ELLE

CUÉNTATE UN CUENTO

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En esta época de optimismo naíf sin control, el éxito de El club de los mentirosos (Periférica y Errata Naturae) es un milagro porque exhibe cada herida y la hace bandera, no trinchera. «El tipo que reformaba la cocina preguntó a la madre y las dos hijas si aquel agujero de la pared era de bala. “¿Eso no es de cuando disparaste a papá?”, contestó la hermana mayor. “No, eso es de cuando Larry. A tu padre le disparé allí”». Así empiezan las memorias de la escritora Mary Karr, que están llenas de desgracias reales, alcoholism­o y abusos. Y, con todo, me parecen un canto al verdadero optimismo, que para mí tiene más que ver con la reivindica­ción de la alegría, el humor y la aceptación de que podemos vivir sintiendo frustració­n, fracaso y dolor. Sí, porque ahora andan diciendo que siempre sale el sol y que se abren ventanas cuando se cierran puertas, que si quieres, puedes y no sé qué más tonterías. A veces no puedes, no, pero sobrevives. Tiras para delante. Lloras sin contención, en uno de esos arranques del cuerpo que te recuerdan que nada está controlado, que él hace lo que quiere. Y quiere llorar. También odias, blasfemas, caes al hoyo... Te mueres de miedo. Pero sigues caminando, e incluso eres capaz de reírte de tu desgracia y de desarrolla­r una vocación por la alegría en mitad del drama. De eso va el libro de este mes, de morirse de miedo, pero también va de que se puede sobrevivir a todo y sin tener que representa­r el papel de víctima. Hay capítulos muy duros, y más por no tratarse de ficción, sino de un relato de la infancia. Mary Karr no se deja ni un adjetivo para meterte en ese pueblo petrolero en mitad de la nada texana. Ni les quita peso a sus padres, a su alcoholism­o ni a su dejadez. O a su madre, tan distinta de las otras madres: «Si a mí me hubiera importando alguna vez lo que piensa nadie, me habría pasado la vida haciendo galletas y yendo a reuniones de la asociación de madres y padres». Desde luego, no lo hizo. Pero, a pesar de la pena al leerlo, te ríes. No quieres, porque... ¿cómo vas a reírte de semejante barbaridad? ¿Qué tipo de persona eres para reírte de esa desgracia? Eres de las que sobreviven porque sabes que todo depende de cómo te cuentes el cuento.

Amaya Ascunce Directora digital de ELLE.ES

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