ELLE

El mago de las palabras regresa a su pasado con la novela ‘Hippie’.

El escritor que empuja al mundo a soñar nos recibe en su fundación, en Ginebra, para hablar de ‘Hippie’, su novela más autobiográ­fica. Así es de cerca el artista que hace de sus libros MILAGROS.

- POR GEMA VEIGA. FOTOS: PABLO SARABIA

Paulo Coelho nació muerto. Un 24 de agosto. Con el cordón umbilical hecho un nudo en la garganta. Cuentan que su madre rezó a San José. Y se salvó. Desde entonces celebra su cumpleaños el Día del Padre, en honor al santo que lo devolvió a la vida. Mientras espera el próximo 19 de marzo para soplar 72 velas, va recopiland­o sus pasos en una fundación que ha creado al lado de su dúplex, en Ginebra. Somos el primer medio de comunicaci­ón al que recibe en este santuario privado, que atestigua el camino personal y literario del autor de El alquimista, uno de los cinco libros más vendidos en la historia de la humanidad. Nada más entrar el color de las paredes te inunda la retina; están tapizadas con todas las ediciones de sus 20 novelas, publicadas en 170 países, compradas por 225 millones de personas. Filas y filas de papel que conviven con vitrinas donde guarda sus objetos personales. Los patucos azules de cuando era un bebé. El álbum de fotos de los 50 años de amor con su mujer, la artista plástica Christina Oiticica. El premio Crystal Award, del Foro Económico Mundial. La prestigios­a distinción como Caballero de la Orden Nacional de la Legión de Honor de Francia. La vieja chupa Levi’s vaquera con estrellas de metal con la que viste al protagonis­ta de Hippie, su obra más autobiográ­fica. Un pequeño relato que nos lleva a evocar un tiempo transforma­dor, igualitari­o y pacifista. Una nueva historia que nos recuerda que escribir desde el corazón es la mejor forma de comunicars­e en todos los idiomas. Y de vivir eternament­e. ¿Y esta vieja carta que hay aquí qué es? El certificad­o de que estoy loco. ¿Cómo? Cuando escribí Veronika decide morir, inspirado por mis días en el psiquiátri­co, me dije: «La gente no va a creerme». Y pensé: «Lo mejor es pedir un certificad­o». Bien, pues es este. La experienci­a del psiquiátri­co fue de las mejores de mi vida. ¿Ah, sí? Sí. Porque cuando eres un loco también eres libre para hacer lo que quieres. No puedes salir del hospital, pero dentro puedes ser quien quieras ser. Incluido Napoleón. Y los locos, además, son personas muy creativas. Te escuchan. ¿Qué me dices de este mueble de madera? Es la mesa donde escribí El alquimista.

Es curioso: fueron tus padres quienes te internaron para que olvidases tu sueño de ser artista y ahora se celebran los 30 años de la fábula que te dio la gloria literaria con una edición joya que ya es best seller. ¿Qué tiene ese libro para poder llegar a todos los credos, a todas las edades, a todas las razas?

El alquimista es la metáfora del ser humano. Es un libro conectado a la psicología, que logra decir lo que somos por dentro, y eso es igual en todos.

¿Y qué es Hippie?

Hippie es un libro más conectado a la sociología. Quería revivir a la generación que osó desafiar todas las normas establecid­as por la civilizaci­ón occidental. Un viaje al pasado que se convierte en una inspiració­n para el futuro.

Relata cuando llegas a Ámsterdam en busca de un sentido para tu vida. Allí conoces a Karla y juntos recorréis la ruta

hippie en bus hasta Nepal.

Sí, el Magic Bus. Me sorprende que muchos no sepan que existió. Si no hubiera viajado en ese autobús con la personas que lo hice, no habría podido escribir El alquimista.

Ese viaje, como casi todos, fue único y transforma­dor.

Cuál es el próximo? Yo ya no viajo más. ¿Cómo es eso?

La verdad es que me cansé de hacerlo. Hubo un momento en el que incluso me compré un avión para acudir a actos, conferenci­as, presentaci­ones... Sin embargo, ahora camino. Salgo a andar con mi mujer por el bosque todos los días. Ginebra me parece una ciudad perfecta para eso porque está rodeada de naturaleza. Mi hashtag de Instagram es #DailyWalk. El contacto con la naturaleza te limpia. Los árboles emiten un aceite que te hace bien tanto por fuera como por dentro.

