PURA ENERGÍA
Empática, sincera e IMPARABLE, ella es capaz de convertir el día más gris en una fiesta. La presentadora y diseñadora, de nuevo en plató con ‘WifiLeaks’, prepara el regreso de su propia firma.
En la tele y en la moda, Patricia Conde sigue siendo imparable.
Creo que soy feminista desde antes de saber qué significaba la palabra. Siempre he luchado por lo que he querido y me he enfrentado a situaciones que han sido duras
Todo comenzó con unos orgullosos padres grabando en el salón a la niña, día sí, día también, con una cámara de vídeo analógica. Casero pero premonitorio. La pequeña era Patricia Conde (Valladolid, 1979). Pizpireta, graciosa, despierta, encandilaba a las visitas. El show sólo acababa de empezar. Muchas volteretas en la alfombra, imitaciones de los Monty Python y recreaciones de escenas de Hot Shots y Aterriza como puedas después, alguien le dijo que era muy mona y que podría ganar dinero desfilando, así que se lanzó a hacer los madriles en busca de su sueño: convertirse en cómica. Hoy está en condiciones de asegurar que lo ha conseguido. Es humorista, actriz, presentadora, diseñadora, modelo... Y a todo ello le pone el sello de la casa: una sonrisa natural que se contagia en directo y en diferido. Sólo se pone seria para hablar de su hijo, Lucas, que este mes cumple 5 años, y de las causas que abandera y que le preocupan, como la pobreza, el medio ambiente, la igualdad y la injusticia. Entre sus muchos proyectos, está volcada en su segunda colección de moda en solitario con su firma, Pati Conde, y en su recién estrenado WifiLeaks, en #0, de Movistar+, un programa de humor junto a Ángel Martín –el que fue su compañero en Sé lo que hicisteis..., un gran amigo–, en el que la tecnología es la excusa para seguir riéndose de todo. Una reflexión: alguien debería encargarse de buscar esas cintas de vídeo y pasarlas a digital antes de que desaparezcan. Valen oro.
Sabrías decirme qué son las granjas de trols? Pues mira, viendo cómo está el percal, diría que los trols de hoy son los haters. Así que las granjas serán como grandes bancos de odiadores o algo así. ¿He acertado?
No... Son oficinas llenas de veinteañeros dedicados a inventar noticias para subirlas a Internet y liarla. La mayoría están en Rusia. ¿Y qué es el blockchain?
¡No tengo ni puñetera idea!
Es el protocolo encargado de garantizar las transacciones de Bitcoin, la famosa cibermoneda.
El Bitcoin lo tratamos el otro día en el programa, pero no me pidas ahora que te cuente nada de lo que era...
¿Y sabes qué son Vero y Aura?
¿Amigas íntimas? (Risas). No tengo el placer de conocerlas. Una nueva red social y el asistente virtual de Telefónica.
Es imposible. ¡Es que no estoy nada puesta! Mira, por querer, no quería ni meterme en redes sociales, prefería vivir sin ellas. En su día me aconsejaron que eligiera una al menos. No tengo ni Twitter ni Facebook, sólo Instagram. Vale, me divierte que haya algo ahí, una ventanita en la que poner mis trabajos. Sí que es verdad que es muy importante estar conectada: te vas a la otra punta del mundo y sigues activa. Lo que pasa es que tanta conectividad al final pasa factura. Me he dado cuenta de que soy más tradicional de lo que creía. A mí estas moderneces de repente como
La maternidad cambia tu forma de ver la vida. De repente, cosas que antes te daban miedo ya no te asustan, porque piensas: «Si me atemoriza a mí, ¿cómo voy a proteger a mi hijo entonces?»
que no me interesan. Lo de los trols, los haters...
No es que se me escape, es que tengo que hacer un esfuerzo para interesarme por ello. Más bien me veo viviendo en una casita en la Toscana, con mi huerto, con mi cocina. Eso me hace mucho más feliz que estar metida en Internet todo el día. Me imagino de aquí a unos años cocinando para la gente a la que quiero, disfrutando de un buen plato y la buena mesa, con un buen vino, mirando las estrellas, saliendo a pasear por el campo. Y no pegada a un ordenador a ver qué han publicado y qué no. Es que eso no lo hago ni a día de hoy.
