ELLE

LA MIRADA SALVAJE

Cuando aparece en pantalla sabes que no se trata de un personaje cualquiera. Aclamado por los directores y candidato dos veces al Oscar, este es el gran año del MALVADO de ‘La forma del agua’.

- POR SUSAN MENÉNDEZ

El año de Michael Shannon, un malvado de película.

A los 15 años dejé el instituto para participar en obras de teatro muy modestas en Chicago, en salas minúsculas de las que nadie había oído hablar. Ahí comencé a soñar con hacerme actor

«En el set se crean vínculos de amistad muy fuertes con los compañeros. Eso es más importante para la película que las emociones individual­es»

Probableme­nte el nombre de Michael Shannon (Lexington, Kentucky, 1974) no te diga demasiado. Pero, si te revelamos que fue el agente especial Van Alden en la serie Boardwalk Empire y que se ha metido en la piel del coronel Richard Strickland en La forma del agua, seguro que empiezas a ponerle cara. Imposible olvidar esa mirada superlativ­a, el rictus permanente y la huella que dejan todos los personajes que encarna este actor, que ya lleva dos candidatur­as al Oscar, por Revolution­ary Road (2008) y por Animales nocturnos (2016). Sinónimo de papeles intensos y complejos, Shannon se ha ido labrando pacienteme­nte una sólida carrera en más de 60 películas y 40 obras de teatro; en muchas de ellas, como imprescind­ible de lujo, un secundario con carácter capaz de mantener el cuerpo a cuerpo con las grandes estrellas... e incluso de robarles el plano si se descuidan. «Es, casi con seguridad, el intérprete más importante de su generación», según el director Werner Herzog, y sigue un ritmo frenético de trabajo en cualquier frente. Esta primavera lo podremos ver en los cines españoles junto a Chris Hemsworth en el film bélico 12 valientes (4 de mayo) y también en televisión, donde está a punto de estrenar el remake de Fahrenheit 451 (HBO, 19 de mayo). Además, ha dejado a la crítica rendida a sus pies con su labor como director teatral en Traitor. La buena estrella parece estar definitiva­mente del lado de este hombre de físico inclasific­able, al que le suelen caer roles de malo, pero de esos memorables, con sustancia. Como dice el mexicano Guillermo del Toro, sea cual sea la dimensión oscura de la criatura a la que da vida, Shannon «siempre le aporta humanidad, casi vulnerabil­idad». Y asegura que nunca ha colaborado con nadie «que combine precisión y emoción con tanta maestría».

Ajeno a su creciente popularida­d y reconocimi­ento, el actor reside en el mismo piso de Brooklyn desde hace 12 años, con su pareja, la también actriz Kate Arrington, y sus dos hijas. Lleva a las niñas al parque, va al supermerca­do, toma cervezas en un pub como cualquiera... Eso sí, es consciente de que la gente lo suele mirar raro. «Les suena mi cara de algo y no saben de qué. A veces me lo preguntan directamen­te, pero ya no me molesta», bromea. También ha asumido que le digan que su gesto natural, el que pone cuando no está actuando, es de estar ligerament­e enfadado con el mundo. «Supongo que me viene de nacimiento, del momento del parto. Suelo incomodar a la gente, y no entiendo por qué, pues en realidad soy un tipo cálido, tímido. No me enfrento con nadie... A no ser que me provoquen», matiza, a la vez que deja caer (¿sin querer?) una de esas miradas marca de la casa.

Después de tantos años como llevas en esta profesión, ¿te sorprende que los papeles soñados te lleguen ahora?

La verdad es que soy afortunado por estar en tantos proyectos. ¡Nunca me imaginé que acabaría tan ocupado! Tengo una suerte enorme. No paro de recibir buenas oportunida­des y, cuando veo que a algunos de mis amigos no les pasa lo mismo, me es imposible dejar de sentirme agradecido.

Has trabajado duro, pero durante mucho tiempo el éxito no se materializ­ó. ¿Pensaste en tirar la toalla?

No. Cuando comencé en esto no era muy ambicioso, no trataba de convertirm­e en una estrella ni de ganar millones; sólo quería actuar, e incluso estaba dispuesto a hacerlo gratis o por casi nada. Para mí, ganarme la vida con ello no es más que un beneficio adicional.

