LA CRUZADA SOSTENIBLE
Lleva en las venas sangre cheroqui y el activismo de su madre. Volcada en salvar los mares y en hacer de la moda un negocio ecológico, predica con el ejemplo para despertar CONCIENCIAS.
Amber Valletta alza la voz contra el cambio climático.
Nos encontramos en las playas de Santa Mónica, en California. Unos arenales que conoce como la palma de su mano, pues su casa está muy cerca de aquí. Hace cinco años que nos vimos por última vez con Amber Valletta (Phoenix, Estados Unidos, 1974) en este mismo lugar, para hablar de su colaboración con la gama de activos acuáticos Blue Therapy, de Biotherm, una marca que, al igual que ella, está totalmente comprometida con la protección de los océanos. Pero esta eterna top, que pertenece a la misma (y privilegiada) generación que Kate Moss, Eva Herzigova o Tyra Banks, no ha cambiado un ápice, ni en su aspecto ni en lo sustancial. Continúa luchando con empeño por despertar la conciencia ecológica en nuestra sociedad, si bien ahora está centrada en promover las prácticas responsables en el mundo que mejor conoce: el de la moda. Por ejemplo, esta temporada y la pasada ha puesto rostro a las campañas de la firma española Mango, que, con su línea Committed, cien por cien verde, está liderando los esfuerzos de la industria por reinventarse. «Ha sido un placer trabajar con ellos; nos lo hemos pasado muy bien en las sesiones. Y me gustaría participar en un proyecto que se centre en su ropa y sus accesorios sostenibles», propone.
Este concepto de diseño todavía es nuevo para muchos (y completamente desconocido para otros tantos), en una época marcada por las compras impulsivas, tanto en las macrotiendas como en internet. «La falta de conciencia es nuestro problema número uno», reconoce Amber. «El siguiente es el exceso de prendas y complementos... No me refiero sólo a los de lujo, sino a cualquiera de los que se producen en cantidades desorbitadas. No pensamos de manera circular; tampoco nos damos cuenta de que, si cogemos una materia prima al comienzo del proceso, ahí se va a quedar hasta el final». La modelo subraya que siempre lleva sus deportivas al contenedor de una empresa que las descompone para hacer pistas de atletismo. «La gente piensa que puede tirar la ropa a la basura y que se biodegrada por sí sola; o que, si la dona, va a llegar por arte de magia a algún país del tercer mundo. A veces es así, pero, en la mayor parte de los casos, no», explica.
Ella conoce bien el asunto y las cifras que implica. Me recuerda que «la moda es el segundo mayor contaminante del planeta». Y es capaz de enumerar todas las formas en las que los textiles se pueden fabricar con criterios más
Es más atractivo vivir en un planeta sano que ir todos por ahí con trajes anticontaminación amarillos porque el aire es irrespirable. Podemos vivir en la negación o despertar y hacer algo
“Tengo prendas que uso desde hace 15 años. No todo me queda como antes, pero es mejor consumir con cabeza que acumular cosas para acabar tirándolas a la basura
sostenibles: «Hilo biónico, plástico reciclado, lana y algodón orgánicos... Hay montones de nuevas fibras y otras que se obtienen a partir de piezas viejas; por ejemplo, los vaqueros. También existen procesos que no gastan tanta agua y que generan menos residuos, como la impresión y el corte con láser». ¿Uno de los descubrimientos más emocionantes para ella? «El cuero hecho con hongos». Sonríe cuando muestro mi asombro ante semejante idea. ¿Cómo se va a poder fabricar piel con eso? Y lo que es más importante: ¿cómo demonios pretendes convencer al consumidor de que lo lleve? «Pues creo que hay grandes marcas dispuestas a empezar a usarlo», responde.