¿Qué queda en Paulo Coelho del hippie que fue?

Yo creo que, una vez que has sido hippie, lo eres para siempre. Ser hippie es un estado del corazón, una manera de percibir la realidad, una forma de simplifica­r la vida sin ser superficia­l. Tú conoces mi casa, sabes que no hay premios por ningún lado, que podría ser un lugar más ostentoso. Pero no. Mi legado son mis libros. Recuerdo que Fernando Morais, que escribió El mago, mi biografía, me esperó un día en el aeropuerto. Cuando llegué, sin nadie, con mi maletita, se quedó sorprendid­o. Yo solamente uso guardaespa­ldas en presentaci­ones públicas, porque siempre puede haber algún perturbado. Aparte de eso, mi vida es simple. Y, si me muero, me muero. Al fin y al cabo, estoy seguro de que hay otra vida.

Ycómo es tu visión del más allá? Creo en la reencarnac­ión, pero no la vamos a llamar otras vidas, vamos a llamarla la misma vida. Tengo un amigo muy interesant­e; es un físico del CERN, el mayor centro de investigac­ión de física de partículas del mundo, aquí, en Suiza. Se trata del santuario de la física cuántica. Gracias a ella sabemos que un electrón puede estar en dos sitios a la vez. Los físicos cuánticos en realidad te dicen que el tiempo no existe. Por eso creo que, en realidad, estamos en todas nuestras vidas al mismo tiempo: pasado, futuro y este preciso momento en el que estoy hablando contigo. Lo que llamamos existencia lo condensa todo. Por eso es tan importante respetar el aquí y el ahora, porque es justo aquí y ahora donde estamos sanando cosas del pasado y creando el futuro. Cuando dormimos esto es todavía más fácil porque ya no tienes el parloteo constante del pensamient­o. Cuéntame eso, por favor.

Cuando estamos durmiendo nos ponemos en contacto con otros planos y con seres que no podemos ver pero que nos rodean. A veces son seres queridos. Además, cuando dormimos soltamos cargas, resolvemos cosas. Las pesadillas en realidad son catarsis. Para mí dormir es importante, lo hago 10 horas al día y puedo llegar a 12.

Y no siento culpa, no siento que estoy perdiendo el tiempo, sino todo lo contrario. Dormir es muy parecido a meditar.

Un práctica de moda hoy en día. ¿Tú meditas?

Lo retomé hace tres años: todos los días, unos 15 minutos. Desde que medito de nuevo he cambiado mucho. Estoy mejor, más sano. Yo tenía problemas de piel, psoriasis. Ahora ya no tomo cortisona. Es increíble cómo se ven los resultados. Como digo en Hippie, aprender a conocerse es conocer el mundo. Así que quizá la única manera de cambiar lo que no nos gusta en el mundo sea cambiar uno mismo. Esa es mi visión y también lo que con mis libros intento transmitir a los demás.

Eres Mensajero de la Paz de la ONU. ¿Poder ayudar a mejorar el mundo es la parte buena de la visibilida­d de la fama?

Tengo causas sociales, pero estoy siempre bajo la supervisió­n de las Naciones Unidas. No puedo hacer las cosas que me dé la gana. Tengo que contar con su aval, y las Naciones Unidas son rehenes de los sistemas políticos porque dependen de ellos. Eso no me impide enviar libros a África. Eso no me impide decir lo que pienso. Eso no me impide nada. Ni siquiera me impide decir que ciertas cosas que intentan imponerme son mentira, como ese encuentro de Donald Trump con Kim Jong-un. Yo nunca voy a estar ahí, haciendo un activismo político imbécil. Porque para mí escribir es activismo político. Como lo es ser hippie o ser poeta. Todo eso es lo que a mí me interesa.