Y, ahora que eso se ha cumplido, ¿cuál es tu objetivo? ¿Te gusta más el cine independie­nte o prefieres participar en grandes produccion­es de Hollywood?

Disfruto con ambas cosas. Lo que le interesa a cualquiera en este oficio es la variedad, que no te encasillen en lo mismo una y otra vez; quieres disponer de diferentes opciones y contar historias distintas. Así que, en realidad, espero que me sorprendan y me ofrezcan ese proyecto que nunca pensé que podría existir.

Cuando tienes un rol tan complejo como el de La forma del agua, ¿de qué manera consigues conectar con el personaje? En el set desarrolla­s unos vínculos de amistad muy fuertes con tus compañeros. Para mí eso es importante; casi más que las emociones de un actor, que son sólo un subproduct­o de la escena. Muchas veces lo que debes hacer es simplement­e luchar para no cansarte, para mantener el nivel de energía y estar siempre al máximo.

A la gente suele sonarle mi cara, pero no sabe de qué. A veces me lo preguntan directamen­te. También me dicen que mi mirada intimida, aunque no entiendo por qué: yo soy un tipo cálido. No me enfrento a nadie... A no ser que se me provoque

¿Cuál crees que es la clave para interpreta­r a un villano?

Precisamen­te, no convertirl­o en un malo, sino en una persona. Así es como abordé mi papel en La forma del agua; Strickland no es un monstruo terrible y malvado, sino alguien que tiene su propio punto de vista y trata de vivir su vida. Lo que sucede es que su planteamie­nto va en contra de lo que quieren los demás.

Trabajaste con una principian­te Jessica Chastain en Take Shelter (2011). ¿Intuías entonces que iba a dar el gran salto a la fama internacio­nal?

Sin duda. Es una mujer brillante, con un corazón enorme, realmente buena. En todo lo que hace se puede ver cómo se implica a fondo, y a la gente la gusta contar con ella por eso. Así que para mí no es ninguna sorpresa que se haya convertido en una estrella mundial.

¿Te preocupa el aumento de tu propia fama, el hecho de que te reconozcan por la calle?

No, en absoluto. Mi casa está en Nueva York, donde hay cientos de celebritie­s, y no me parece que a nadie allí le impresione­n demasiado. De ahí que mi día a día sea más o menos normal. Lo llevo bastante bien.

¿Cuándo descubrist­e tu vocación?

Diría que empecé a soñar de verdad con ser actor a los 15, cuando dejé el instituto. Vivía en Chicago y comencé a curtirme en obras modestas, en locales minúsculos de los que nadie había oído hablar. Algunos ya ni existen.

¿Te ves a ti mismo más como un hombre de teatro que de cine?

Sí, me encantan las tablas, y vuelvo a ellas siempre que puedo. Creo que es muy bueno trabajar en un escenario, porque allí se aprenden muchísimos matices de interpreta­ción.

Ycómo te adaptas a actuar para la gran pantalla, un medio en el que las escenas se ruedan en orden aleatorio, a veces empezando por el final?

Es algo que se hace difícil para cualquier profesiona­l. Pero pienso que, si te estudias bien los diálogos antes de empezar, tienes una buena base y conoces la historia perfectame­nte, le darás sentido sin que importe el plan de rodaje. Es solamente una cuestión de estar preparado, y la única forma en que eso se consigue es repasando el guión y sabiendo de memoria cómo se desarrolla tu personaje y de qué manera le afecta cada secuencia. Si, en aquellos inicios, en tu adolescenc­ia, alguien te hubiera dicho que algún día participar­ías en una película de Superman, ¿tú qué le habrías contestado?

Sería incapaz de imaginarlo. Yo vi en las salas las primeras adaptacion­es del cómic, a finales de los años 70, con Terence Stamp en el rol del general Zod. Ni se me hubiera ocurrido pensar que, varias décadas después, yo seguiría su estela y acabaría heredando el papel (fue en El hombre de acero, de 2013). Me parece surrealist­a. ■

«La clave para interpreta­r a un buen villano está en que sea una persona, no un monstruo terrible y malvado. Así abordé mi papel en ‘La forma del agua’: es alguien que tiene su propio punto de vista»

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Vestido de carolina herrera y pantalones de massimo dutt todo ello con zapatos de tacon de puraficaci­on lopez hfghf ytutyutIll­am ea ni di officiae vent qui ium fugiam quis audipiet odi-
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