Amber ha visto las cosas avanzar poco a poco, tras ser una de las primeras en hablar públicamente sobre el asunto desde dentro de la industria, cuando creó, cinco años atrás, Master & Muse. Fue la primera tienda online que aunó moda innovadora y producción responsable, con una selección de marcas que elige la propia top. Coge una de las prendas que venden para explicar exactamente en qué consiste el upcycling y la confianza que le inspira: «Estas cazadoras biker proceden del excedente de piel que se da al fabricar asientos de moto. En lugar de descartar todo ese cuero, ellos empezaron a utilizarlo, y nadie apreciaba la diferencia con otras chaquetas». Valletta no ha tenido nunca un «momento de lucidez» ecológico, asegura, ni un instante en el que su mente «cambiara el chip». El medio ambiente ha sido siempre su prioridad. Le encanta recordar su niñez en Oklahoma, cuando pasaba tiempo en la granja de sus abuelos, jugando al aire libre con sus primos y disfrutando de la naturaleza. Aunque su principal inspiración es su madre, de ascendencia cheroqui: «Era una gran activista; consiguió parar la construcción de una central nuclear en un antiguo territorio de indios americanos cerca de Tulsa, la ciudad donde vivíamos. Una vez la arrestaron. Iba a las manifestaciones, e incluso me llevó a una. Me lo pasé fenomenal porque allí podía gritar». Al convertirse en uno de los rostros más famosos del país su interés por el tema siguió creciendo. «En aquella época no se hablaba mucho de sostenibilidad, pero, cuando Al Gore llegó a vicepresidente, empezaron a elaborarse aquellos estudios sobre la capa de ozono y el cambio climático. Lógicamente conecté enseguida con el movimiento debido a mi pasado y comencé a prestarle atención. Me matriculé en la Universidad de Nueva York y allí hice un curso de Estudios Medioambientales, que fue lo que realmente cimentó mi pasión por lo que sentía que sería mi misión para toda la vida». En 2005, mientras su carrera como intérprete despegaba con películas como Hitch y Transporter 2, también mostró su compromiso en público por primera vez, apoyando a la ONG Oceana en la lucha contra la contaminación marina. Algo más tarde surgió su viraje hacia la moda. «En 2012 o 2013 comencé a preguntarme qué quería lograr, aparte de ser modelo y actriz, y cómo podía compaginar mi profesión con la causa en la que creo», recuerda. Para ella el mayor reto está en nuestro recelo ante los cambios. «Tenemos mucho miedo. A veces me cuestionan si, por culpa de esto, habrá personas que pierdan sus empleos o si prescindiremos de los ganaderos. Es complejo porque no querría que, de repente, toda la industria saliera de los países que la necesitan para su supervivencia. No puedes quitarle a la gente las cosas de golpe, sin reconvertir, educar ni ofrecer alternativas. Dicho esto, la innovación creará más trabajos. Hay que centrarse en variar el rumbo», opina.
Y lleva esa filosofía a todos los ámbitos. «Por ejemplo, la clave para conseguir una piel bonita y una belleza espontánea está en usar productos que cuenten con una base natural, porque no sólo te sientes bien, sino que potencian lo que ya tienes», razón por la que colaboró durante años con Biotherm. Su fondo de armario ideal es, por supuesto, ecológico y mezcla piezas vintage que han pasado de miembro a miembro de su familia con básicos de algún sitio donde «usen materiales green o inviertan en nuevas tecnologías». Aunque no compra mucho y posee ropa que ha utilizado ininterrumpidamente durante 15 años. Cuando comento (en broma) que debe de resultar fácil para ella porque tiene el mismo cuerpo que cuando empezó su carrera, me pone en mi sitio: «No es eso. No entro en todo como antes, pero para mí es mejor invertir con cabeza que acumular un montón de cosas de las que luego te vas a deshacer». El problema es: ¿cómo se convence a la gente de que cambie sus hábitos por otros más responsables cuando la moda habla de glamour y frivolidad? Amber admite primero que es difícil que su discurso resulte seductor y, de repente, se corrige a sí misma: «¿Sabes qué? Suena más atractivo vivir en un planeta sano que ir todos por ahí con trajes anticontaminación amarillos porque el aire es irrespirable. El calentamiento global está aquí y los recursos hídricos se están agotando. Así que podemos vivir en la negación o despertar y empezar a hacer algo. Creo que es el momento». ■
Me matriculé en la Universidad de Nueva York para hacer un curso de Estudios Ambientales y eso cimentó mi pasión por estos temas. Sentía que era la misión de mi vida
Mi madre es mi inspiración. Era una gran activista medioambiental. Incluso logró parar la construcción de una central nuclear cerca de Tulsa, la ciudad en la que residíamos
Siempre llevo mis zapatillas rotas al contenedor de una empresa que las usa para construir pistas de atletismo. La gente suele pensar que la ropa se biodegrada por sí misma. No es así