Rezas el rosario cada día; sin embargo, tu literatura hunde sus raíces en una espiritual­idad que unifica todas las religiones. Porque todas las religiones van hacia la misma luz. La luz es una. La religión es la manifestac­ión del poder, no de la espiritual­idad. Por eso los hippies lo respetan todo. ¿Podrías decirme qué son estos papeles que hay aquí? El certificad­o de que estuve en prisión. Hablo de ello en

Hippie. Nunca antes lo había hecho en público. También sufrí el secuestro en tiempos de la dictadura militar brasileña, cuando escribía canciones con Raul Seixas. La prisión fue el peor momento de mi vida. Con diferencia.

A pesar de todo, pasarás a la historia como el autor de la novela que hace soñar al mundo. ¿Con qué sueñas tú? Yo creo que lo que escribo tiene una misión social. Soy muy consciente de que cada uno de mis libros es inspirado por algo que va más allá de mí. Por eso leer es capaz de ayudar a hacer cambiar las cosas, ¿sabes? Así que mi sueño es que en todos los supermerca­dos se vendan mis obras (risas). Pero no por el dinero, porque dinero ya tengo para 15 generacion­es o 20. Más bien, para permitir que el instrument­o que soy mientras escribo llegue a más gente. De ahí que esté a favor de la piratería y mis libros sean gratuitos online.

La académica y Premio Nacional de las Letras Carme Riera dice que los escritores son canales, que ella llega a oír las voces de sus personajes. Y Joël Dicker asegura que hasta los ve. Lo único, que yo nunca oigo voces. Cuando escribo salgo de mí mismo. No soy consciente de lo que creo. Por eso, mientras trabajo no hablo con nadie. Estamos yo y la energía, llámala Dios, llámala el mundo de los espíritus.

Hay un aspecto que me sorprende mucho; cuando escribí El alquimista no conocía el islam de la manera en la que lo hago ahora. Y escribí El alquimista, que es básicament­e una historia de un pastor que trascurre en un territorio islámico. Podría haber cometido varios errores. No cometí ni uno. Yo no estoy consciente del todo cuando trabajo en un libro. Por eso, a veces me leo y me digo con sorpresa: «Caray, qué cosa más estupenda acabo de escribir». Eres una persona influyente, inspirador­a y admirada, pero ¿qué me dice Paulo Coelho de los enemigos?

Que un trol, al fin y al cabo, es un reflejo de nuestro poder. Si no tienes alguno, quiere decir que no estás provocando nada, que eres una persona que no da frío ni calor. Si das frío o calor vendrán a por ti. ¡Mira Jesús de Nazaret, cercado de trols! (Risas). Cuando te atacan es porque estás moviendo cosas que al otro le afectan y que no quiere hacer nada para cambiarlas. Por eso no hay que enfadarse cuando sucede. ¿Quieres decir que es una buena señal tener enemigos? Muy buena. ¡Si nos los tienes, no eres nadie! (Acabamos la charla. Le doy las gracias y le digo que ojalá vea pronto sus libros en el supermerca­do. «Dios te oiga –me responde–, porque de verdad que ese es mi sueño. Cuando voy a la iglesia rezo por cuatro cosas: por mí, por mi salud y por los míos, esto es, mi mujer, mis amigos, mis lectores. Y por mi trabajo. Entonces, literalmen­te digo esta frase: “Que yo sea tan popular como la Coca-Cola”. Siempre hay que compararse con algo que no eres, ¿me comprendes? –ríe–. Ponlo si quieres en la entrevista»). ■

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 ??  ?? Imágenes de su fundación, ubicada en Ginebra, un espacio que no está abierto al público y donde Paulo Coelho guarda todas las ediciones mundiales de sus 20 novelas y los objetos que han marcado su existencia. Abajo, su libro de cabecera: ‘Be Here Now’. «Es uno de los más importante­s de mi vida. ¡Y no son tantos! Este ejemplar azul viene conmigo desde mi época ‘hippie’», afirma el ‘best seller’ brasileño.
Imágenes de su fundación, ubicada en Ginebra, un espacio que no está abierto al público y donde Paulo Coelho guarda todas las ediciones mundiales de sus 20 novelas y los objetos que han marcado su existencia. Abajo, su libro de cabecera: ‘Be Here Now’. «Es uno de los más importante­s de mi vida. ¡Y no son tantos! Este ejemplar azul viene conmigo desde mi época ‘hippie’», afirma el ‘best seller’ brasileño.
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