Cero vello
Si estás ya en ese momento tan dulce de piernas eternamente sedosas, disfrútalo: la depilación láser es uno de los mejores inventos ‘beauty’ de las últimas décadas. Con ella, una piel siempre suave es una realidad sexy, práctica, comodísima y, en definitiva, maravillosa. Aunque quienes aún no han empezado tienen algunas razones poderosas para ello. La primera: el precio. Es verdad que la oferta es muy amplia y que hay tarifas para todos los bolsillos pero, desde el IML (Instituto Médico Láser), advierten: «Es mejor decidirse por un centro solvente, con equipos reconocidos, probados y estudiados, y con médicos especialistas capacitados para hacer un diagnostico correcto en función de la zona a depilar, del color de la piel y del vello». Otro motivo reside en la (errónea) idea de que una mala circulación sanguínea es incompatible con esta técnica basada en la radiación. Aunque es cierto que la piel se sobrecalienta durante las sesiones, el tiempo que transcurre entre una y otra (unos dos meses) es suficiente para que no afecte a la salud. El sufrimiento suele ser otro factor, pero, en realidad, el tratamiento produce una sensación más bien enervante que dolorosa, salvo en la parte anterior. Nada que una crema anestésica, como
Emla, no pueda solucionar.