La potente (y renovada) voz de un mito.
Renovada por fuera y por dentro, la diva de la música regresa con una gran gira y un disco lleno de canciones SENTIDAS. Escucha en primicia su nueva e inspiradora voz.
uelve a dar la cara. Lo hace tras cuatro años de silencio creativo y superación personal con un álbum que se llama Que corra el aire. Luz Casal (Boimorto, Galicia, 1958) sabe lo que es hacer 15 discos, zanjar dos tumores y colgarse el máximo galardón cultural francés, la Medalla de la Orden de las Artes y las Letras. Su voz cumple los 60 con el honor de ser una de las más valoradas dentro y fuera de nuestras fronteras. Quedamos con ella antes que nadie para hablar de todo un poco. Tras un rostro que presume de estar más bello que nunca, descubrimos su agilidad de bailarina curtida en clases de danza, sus iniciativas solidarias y su pasión por la literatura, la pintura y el cine.
Un inspirador testimonio lleno de música.
¿Para qué sirve el silencio?
El silencio es parte de la música. Para mí es importantísimo: proporciona descanso y la posibilidad de reflexionar sobre qué podemos mejorar y permite dejar espacio a otras voces que lo están haciendo bien.
Tú lo rompes después de cuatro años con un disco repleto de sonidos de todo tipo.
Afortunadamente son muchos los que consideran que la variedad en mí es una seña de identidad. Y eso me hace feliz. En los primeros discos sentía que estaba defendiéndome continuamente. Me decían: «¿Por qué compones una canción con sonidos agresivos y tiempos rápidos y luego te pasas a otra lentísima que casi es de llorar?». Bueno, pues porque soy así. La versatilidad no debe ser un lastre, al contrario.
Tu música ha sido la banda sonora de varias generaciones. ¿Cómo la creas, en qué consiste tu método de trabajo?
Cuando hablo de la libertad que he tenido para escribir música, para grabar discos tan sólo cuando yo he querido y como he querido, me llama la atención la cara que pone la gente. A veces me digo: «No insistas, no te están creyendo». Pero es así. En mi caso, hago canciones sólo con aquello que me sale de dentro. No me someto a exigencias de la industria. Voy buscando y escribiendo, hasta que, de repente, hay 14 canciones. Y ya está el disco.
¿Eres de las que tiran mucho material a la basura?
Bastante, la verdad. Y no me da ningún miedo. De vez en cuando me digo: «¡Joder, pues tampoco estaba tan mal!». Sacas un tema que se llama Lucas, dedicado a un niño... Sí, es una historia real que me conmueve muchísimo. Lucas falleció cuando tenía 5 años. Iba al cole con una niña de mi familia, la cual se quedó marcada con la relación que los unió de pequeños. Hasta el punto de que ella hoy tiene 25 y sigue hablando de él como si fuese parte de su entorno. A esto se le añaden un par de cosas que me impactaron...
¿Se puede saber cuáles?
Una fue el libro que escribió la madre del niño, una maestra de Vigo, hace dos años, 18 después de que él se fuese. Se titula Lucas. Cuenta una historia de amor maternal que se vivió en la intensidad, no en la longitud. Es muy emotivo, pero también esperanzador. Fíjate: Lucas se va sólo unas horas después de que nazca su primera hermana, a la que no llega a ver; su mamá sigue hablando de él como si estuviera presente. Eso me mueve pensar que un vínculo es algo tan poderoso que no hay manera de romperlo, a pesar de que esa persona ya no esté físicamente. La otra cosa que me impactó sucedió cuando fui al hospital a visitar a la hermana de mi pareja, que no conoció al pequeño. Ella acababa de superar un infarto. Nada más llegar me dijo: «Luz, he visto a Lucas». Todos estas situaciones fueron tan fuertes que hicieron que me sintiera en la obligación de convertir a Lucas en canción: «Ahora eres una cinta en mi pelo, una estrella en el cielo...».
PEn vez de llorar, de hacer más difícil mi vida y la de quienes me rodeaban, me dediqué a crear letras, grabar y descubrir otros autores. Eso me llevó a asimilar los tratamientos de otra manera. La actitud es importantísima
ara qué sirve la música? Identificarse con una canción en un momento dado de nuestras vida es más que grabarse un tatuaje. Soy una mujer a la que le encantan la literatura, el cine, la pintura, pero, de todas las artes, lo bueno que tiene la música es que para llegar a ella no hay que ser un intelectual. Existe poquísima gente que diga que no le gusta, ni el más insensible. A los que la creamos desde la verdad, es decir, los que no perseguimos ni ligar más ni tener otra casa más grande, la música nos permite vivir a través de ella de una manera plena. Yo la escucho todos los días y pienso: «¡Si es que casi no necesito nada más!».
