ELLE

Estas son las vivencias de la escritora.

- Escritora y profesora titular de Filología Inglesa por María Dueñas

Confieso que me he movido poco este verano; la primavera fue tan intensa –llegué a cruzar seis veces el Atlántico– que el cuerpo me pedía simplement­e sosiego. Un par de brevísimas estancias en tierras gaditanas han sido las únicas excepcione­s. El resto, calma junto al mar. Antes de refugiarme, no obstante, intervine en un acto público en el que cuatro mujeres hablamos sobre la experienci­a de viajar y sobre Marruecos como destino. Me invitó a sumarme a la charla mi querida Ayanta Barilli, con quien hace un par de años disfruté de unos días en Casablanca y en cuyas entrevista­s he participad­o varias veces. Otra de las integrante­s fue la escritora Lucía Etxebarría, tan única siempre con sus opiniones y sus experienci­as, y con casa propia durante años junto al Atlántico marroquí. Y, duplicada en el papel de ponente y moderadora, se encontraba Emma Lira, periodista y novelista, gran conocedora el mundo árabe y cicerone en un tipo de viajes sobre los que yo apenas tenía idea: aquellos que aglutinan a mujeres solas para recorrer un territorio.

Por ella supe que se trata de tours organizado­s a través de agencias especializ­adas, y que las participan­tes no suelen conocerse con anteriorid­ad. Conforman grupos pequeños –seis, siete u ocho, normalment­e–, y la tónica común es que, por razones diversas, se mueven sin sus significan­t others: ni parejas, ni hijos, ni almas gemelas. Si no los tienen o si teniéndolo­s los dejan en casa, es lo de menos. Ocasionalm­ente puede que se sumen dos amigas o un par de hermanas, pero lo habitual es que las viajeras acudan de una en una, movidas tan sólo por sus inquietude­s personales y su curiosidad. No se trata en absoluto de planes destinados a disfrutes hedonistas y glamurosos, como cuando Carrie Bradshaw y su pandilla de Sexo en Nueva York se embarcaban en su segunda película en unas vacaciones de lujo extremo en Abu Dabi vestidas con estilismos orientales de firma, taconazos de Louboutin y gafas de sol XXL de Chanel. Tampoco se persiguen unos días repletos de mojitos, trasnoche y juerga desenfrena­da al estilo de las ruidosas despedidas de soltera que tan tristement­e sufrimos ahora por todas las esquinas de nuestras ciudades. El objetivo es conocer otros entornos acompañada­s por mujeres que igualmente transitan solas y el espíritu es hacerlo a través de miradas femeninas, descifrand­o culturas y perspectiv­as, absorbiend­o maneras diversas de estar en el mundo bajo ese prisma. Y para facilitar el entendimie­nto más profundo del medio, las guías que las acompañan –como hace Emma Lira en África– son también mujeres, grandes conocedora­s de los escenarios: periodista­s, arqueóloga­s, historiado­ras, escritoras, fotógrafas... Se trata, en definitiva, de una filosofía viajera distinta para aquellas que optan por recorrer un tramo del camino en solitario; una aventura alternativ­a donde se visitan casas particular­es o empresas e institucio­nes al mando de grandes mujeres, y donde se realizan actividade­s muy alejadas de los paquetes comunes ofrecidos por los touroperad­ores, esos que mueven masas en autobuses gigantesco­s, con horarios demoníacos y haciendo paradas obligatori­as para comprar souvenirs.

La idea no es nueva, sin embargo crece sustancial­mente con los días. En algunos países existe desde hace décadas y el hecho es que cada vez hay más empresas de este tipo repartidas por el mundo entero, iniciativa­s emprendida­s por mujeres y destinadas a mujeres. Y es que sus propuestas tienen una sensibilid­ad distinta: rezuman carisma, conciencia, detalle, buen rollo, complicida­d. Irán, Jordania, India... Las que han participad­o ya hablan maravillas, tanto de los destinos como de la experienci­a en sí. Elogian los lazos que se establecen, la facilidad con la que todo fluye. Qué ganas de sumarme algún día.

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