TALISMÁN FASHION
El diseñador canario presenta su segunda colección, ‘Metanoia’, una oda a la ARTESANÍA española, el lujo, el color morado y la buena suerte.
El diseñador Andrés Acosta se rinde a la artesanía y el lujo.
Andrés Acosta (La Palma, 1987) es un gran soñador que vive (y trabaja) con la cabeza en las nubes y los pies en la tierra. La emoción es su hoja de ruta; la valentía –con mucha pasión–, lo que en el año 2016 le movió a perseguir su mayor fantasía: lanzar la etiqueta de vestidos de ensueño, con espíritu couture, que lleva su nombre. La Presencia Divina fue su primera colección made in Spain. «El sello Andrés Acosta tiene mucho de mí. Se llama igual que yo, es verdad, pero los vestidos no me pertenecen; incluso decidí no etiquetarlos para que cada pieza reflejase mi oda sincera al universo femenino. Busco el magnetismo entre la prenda y la piel». El modista convierte a las mujeres en verdaderas estrellas, con vestidos red carpet confeccionados a partir de las mejores sedas italianas y bordados a mano con cristales o piedras semipreciosas. «Apreciarás la calidad de los tejidos de mis piezas cuando las contemples, las toques o te las pongas. Es una cuestión de valor, de conectar con la esencia de que eres la única en el mundo que lleva ese vestido exclusivo en ese instante irrepetible. Como diseñador, provocar ese sentimiento es mi prioridad». Tras la explosión de color y el –como él lo define– «parto energético» de La Presencia Divina, llega su segunda colección, Metanoia, una declaración de amor al lujo en la que lo apuesta todo al morado, su color amuleto. «Con Metanoia he experimentado un renacer. Las siluetas se reinventan y aparecen nuevas texturas. El tono violeta, mi fetiche desde pequeño, tiñe por
«CREER EN LO QUE HAGO ES LA BASE DE TODO. LA MAGIA ES EL ELEMENTO FINAL: CON ELLA LE DOY SENTIDO A MI TRABAJO»
completo la línea. Metanoia es una ruptura con cualquier carga del pasado e invita a desplegar las alas para volar libre por un nuevo camino». De esta forma los elementos de la colección se alían a modo de talismán y una piedra semipreciosa, con propiedades protectoras y que ayuda a transformar las enegías negativas en una vibración más positiva, se erige en la principal protagonista de los bordados: la hematites. «Si crees en el bien, tienes que creer en el mal. Por eso todo aquello que te potencie o te proteja siempre será bienvenido. Cuando diseño el resultado final para mí es un talismán, de ahí que intente enriquecer cada creación con piedras semipreciosas que hagan fluir la energía (positiva, claro) y que, además de proteger a la mujer, la vuelvan deslumbrante». Alas de ángel, mariposas y flores de loto son algunas de las figuras que cobran vida en sus bordados artesanos. «Elementos como las sirenas o el universo me hacen sentirme resguardado». Será porque hay una nueva estrella en el firmamento de la moda.