Curioso: quieres entenderlo y explicarlo en tu nuevo programa, pero tú, en cambio, tiras por el otro lado... Total. No estoy nada puesta, pero WifiLeaks es un programa de humor, así que no hace falta (risas). En él hay sketches, cine, música, actualidad... Si le pasa algo a Trump o es el cumpleaños de Einstein, lo vamos a contar. Es decir, la idea es tratarlo todo, aunque es que hoy ese todo está rodeado de tecnología. Es como si me dicen mañana que tengo que hacer un formato de humor hablando de fútbol. No creas que voy a sentarme a ver un partido. De hecho, nunca lo vería. ¿Tú te crees que veía programas del corazón o leía prensa rosa cuando presentaba Sé lo que hicisteis...? En WifiLeaks nos lo han dejado muy claro: «Esto no es un informativo, el programa no se vende como noticias del futuro; esto es humor, señores». Sí es verdad que espero que, al final, Ángel y yo nos enteremos de qué son todas esas cosas que me has dicho (risas).
Dime qué sí has aprendido que te haya dejado loca. Que el wifi está obsoleto. Ahora manda el lifi. ¿Y qué es el lifi? Pues eso me preguntaron en el programa y contesté:
«Lifi is il líquidi qui sili dil pini» (risas). Es una conexión inalámbrica que, por lo visto, va como mil veces más rápido que el wifi. Olvídate del wifi, lo que mola es el lifi.
Tengo que confesarte que yo no sé ni cómo funciona la televisión, tanto cable, tanta conexión... Si te consuela. Pues un poco... (Risas). En mi caso, una vez que he conectado el HDMI 1 con Movistar+, el HDMI 2 a Netflix y el HDMI 3 al Apple TV, me siento una superheroína. Eso sí, me piden que ponga una cadena normal, como La 1 o Antena 3, y digo: «¿Perdona? ¿Cómo se hace eso?». No sé volver a la televisión en TDT. O sea, ¿y luego debo reconectar? ¡Dejadme en paz! Ya bastante lío tengo en casa.
Con WifiLeaks vuelves al formato que te dio tus mayores éxitos, el de Sé lo que hicisteis... ¿Tú misma te pones siempre el listón alto? Diría que eres de crecerte con los retos.
A los 15 años les dije a mis profesores: «Yo quiero ser actriz y cómica, quiero subirme a un escenario y hacer comedia, quiero hacer reír y también quiero hacer ropa. ¡Quiero hacer muchas cosas!». Entonces ellos me contestaron: «Bueno, bueno, vamos a ver. Estudia una carrera y luego...». Ahí comprobé que cuanto más me decían que no, más ganas tenía de llevarlo a cabo. Cuanto más difícil se me hacía, cuantos más impedimentos me ponía la vida por delante, más lo deseaba, más me preparaba, más me dirigía hacia ello. Sí que es verdad que empecé muy jovencita en televisión y hubo mucha gente que me quiso dirigir adonde ellos veían más fácil. Pero me planté y les dije: «No, señores, yo no quiero ir por ahí. Para ustedes a lo mejor lo ideal es que me ponga un bañador y unos tacones, que me maquille y me peine, que sonría y ya está. Pero es que no soy así. Soy incapaz de hacer eso porque me daría mucha vergüenza ir con este vestido que parece un body a entrevistar a este tipo. Me muero. No lo haría con 18 años ni con 30 o 40. Ahora, si me dan un papel dentro de una ficción y está justificado, por supuesto que sí. Sin embargo, en un programa de entretenimiento no está justificado que la reportera tenga que ir medio desnuda a entrevistar a un presidente del gobierno. Si tanto les gusta ese vestido, que me dicen que es precioso, que queda muy bien, ¿por qué no se lo ponen ustedes?
Yo mejor me voy a hacer monólogos, ¿vale?».