¿Qué valor le das a la musicoterapia?
Hace poco conocí a una mujer de 42 años con alzhéimer. Un día su hija me dice: «¡Luz, no te lo vas a creer, a mi madre le pones una canción y la canta entera!». Se ha descubierto que, por el sonido, estos pacientes pueden tener memoria, lo que permite establecer con ellos un vínculo. Al parecer es como un tratamiento. Así que,
Siempre me he sentido una persona afortunadísima, incluso en los momentos que no fueron agradables. Y creo que la fortaleza es una de mis mayores virtudes
sí, creo que la música sirve para ayudar a la gente, para acompañarla, y aunque no de manera física, para curarla.
Sabes lo que es superar el cáncer de mama. Como artista, ¿qué importancia ha tenido tu oficio en esa recuperación?
He pasado por dos episodios de cáncer de mama. Y he tenido la suerte, como no podía ser de otra manera, de recurrir al universo de la música. Ante el primero saqué
Vida tóxica. Y durante el segundo hice un homenaje a los boleros en La pasión. En vez de estar por las esquinas llorando, haciéndome la vida más difícil a mí y a quienes me rodeaban, me dediqué a trabajar en letras, a grabar, a descubrir a otros autores. Eso me empujó a asimilar los tratamientos de otra manera. Confieso que nunca he tenido el pensamiento de «¡¿por qué me ha pasado esto a mí?!, ¡qué mala suerte tengo!» ni ese tipo de cosas. No creo en el drama. Soy de las que opinan que la actitud es algo importantísimo. Desde mi experiencia puedo decir que, cuanto más ánimo tengas para salir de ese bache físico, más recursos les vas a dar a los profesionales que te están ayudando.
Y, a la vez, tú, como personaje público, más ayuda puedes dar con tu ejemplo a otros.
Es verdad que lo he llevado todo de manera muy digna. Si, como lo he hecho, ha ayudado a otras personas con el mismo problema, yo encantada. Bien es cierto que, por mi carácter, yo no me levanto, me miro en el espejo y digo: «Soy un ejemplo». Pero me pasa como con las canciones: si han servido para enamorarse, para tomar una decisión o para pegar botes de tres metros de alto, si le han servido de ayuda a alguien, entonces, con eso me siento satisfecha.
Cómo es tu día a día? Mi vida no ha cambiado nada. Lo que sí ha traído consigo la experiencia del cáncer ha sido aprender que el tiempo se puede acabar. Incluso mucho antes de lo que eres capaz de imaginar.
¿Te sientes una mujer afortunada?
Me siento una mujer afortunadísima. De siempre. Incluso en los periodos que no fueron especialmente agradables.
¿De quién sigue aprendiendo Luz Casal?
De mis mayores. De la fuerza de las mujeres de mi familia. Como San Agustín, creo que la fortaleza es una de las mejores virtudes. La mía lo es. Y, luego, valoro mucho la solidaridad, que para mí es algo que tiene un significado enorme.
De hecho, eres la artífice del Festival de la Luz, donde todo el dinero que se recauda vía venta de entradas va a parar a una buena causa. ¡Y son las más baratas de entre todos los festivales! (Risas). Sí, se celebra en Boimorto, en la provincia de La Coruña, el lugar de donde soy, mi tierra. Empezamos donando la recaudación a la Asociación Española Contra el Cáncer, luego fue al Banco de Alimentos, después, a Médicos sin Fronteras... Muchos seguidores, la mayoría mujeres, comenzaron a decirme que existía una técnica sencillísima que se llama la biopsia líquida: te pegan un pinchazo y saben si tienes algún tipo de cáncer. Así que en la última edición, que además fue con la que más recaudamos, el dinero se destinó a este avance.
El cartel siempre tiene una media de 40 nombres. ¿Cómo se consigue eso?
Pidiendo muchos favores a los amigos, porque todos tocan gratis. Si no contase con esa facilidad, sería impensable organizar algo así a buen precio. Hemos fichado a gente como Amancio Prada, los Spin Doctors, Vanesa Martín y hasta la orquesta de Arzúa, que es una localidad cercana: son buenísimos, todo un descubrimiento.
¿Qué puedes adelantarnos de la próxima edición?
Este año se hará en la segunda semana de septiembre. Del día 8 al 10. Siempre pensando en disfrutar de un fin de semana largo. En cuanto a la causa social, la idea es devolverle a Galicia cada árbol que se ha quemado.
Mas allá del universo musical, ¿cuáles son las prioridades en la vida de Luz Casal?
Yo, si algo no me agrada, puedo evitar expresarlo, pero jamás diré que sí me gusta. Mi mayor prioridad consiste en ser alguien honrado. O sea, una persona buena. ■
La música sirve para ayudar a la gente, para acompañarla y, aunque no de forma física, para sanarla