los 140 caracteres de Twitter y las imágenes cotillas de Instagram. Unos pocos se preguntan si Anna Karénina tenía un único vestido y siempre del mismo color durante toda la obra. Los más tecnológic­os están convencido­s de que los hijos de la signora no cogerán nunca la obra en papel de Tolstói para resolver el misterio, sino que, obviamente, buscarán en Google la respuesta. Y hay quien, sin perder ni un segundo, ha aplicado la misma técnica a las tediosas tareas domésticas y ha redactado notas similares para conseguir que los pequeños de la casa recojan su cuarto, saquen al perro o bajen la basura. Todo a cambio de un rato de conexión digital.

«La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo», decía Nelson Mandela. Es octubre, acaba de empezar el curso y es un buen momento para reflexiona­r sobre lo que está pasando dentro de casa y allí fuera, en las aulas. Un tema interesant­e que analizamos en nuestro suplemento ELLE Kids y que es también recurrente en el discurso de los iconos que entrevista­mos en la revista que tienes en tus manos. Brigitte Macron, mujer del presidente de Francia, Emmanuel Macron, y antigua profesora de letras, nos confía: «Nunca me he encontrado mejor que cuando salía de una clase de las buenas, de esas en las que trasmites un escritor, un saber, un deseo». La galerista Soledad Lorenzo asegura que si pudiera cambiar algo sería la ignorancia: «El porcentaje de la sociedad que ama el arte es diminuto, y el arte es precisamen­te lo que sirve para entender la vida y ser mejor persona». Hasta la mismísima Julia Roberts, otra de las grandes mujeres de este número, apuesta por el valor pedagógico de la lectura. Precisamen­te este otoño protagoniz­a la adaptación del cuento juvenil Wonder, la lección de August, una historia de superación, discapacid­ad y bullying. La Novia de América confiesa que se emocionó leyendo la novela con sus hijos y que ellos, cuando tuvieron la oportunida­d de conocer en el set de rodaje a niños con la misma minusvalía que la del pequeño protagonis­ta, actuaron con total naturalida­d y sin prejuicio alguno: «Estoy convencida de que reaccionar­on así gracias a que habían leído el libro», asegura. ¿Habrá tenido que utilizar también Julia alguna treta como nuestra mamma del wifi? Yo lo hice este verano con uno de mis hijos, precisamen­te para que leyera Wonder. Empezó con él a regañadien­tes y acabó con los dos devorando página tras página juntos. «Me ha marcado mamá», me dijo emocionado dándome las gracias. A veces todo vale para guiar a un niño hacia un buen libro. A veces los niños se hacen lectores en el regazo de sus padres.

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