Lo mejor de lo nuevo
T¿Te derrites con el bolso transparente de Chanel que triunfa en las redes sociales? ¿Esperas con ansiedad el enésimo lanzamiento de Samsung? ¿Has conseguido mesa en el restaurante Gucci Osteria, que acaba de abrir sus puertas en Florencia? ¿Sientes la necesidad imperiosa de instalar una obra de Okuda, el genio artístico del momento, en el salón de tu casa? ¿Tienes entradas para la exposición Sorolla y la moda, en el Museo Thyssen-Bornemisza? ¿No ves el momento de que arranque el programa Maestros de la costura? ¿Cuentas los días que faltan para empezar a leer el próximo best seller de Joël Dicker,
La desaparición de Stephanie Mailer? No hay duda, reúnes todas las papeletas para tener neofilia. ¡Pero tampoco te asustes! Porque no es grave: no se trata de ninguna patología; sencillamente, padeces un amor desmedido por lo último, una predisposición positiva hacia lo recién estrenado o inaugurado, un gran interés por aquello que pronto se convertirá en un éxito absoluto. Y esa es una señal elocuente de tu saludable espíritu de cambio.
Si no es nuevo, no sirve, no es relevante, no importa ni aporta. La máxima parece aplicarse al milímetro en el universo de la tecnología, donde todo es
fast: se avanza a un ritmo tan vertiginoso que, en un abrir y cerrar de ojos, cualquier cosa queda obsoleta. Como vaticinó el fundador de Apple, Steve Jobs, «la innovación distingue a los líderes de los seguidores». Será por eso que miles de geeks formas colas kilométricas (también virtuales) para ser los primeros en comprar el gadget de moda. No importa si, para conseguirlo deben pasar frío, dormir poco y gastar mucho. Además de por sus características high tech, el objeto de deseo lo es por lo que representa, ya que aporta prestigio, imprime carácter y permite formar parte de una tribu social. Hablamos de una promesa de felicidad (aunque la flamante versión del smartwatch o del teléfono sólo incorpore un nuevo color o un botón extra).
Ahora que estrenamos marzo, en nuestro Fashion Book te anticipamos qué tonos, tendencias y accesorios querrás llevar esta temporada. Y en este número de ELLE compartimos contigo el arte que te enganchará, las mesas donde querrás celebrar y los paraísos a los que pondrás rumbo. Sin olvidar nunca esas causas por las que merecerá la pena luchar. Porque en la redacción somos un poco neófilos. Poseemos sentido de la curiosidad, un buen radar para rastrear el talento y la capacidad de escuchar lo importante en medio del ruido informativo de una sociedad hiperconectada. Nos encanta arriesgarnos, probarlo todo antes que nadie, convertirnos en curators para adelantar lo mejor de lo último. Aquello que, dentro de lo inédito, de verdad puede enriquecernos, de verdad nos da un valor, de verdad no tiene precio. Descubrir una canción, un perfume y un rouge de labios son pequeñas cosas que nos hacen sentir vivos. Inspirarnos, ilusionarnos. En definitiva, mirar hacia delante. Porque, como decía Sherezade en sus relatos sin fin, la vida continúa siempre y cuando haya una nueva historia que escuchar cada noche. Disfruta de las mil y una que te vamos a contar.