ELLE

El gran sueño AMERICANO

El director barcelonés ha entrado en el olimpo de HOLLYWOOD de la mano de Steven Spielberg. Él sí que ha logrado lo imposible.

- POR JULIETA MARTIALAY. FOTOS: JUAN ALDABALDET­RECU. REALIZACIÓ­N: CRISTINA P. HERNANDO

No resulta fácil decir, de buenas a primeras, cómo es Juan Antonio Bayona (Barcelona, 1975). Tampoco el tiempo que te conceden, marcado por las prisas, ayuda a traspasar con él los márgenes de una impresión superficia­l. Y, en su caso, ésta devuelve el reflejo de un cinéfilo de cerebro extraordin­ario que está contigo y, al mismo tiempo, en otras 200 cosas. Nunca ha sido tan evidente que el medio de llegar al alma de una persona como Jota

(apodo puesto por sus amigos) es ver sus películas: El orfanato (2007), Lo imposible (2012) y Un monstruo viene a verme (2016). Cine virtuoso, a lo grande y hablado en inglés que, además de contar con un suspense y una puesta en escena formidable­s, deja sitio a una profunda humanidad en la que el amor materno es siempre una fuerza poderosa. Con sólo tres largometra­jes (más dos episodios de una serie internacio­nal, Penny Dreadful, en 2014), este hombre de lágrima fácil, que creció devorando cintas de terror, literatura fantástica y las pelis de su idolatrado Steven Spielberg, ya tiene entre sus manos a las criaturas favoritas del rey Midas de Hollywood: los dinosaurio­s de la franquicia

Parque Jurásico. Esos que, en los años 90, subieron la fiebre del merchandis­ing y que han resurgido en este milenio con Jurassic World, saga de la que Bayona dirige la segunda entrega: El reino caído (estreno el 7 de junio). Sin duda, el realizador ha emprendido un vuelo estratosfé­rico, muy a la medida del niño que, en su casa del modesto barrio de la Trinitat, se lanzaba desde el sofá al suelo con una toalla roja al cuello a modo de capa, como había visto que hacía (por supuesto, en el cine) Superman.

¿Quién te puso el apelativo de Jota?

Pues en realidad no me acuerdo. Imagino que vino de la necesidad de simplifica­r. He sido Juan Antonio, Juanan y Jota. Mi madre es la única que aún me llama por mi nombre completo y, si pasa, inmediatam­ente pienso que es por algo que he hecho mal, y que me la voy a cargar (risas).

Al embarcarte en una franquicia tan emblemátic­a, ¿te han dejado meter baza o tu método ha tenido que ceder?

Acepté el proyecto consciente de que iba a rodar la quinta parte de Jurassic Park y de que estaba al servicio de un legado. Mi ejercicio fue recordar qué me gustaba de la trilogía original: la sensación de maravilla al ver a esas criaturas con un realismo increíble y el miedo que me daban. Y en el terror es donde he podido contribuir más. He cargado las tintas en eso y en el suspense, que eran sello de la marca Spielberg.

Precisamen­te, creciste siendo fan de ese director. ¿Pudiste dormir la noche antes de tu encuentro de trabajo con él?

Hace años, estando en Los Ángeles, se sentó en una mesa cerca de la mía y fui incapaz de abordarle. Un momento mitómano que no aproveché porque me daba una vergüenza tremenda. Tiempo después, cuando promociona­ba Lo imposible, me lo presentaro­n en un evento. Me dijo que había visto mi film y viví un instante muy especial. Mi primera reunión con motivo de Jurassic World

estuvo precedida por los nervios, por supuesto. Pero supe dejar al fan a un lado.

Estos rodajes van envueltos en un secretismo feroz. ¿Siempre has sido discreto o has tenido que realizar un esfuerzo extra?

(Risas). Se me da bien guardar secretos, aunque es verdad que nunca había estado en una promoción en la que no estoy seguro de qué puedo contar y qué no. Confieso que disfruto con la expectació­n que eso genera.

Por cierto, ¿qué tal te llevas con los animales?

Muy bien. Tengo una perrita, Lois (un guiño a la novia de Superman), a la que, lamentable­mente, veo poco, porque paso largas temporadas fuera de casa.

¿Eras un niño que soñaba a lo grande?

Lo hacía despierto. Mis sueños eran las películas.

¿Con qué fantaseas ahora?

Con no perder nunca la motivación ni las ganas.

Hace años, en Los Ángeles, mi ídolo Steven Spielberg se sentó en una mesa cerca de la mía y fui incapaz de abordarle. Cuando tuve la primera reunión con él para rodar el nuevo film de ‘Jurassic World’ estaba nervioso, pero supe dejar al fan a un lado

¿Que ha supuesto para ti hacerte mayor?

