LINAJE PRODIGIOSO
Cara a cara con la heredera de Cindy Crawford en ‘fashion weeks’ y campañas: su hija, Kaia Gerber.
Es el 7 de septiembre de 2017. Han pasado cuatro días desde que Kaia Gerber (California, 2001) ha cumplido 16 años, la edad mínima para desfilar en Nueva York, y ha debutado sobre la pasarela con Calvin Klein. Es una fecha clave en la biografía de esta adolescente, hija de la icónica Cindy Crawford y el empresario Rande Gerber, en la que se formaliza la profecía de su linaje prodigioso. «No hay palabras para describir
cómo me siento», exclamaba ella en su cuenta de Instagram. Al tiempo que su madre decía en la suya: «Qué contenta estoy por ti en tu primer desfile de la temporada». Y es que Kaia, valiéndose de un estilo que venera la comodidad, el minimalismo y las rasgos propios de las top models de los noventa, ha heradado también el papel de musa de un sinfín de diseñadores y el de embajadora de Omega, la casa relojera suiza, con su colección preciosista Trésor, en una campaña firmada por el aclamado fotógrafo Peter Lindbergh.
Todo llega a su debido tiempo, ¿no?
Soy Virgo, así que directamente ¡siempre me adelanto! Por ejemplo suelo llegar cinco minutos antes de la hora.
Donatella Versace dijo que desprendes esa actitud de «No me creo que esto me esté pasando a mí». ¿Cómo llevas la fama?
Con humor y paciencia. Sigo sorprendiéndome y no doy las cosas por sentado. Si alguien grita mi nombre, lo miro como: «Espera, ¿hablas conmigo?». De niña, en Disneyland, la gente quería hacerse fotos conmigo y no con Mickey, y cuando, con 13 años, alguien empezaba a seguirme en Instagram, pensaba: «¿Cómo me has encontrado?». Así hasta ahora.
normalidad
¿La palabra entra en tu vida rutinaria de adolescente?
Por cómo vivo mi día a día, sí. Siempre he sido un alma vieja, y no hago nada fuera de lo normal. Cuando regreso a casa, paso tiempo con mi familia: cocinamos juntos, montamos en bici, paseamos por la playa... Ese tiempo es oro. Aún estoy en el colegio, así que tras Milán y París, vuelvo a zambullirme en Cálculo e Historia.
¿Y cómo lo haces durante los desfiles?
Estudio online, trato de no perderme las clases. Soy buena alumna y es importante para mi futuro que siga así.
«UNO NO PUEDE DEJAR PASAR EL TIEMPO SIN MÁS. HAY QUE VIVIR Y EXPRIMIR CADA EXPERIENCIA»
Hasta la fecha, ¿cuál ha sido el momento más emotivo de tu carrera? Seguir los pasos de mi madre como embajadora de Omega. Todavía recuerdo nuestro viaje a los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 como una de las experencias más emocionantes. Eso me llevó a querer trabajar con ellos.
¿Con qué aspectos de la firma te sientes más identificada?
Con los valores que proyectan y con cómo se involucran en causas solidarias. El broche llegó cuando viajé con mi madre y Omega a Perú en el Orbis, su hospital ocular aéreo, y comprobé cómo contribuyen y emplean su infraestructura para ayudar a las personas. Por eso, para mí, Omega Trésor es más que un objeto que da la hora.
¿En qué otras iniciativas participas?
Gracias a mis padres he aprendido que cuanto más ayudas, más feliz eres. Siempre que puedo colaboro con American Family Children’s Hospital, aquí trataron al hermano pequeño de mi madre de leucemia.
¿Qué es para ti el feminismo?
Saber quién eres y luchar por ti. En definitiva, a la única persona que debes impresionar es a ti misma.
¿Qué te han enseñado en casa?
Uno no puede dejar pasar el tiempo sin más. Hay que vivir. Hay que exprimir cada experiencia. Por ejemplo, mi padre es judío y mi madre es cristiana, y asimilamos ambas religiones con naturalidad. En Navidad celebramos Chrismukah, contracción en inglés de Navidad y Janucá.
¿Y por parte de tu madre?
Siempre me fijo en ella, por lo que representa en este gremio y por quién es como persona. Es mi modelo a seguir. Cuando me llaman supermodelo, todo un honor, pienso que esta etiqueta no debería usarse tan a la ligera. Aún me queda mucho por recorrer.