Precisamente, dos de los programas que te dieron el éxito, Sé lo que hicisteis... y El Informal, fueron la cantera de reporteras así: dicharacheras,
Me dejo llevar por el corazón y me van dando una tras otra. Por mucho que me digan mis amigas o mil programas del cerebro que haga ¡no aprendo nunca! Las personas que somos empáticas sufrimos más Cuando mi hijo, Lucas, sea mayor ya habremos avanzado mucho en esto de la igualdad. Ahora lo estamos haciendo bien, educándolos en el cariño y el respeto, trasmitiéndoles nuestros valores. Va a ir a mejor
con poca vergüenza y mucho humor, muy atractivas y portadoras de trajes muy cortos. Hoy, con el feminismo en auge, es raro pensar que estuviera muy bien visto explotar esa imagen, ¿no? Cada una que haga lo que quiera con su vida y con su cuerpo. Lo respeto. Lo que pasa es que yo no lo haría. Ni lo hice. Yo veía mi carrera como algo de largo recorrido y sabía adónde quería ir. Eso a mí no me funcionaba. Empecé en una época en la que estaban de moda las Mama Chicho, ¡imagínate! Llámame adelantada a mi época, pero siempre tuve muy claro lo que no quería. Igual estaba practicando el feminismo sin saberlo. Recuerdo un día que, en un sketch con Mario Casas, me tenía que lanzar sobre él a darle un abrazo. Nos caímos al suelo y a mí se me vio un poco el culotte que llevaba. Era un culotte enorme, rojo, con lunarcitos blancos, una cosa como más infantil que sexual. Cuando vi que en YouTube había 6.000 millones de visitas del vídeo, pensé: «Qué absurdo, tengo biquinis más pequeños. Luego te pones un biquini y nadie dice nada». Entonces le dije al productor que al día siguiente iba a salir en bragas. Y así lo hice. Me puse un culotte negro con lunarcitos blancos y con un lazo rojo delante para que no fuera muy lujurioso y solté lo que para mí era un discurso superfeminista: «Sólo son unas bragas, un trozo de tela. Las mujeres de este mundo hemos luchado para que se nos considere algo más que un simple culo». Fue como muy épico, cada vez iba subiendo el tono e intentaba dar a entender, por un lado, que me estaba riendo de mí misma y, por otro, que lo que había pasado era de bobos y las visitas debían parar. ¿Querían bragas? Les di bragas. Yo fui la directora, la productora, la realizadora y la guionista de ese momento. Quien quiera entender el mensaje que lo entienda.
Lo deben de entender muchos, y tu humor se toma en serio. Rubia, guapa y gustas a ambos sexos. ¿Cómo se consigue eso?
¡Gracias! He echado a perder tanto mi imagen haciendo comedia todos estos años, me he reído tanto de mí misma, que creo que ya no hay remedio (risas).
Estás involucrada en varias ONG medioambientales y sociales. Como diría Mafalda, ¿el mundo está enfermo? ¿Crees que aún tiene cura?
Sí, está un poquito malito, aunque yo mantengo el optimismo. Hay muchos ángeles que trabajan en silencio, el problema es que los buenos no hacen ruido y los malos, pese a ser pocos, arman un escándalo tremendo. Pero los buenos están ahí y tienen sus objetivos.
Tú eres positiva y haces reír, pero ¿qué te hace reír a ti?
Muchas cosas, muchos amigos. Ángel Martín me hace reír a carcajadas. ¡Y Kristen Wiig!
Además de una herramienta de trabajo, ¿qué es el humor?
Es un sentido más que tengo, algo que considero realmente vital para la salud mental.
Dime algo que no te haga ni pizca de gracia.
La mentira, la hipocresía, la agresividad, la injusticia... ¿Qué es lo que te tomas más en serio en la vida? La educación de mi hijo, sus valores y su felicidad. ■
«A veces soy impaciente, a veces soy muy cabezota, a veces soy impuntual… Pero me gusto tal y como soy, ¡no pasa nada!»