Aprender a renunciar y darse cuenta de que la vida es contradict­oria. De pequeño, lo quieres todo ahora, gratis y sin sufrir. Crecer implica un dolor necesario. Fuera de eso, sigo sintiéndom­e cómodo en el papel de niño; todavía me cuestiono muchas cosas, y otras las veo desde la ingenuidad.

Dices que el cine es tu salvación. ¿De qué te ha rescatado? El arte y la cultura te salvan porque te ayudan a superar situacione­s duras, te revelan detalles sobre ti mismo que no sabías y contribuye­n a que nos entendamos mejor.

¿Te ha pasado con tus propias creaciones?

Aún no sé muy bien qué he comprendid­o sobre mí. Por esa razón sigo rodando; para averiguarl­o. Los argumentos que me interesan no son los que dan respuestas, sino los que plantean preguntas, porque las grandes cuestiones de la vida no tienen contestaci­ón. Descubrirl­o es otra cosa que va ligada al hecho de hacerse mayor. A tu padre le dedicaste varios guiños en Un monstruo viene a verme...

Él fue quien me enseñó a pintar, y juntos íbamos a ver películas. Algunos momentos de esa historia fueron nuestros, y también incluí frases suyas. Como le pasó al chaval de la historia, yo encontré un álbum lleno de dibujos suyos de cuando era joven, y además estaba plagado de entradas de cine. Fue como darme cuenta de que, si yo era así y me dedicaba a lo que me dedicaba, era gracias a esa persona. De manera natural, todavía me siento más hijo que padre. Quizá por eso aún no lo he sido yo mismo. En mis relatos, intento mezclar la ficción con lo que he vivido, porque en esto último hay una verdad que hace que los demás empaticen con lo que cuentas. Es casi una gran revelación.

¿Cómo definirías el amor de madre?

Desinteres­ado y absoluto. Formo parte de la primera generación de la democracia en España, lo que significa que hemos estado sobreprote­gidos y arropados por ellas. Abandonar el cascarón es perder ese abrigo que te proporcion­an.

Hace algunos años, descubrí un álbum lleno de dibujos y entradas de cine que fue de mi padre. Me di cuenta de que, si yo era así y me dedicaba a esto, era gracias a él. Aún me siento como hijo; por eso, quizás, no he tenido todavía los míos propios

La renuncia es un aspecto de la vida por el que siento una enorme atracción. Mira: eso es algo que he entendido de mí a través de mis films. Ahora, no sé de dónde me viene. Tu cine se caracteriz­a, entre otras cosas, por dar protagónic­os potentes a las mujeres. Algo poco común. Hoy, quedaría genial decir que ha sido premeditad­o. Pero no. Me ha salido siempre de manera natural. Estoy rodeado de ellas; las personas importante­s que producen mis películas lo son. Sobre todo, Belén Atienza, que se ha convertido en mi media naranja profesiona­l, y Sandra Hermida. Aprendo sin parar. Así que me gusta estar arrimado a ellas; conocer y saber es esencial para un director.

¿Eres un as de la diplomacia? Lo digo porque dejaste plantado a Brad Pitt, que quiso trabajar contigo, y aún sois amigos.

Es una lección que me dio Guillermo del Toro (que produjo ‘El orfanato’). En esta profesión, es vital saber decir no. Ya habían surgido ofertas en Hollywood mucho antes de mi primer largo. No acepté hasta que llegó Spielberg. Y lo hice porque ya había contado historias personales que han reflejado mi voz. Una vez logrado eso, quería darme el gustazo. A Brad le di una negativa porque no era el momento justo.

Alguna vez descansas del cine? Un respiro es ir a ver una película que no haya dirigido yo (risas). Y comprarlas; sobre todo, títulos clásicos. No uso plataforma­s ni veo series. Y soy activo en las redes. Me gusta su labor pedagógica y constructi­va: recomiendo films, bandas sonoras...

Da la sensación de que estás siempre inquieto. ¿Cuántas horas duermes?

Durante los rodajes, me fuerzo a descansar ocho, porque es un desgaste tremendo y muy largo; la duración mínima de uno son diez semanas... Fuera de ellos, con seis me basta.

La crisis de Cataluña te pilló en el set. ¿Cómo la has vivido?

Es terrible decirlo, pero casi te acostumbra­s a una situación que parece que no vaya a terminar. Y a sospechar que, al poder, tanto de un lado como del otro, le interesa para perpetuars­e. Por eso lo sigo con atención y preocupaci­ón. ■

 ??  ?? Cárdigan, de Scalpers, camiseta de Bread & Boxers, ‘jeans’ de Dior Homme, pañuelo y reloj de Hermès, sombrero ‘fedora’ de Indiana Jones Oficial y botas de Panama Jack.
Cárdigan, de Scalpers, camiseta de Bread & Boxers, ‘jeans’ de Dior Homme, pañuelo y reloj de Hermès, sombrero ‘fedora’ de Indiana Jones Oficial y botas de Panama Jack.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain